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Teoría Psicogenética Resumen

sol238911 de Abril de 2013

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CAPITULO I

EL NIVEL SENSO-MOTOR

Puede llamársele período "senso-motor" porque, a falta de la función simbólica, el lactante no presenta todavía pensamiento ni afectividad ligada a representaciones que permitan evocar las personas o los objetos ausentes.

I. LA INTELIGENCIA SENSO-MOTORA

Todo el mundo está de acuerdo en admitir que existe una inteligencia antes del lenguaje, esta no deja de resolver finalmente un conjunto de problemas de acción construyendo un complejo sistema de esquemas de asimilación, a falta de lenguaje y de función simbólica, esas construcciones se efectúan apoyándose en percepciones y movimientos, mediante una coordinación senso-motora de las acciones, sin que intervenga la representación o el pensamiento.

Estímulo-respuesta y asimilación

Lo que en realidad se da de hecho es una sucesión notablemente continua de estadios, cada uno de los cuales señala un nuevo progreso parcial, hasta el momento en que las conductas alcanzadas presentan caracteres que tal o cual psicólogo reconoce como de la "inteligencia". Siendo así que de los movimientos espontáneos y del reflejo a los hábitos adquiridos y de éstos a la inteligencia hay una progresión continua, el problema es alcanzar el mecanismo de esa progresión en sí misma. Este mecanismo es el de la asociación permite adicionar por vía acumulativa los condicionamientos a los reflejos y otras muchas adquisiciones a los condicionamientos mismos.

El estadio I

Resulta que los reflejos del recién nacido presentan una importancia particular para el porvenir dan lugar a lo que uno de nosotros ha llamado "ejercicio reflejo", una consolidación por ejercicio funcional. Pero esa adquisición no es indefinida, sino que va a inscribirse en un esquema reflejo ya constituido y se limita a extenderlo por integración de elementos senso-motores hasta entonces independientes de él.

El estadio II

Aquí se constituyen los primeros hábitos, que dependen directamente de una actividad de sujeto, o parecen impuestos desde el exterior como en el de los condicionamientos. Un reflejo condicionado no es estable nunca por el juego de sus solas asociaciones; y solo lega a serlo por la constitución de un esquema de asimilación, cuando el resultado conseguido satisface la necesidad inherente a la asimilación considerada. Pero incluso llamando "hábitos" a las conductas adquiridas tanto en su formación como en sus resultados automados, el hábito, no es aún inteligencia.

El estadio III

El interés del desarrollo de las acciones senso-motoras durante el primer año consiste no solo en los aprendizajes elementales, o hábitos, sino que igual proporciona una serie de intermediarios entre esas dos variedades de reacciones. Así, después del estadio I, II, y III, se presentan las transiciones siguientes a partir del momento, hacia los cuatro meses y medio, por que hay coordinación entre la visión y la aprehensión. En esta etapa se repite en seguida ese acto una serie de veces, con resultados insólitos, lo que constituye una "reacción circular", esto es un hábito en estado naciente, sin finalidad previamente diferenciada de los medios empleados.

Los estadios IV y V

En un cuarto estadio (IV), se observan actos más completos de inteligencia práctica. Se le impone al sujeto una finalidad previa, independientemente de los medios que vaya a emplear. Durante un quinto estadio (V), que comienza hacia los once o doce meses, se añade a las conductas precedentes una reacción esencial: la búsqueda de medios nuevos por diferenciación de los esquemas conocidos. A este respecto, puede citarse lo que llamamos conducta del soporte. Un descubrimiento análogo caracteriza la conducta de la cinta, estudiada por K. BÜHLER y luego por otros: atraer hacia sí el objeto, tirando de la cinta a la que está unido.

El estadio VI

El niño se hace capaz de encontrar medios nuevos, no ya sólo por tanteos externos o materiales, sino por combinaciones interiorizadas, que desembocan en una comprensión repentina. En este estadio se descubre la célebre conducta del bastón, estudiada por W. KOHLER en los chimpancés, y luego por otros en los pequeñuelos. El criterio del insight es demasiado estrecho, porque, gracias a una serie ininterrumpida de asimilaciones de diversos niveles, los esquemas senso-motores se hacen susceptibles de esas nuevas combinaciones y de esas interiorizaciones que hacen posible la comprensión inmediata en ciertas situaciones. Este último nivel no puede ser separado de aquellos cuyo acabamiento señala.

