Teoría del narcisismo
claritacastidad8 de Noviembre de 2013
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La teoría del narcisismo es una construcción metapsicológica creada por Freud para intentar responder a características de ciertos cuadros y fenómenos clínicos: la psicosis, la hipocondría, la enfermedad orgánica, el pensamiento infantil, la homosexualidad y el enamoramiento. Todos ellos comparten un rasgo, el narcisismo juega un papel central ya que el interés del sujeto está volcado sobre sí mismo, no hay lazo, la dirección al otro y su estatuto deviene un problema. El narcisismo para el psicoanálisis no es un comportamiento específico sino un modo a través del cual la energía sexual se vuelca principalmente sobre el yo, restando posibilidad de investir los objetos.
Respecto a la psicosis, Freud sugiere en ella como fenómeno la pérdida del interés respecto al mundo exterior y la realidad “en ella falta la investidura libidinal de los objetos” . Asimismo respecto a la neurosis dirá que tanto la histeria como la neurosis obsesiva privilegian la relación con objetos fantaseados, es decir privilegian la fantasía en desmedro de la realidad.
Esta característica narcisística compartida por las distintas patologías en formas y grados diversos, hace parte del narcisismo secundario. En este, el repliegue de la libido sobre el yo es un acto segundo, como retorno a un estado anterior que lo preexiste. Es decir se retoma un estado previo edificado como parte un proceso normal, “nos vemos llevados a concebir el narcisismo que nace por replegamiento de las investiduras de objeto como un narcisismo secundario que se edifica sobre la base de otro, primario, oscurecido por múltiples influencias.”
De esta manera en la patología mental se supone un retraimiento de la libido hacia el yo, en un trayecto de regreso. Es decir, el vuelco de la libido hacia el yo en estados patológicos se hace en virtud de la existencia de un primer estado llamado narcisismo primario.
El narcisismo primario es la conformación esperada y normal de una investidura libidinal original desde la que se ceden investiduras a los objetos. Esta investidura origen preside la capacidad de amar, es decir la posibilidad de volcarse hacia el mundo de los objetos, hacia el otro. En el amor la investidura propia se resigna en virtud de su depósito en el objeto, la capacidad de amar es una actitud psíquica inversa al narcisismo.
El nombre de narcisismo primario surge en función de la inexistencia del objeto, más que de la necesidad de concebir una libidinización original. Así para Freud el narcisismo original alude a la falta de relación con otro, “se caracteriza por la ausencia de total relación con el ambiente” .
El narcisismo originario genera confusiones, pues Freud lo nombra primario respecto a la ausencia de relación de objeto o la inexistencia del otro que caracteriza al recién nacido. Sin embargo se puede pensar que más que un estado constitucional que no considera a otro, el narcisismo es un efecto, una plataforma psíquica que se edifica y depende de la presencia materna. Esto para decir que el narcisismo puede entenderse como una base requerida desde la que se construye el psiquismo.
De esta manera se puede concebir al narcisismo primordial como una libidinización original, cuyo eje es su carácter de plataforma subjetiva que de no constituirse trae como efecto la falta de reconocimiento de la realidad, efecto de una dificultad estructural que opera en este nivel.
Se puede plantear entonces que esta investidura original – plataforma psíquica - depende de la relación con la madre, es decir que la libidinización – de cuyo efecto depende la constitución del narcisismo - es una función materna original y fundamental. El narcisismo habrá de edificarse constituyéndose en primer término como un objeto de amor para la madre. Para poder amar hay que haber sido amado.
El narcisismo en Freud, dialéctica entre amor e identificación
Para Freud la actitud que toman los padres hacia los hijos tiene que ver con la reproducción del propio narcisismo. El narcisismo abandonado de los padres renace en la idealización que caracteriza el amor de los padres por su hijo, “el conmovedor amor parental, tan infantil en el fondo, no es otra cosa que el narcisismo redivivo de los padres, que en su transmudación al amor de objeto revela su inequívoca y prístina naturaleza” . Freud sostiene que el amor a un hijo se haya sostenido en el narcisismo de los padres, narcisismo transformado en elección de objeto. Los padres aman a su hijo en virtud de la configuración de su propio narcisismo, es decir en relación a la manera en que ellos, como hijos, fueron amados.