II. LA CONSTRUCCIÓN DE LO REAL

El sistema de los esquemas de asimilación senso-motores desemboca en una especie de lógica de la acción, implica poner en relaciones y en correspondencias, ajustes de esquemas en una palabra: estructuras de orden y reuniones que constituyen la subestructura de las futuras operaciones del pensamiento. Pero la inteligencia senso-motora conduce a un resultado muy importante en lo que concierne a la estructuración del universo del sujeto, por restringido que sea ese nivel práctico: organiza lo real, construyendo las categorías de la acción que son los esquemas del objeto permanente, del espacio, del tiempo y de la causalidad, subestructuras de las futuras nociones correspondientes. En el transcurso de los dieciocho primeros meses se efectúa, por el contrario, una revolución copernicana de modo que el niño acaba por situarse como un objeto entre otros, en un universo formado por objetos permanentes, estructurado de manera espacio-temporal y sede de una causalidad a la vez espacializada y objetivada en las cosas.

1. El objeto permanente: consiste en "cuadros" móviles e inconsistentes, que aparecen y luego se reabsorben por completo para reaparecer en forma modificada o análoga. En el estadio V el objeto es buscado, en función sólo de sus desplazamientos, y en el estadio VI se añade a esto un juego de inferencias que logran dominar ciertas combinaciones. La conservación del objeto es su función de su localización. Este hecho muestra que la construcción del esquema del objeto permanente es solidaría de toda la organización espacio-temporal del universo práctico, así como de su estructuración causal.

2. El espacio y el tiempo: comenzando por las estructuras espacio-temporales, se comprueba que al principio no existen ni un espacio único ni un orden temporal que engloben los objetos y los acontecimientos, como el continente engloba lo contenido. Se da un conjunto de espacios heterogéneos, centrados todos en el cuerpo propio. En correlación con esa organización de las posiciones y de los desplazamientos en el espacio, se constituyen series temporales objetivas, ya que se efectúan materialmente de modo progresivo y uno tras otro, por oposición a las nociones abstractas que construirá más tarde el pensamiento y que permitirán una representación de conjunto simultánea y cada vez más extratemporal.

3. La causalidad: el sistema de los objetos permanentes y de sus desplazamientos es indisociable de una estructuración causal. Esa causalidad inicial puede denominarse mágico-fenomenista; fenomenista, porque cualquier cosa puede producir cualquiera otra según las reacciones anteriores observadas; y "mágica", porque se centra en la acción del sujeto, sin consideración de los contactos espaciales. El primero de esos dos aspectos recuerda la interpretación de la causalidad por HUME, y el segundo las concepciones de MAINE DE BIRAN.

III. EL ASPECTO COGNOSCITIVO DE LAS REACCIONES SENSO-MOTORAS

El esquematismo senso-motor se manifiesta bajo tres grandes formas

a) sucesivas, las formas iniciales están constituidas por estructuras de ritmos

b) vienen en seguida regulaciones diversas que diferencian

c) aparece por fin un comienzo de reversibilidad fuente de futuras operaciones del pensamiento.

IV. EL ASPECTO AFECTIVO DE LAS REACCIONES SENSO-MOTORAS

El aspecto cognoscitivo de las conductas consiste en su estructuración, y el aspecto afectivo, estos son, a la vez, irreducibles y complementarios, mientras el esquematismo cognoscitivo pasa de un estado inicial centrado sobre la acción propia a la construcción de un universo objetivo y descentrado, la afectividad de los mismos niveles senso-motores procede de un estado de indiferenciación entre el yo y el "entorno" físico y humano para construir a continuación un conjunto de cambios entre el yo diferenciado y las personas.

La mayoría de los trabajos conocidos son de naturaleza psicoanalítica y se han contentado, durante mucho tiempo, con una reconstitución de los estudios elementales, a partir de la psicopatología adulta.

1. El adualismo inicial: los afectos propios de los dos primeros estadios se inscriben en un contexto ya descrito con el nombre de "adualismo", en el que no existe conciencia del yo, ninguna frontera entre el mundo interior o vivido y el conjunto de las realidades exteriores.

La intención contenida en la noción de narcisismo sigue siendo válida, a condición de precisar que no se trata de una centracion consciente sobre un yo, por lo demás idéntico al que se constituirá una vez elaborado, sino de una centration inconsciente por indiferenciación, los afectos observables en ese con-texto adualista dependen de ritmos generales que corresponden a los de las actividades espontáneas y globales del organismo. La reacción al rostro humano ha sido estudiada por medio de máscaras más o menos completas para analizar los desencadenantes

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