La Idealización es el rasgo característico del amor parental. Freud dirá que idealizar consiste en tratar al objeto en función de un anhelo “el objeto sirve para sustituir un ideal del yo propio no alcanzado” . Freud enfatiza así, lo no alcanzado, es la incompletud que guía la investidura amorosa. Para amar es necesario encontrarse en una posición imperfecta e incompleta. Se ama con lo que no se es, a lo que se aspira a ser, se ama lo que no se tiene “se ama en virtud de las perfecciones a las que se a aspirado” . Se ama lo que se quiere alcanzar.
En el amor se constituye un objeto que vacía al yo de su amor propio, es devorado por el objeto, “el yo se entrega al objeto”, se concede el lugar al objeto, el yo se pierde en el otro que es su objeto, quedando desposeído.
El amor hace parte de una relación dialéctica con la identificación. En la identificación el yo se enriquece, se engrandece a través de la introyección del objeto. El hijo es aquel investido, puesto en el lugar del objeto de amor, así se identifica con aquellos que lo toman como objeto engrandeciéndose. Entre padres e hijos se puede constatar una dialéctica de amor e identificación.
Freud define a la identificación como “la más temprana exteriorización de una ligazón afectiva”, “es la forma primera y más originaria del lazo afectivo” .Así es importante remarcar lo original y constituyente de la identificación como lazo con el otro, pues hay una identificación primera que no está mediada por la elección de objeto.
La identificación se expresa en el “ser como”, apunta al ser del otro tomado como un modelo, en la aspiración a la semejanza. La identificación reemplaza la elección de objeto, se toman los atributos y propiedades del objeto.
En el amor hay una estimación sobrevalorada del objeto amado, “la estricta equivalencia entre objeto e ideal del yo en la relación amorosa, es una de las nociones más fundamentales de la obra de Freud: en la carga amorosa el objeto amado equivale, estrictamente, debido a la captación del sujeto que opera, al ideal del yo”.
Los padres “ven a su hijo”, de acuerdo a la proyección que hacen en él, regidos por su propio ideal. Los padres se relacionan a su hijo desde el ideal del yo. Esto determina la constitución de un yo ideal, que tiene las atribuciones que los padres hacen en el hijo. “Se trata aquí de la seducción que ejerce el narcisismo. Freud señala lo fascinante y satisfactorio que es, para todo ser humano, la aprehensión de un ser que presenta las características de ese mundo clausurado, cerrado sobre si mismo, satisfecho, pleno, que representa el tipo narcisístico”.
Primer reconocimiento y envoltura de la imagen
Con el estadio del espejo Lacan introduce la función del Otro como una presencia que da la posibilidad de una identificación fundadora. La relación al significante comanda lo que se articulará como efecto en la relación imaginaria y en la constitución del cuerpo como unidad.
Se asiste así a una identificación primaria, la constitución de la Unidad, el URBILD que da forma al narcisismo primordial, que determina tanto la instauración de la realidad como de la forma del cuerpo.
La constitución del narcisismo hace de una imagen la envoltura del cuerpo, da un cuerpo al cuerpo. Este cuerpo unido por la imagen depende del amor regido por el fantasma y el deseo de los padres, es decir por el lugar que vendrá a ocupar el hijo en el inconsciente de sus progenitores.
En la Observación sobre el informe de Daniel Lagache, Lacan cita al autor “antes de existir en sí mismo, por sí mismo y para sí mismo, el niño existe para y por el prójimo; que es ya un polo de esperas proyectos y atributos”.
Lacan se detiene de manera categórica para dar énfasis al lugar de los atributos, en su diálogo escrito con el autor manifiesta “¿esperaba que se me escapara?..Un polo de atributos, tal es el sujeto antes de su nacimiento (y será tal vez bajo su amontonamiento que se asfixiará algún día). De atributos es decir de significantes más o menos ligados en un discurso” . De esta manera sitúa la anterioridad simbólica, en que el discurso del Otro da lugar al niño, aún antes de su existencia objetiva, un lugar en el inconsciente de los padres.
Así, no sólo hay una prematuración biológica del bebé al nacer, sino también una anticipación simbólica del niño en el discurso del Otro, discurso que está sostenido por sus padres, que son la primera encarnación del Otro para un sujeto por venir “ …puesto que se trata de un discurso…puesto que el discurso estaba ahí desde el principio, aunque fuese en su presencia impersonal” Esto enfatiza la carencia de ser del humano, ya que este surge en el verbo que lo recibe, en la palabra del Otro.
El ser falta en el simbólico, como ortopedia, se constituirá una imagen
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