Trastornos Conductuales

Trastornos Conductuales:

A partir de los acercamientos a la institución, se sabe que la mayoría de las problemáticas conductuales que presentan los alumnos que son parte del colegio Concordia son: el déficit atencional, inmadurez neuronal, adicciones y familias disfuncionales.

Dentro de estos problemáticas, emerge el Trastorno de Déficit Atencional con o sin Hiperactividad, del cual según la Organización Mundial de la Salud existe una prevalencia del 5 % a nivel mundial, es decir, más de 300 millones de niños y jóvenes son diagnosticados de TDAH en el mundo, pasando a ser así en uno de los problemas de salud mental más importantes y prevalentes que existen en la actualidad. Además de que estas cifras parezcan alertantes, generan suspicacia en cuanto al súbito aumento de diagnósticos en la última década y las consecuencias de esto en la salud mundial, además del desconocimiento de la génesis del trastorno.

El TDAH se encuadra dentro de los trastornos de conducta y de acuerdo al DSM IV es definido como “un trastorno de conducta que se presenta en las personas desde los primeros años de vida y puede durar incluso hasta la adultez y en niños con inteligencia normal o sobre lo normal, sin problemas neurológicos graves, sin alteraciones sensoriales, ni disturbios emocionales serios, pero cuya sintomatología acarrea problemas en el hogar y en las relaciones interpersonales. (DSM-IV. Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales.)

El primero de ellos es un trastorno que surge en 1902, en donde la ciencia médica documentó por primera vez la existencia de niños que presentaban inatención, impulsividad e hiperactividad como parte de un trastorno, los cuales a su vez tenían antecedentes de anomalías físicas menores que no llegaron a explicar el porqué de estas conductas. El autor que señala por primera vez estas conductas es Frederic Still, el cual indicaba que estos niños poseían un defecto en el control de su conducta moral, la cual la asoció a daños cerebrales al momento de nacer y a predisposiciones biológicas tales como la herencia genética, descartando en su hipótesis a los niños y jóvenes que venían de familias de crianza caótica, al parecerle que este era antecedente suficiente (Gonzáles, 2006).

En la concepción actual del Trastorno por Déficit de la Atención, se distinguen tres subtipos de según Rafael Moraga (2008). El primero en el cual los problemas de atención son los predominantes, el segundo que corresponde a mayores características de hiperactividad e impulsividad más que atención y un tercer tipo que es una combinación de los anteriores. Estos subtipos están compuestos por los tres elementos que caracterizan al TDAH: las Dificultades Atencionales, la Hiperkinesia, y la Impulsividad.

En primer lugar, la atención refiere a los procesos cognitivos internos que refieren a la capacidad de las personas de percibir de manera selectiva, secuencial, o simultánea o persistente los estímulos del ambiente en un momento determinado. Esta se subdivide en distintas funciones, tales como la focalización, la codificación, etc. (García Pérez, 2003). Desde esta perspectiva, se plantea que esta e una función cognitiva que todas las personas poseen y que en caso de estar mermada esto se debería a un problema orgánico, tal como un déficit a nivel neuronal.

En segundo lugar, la impulsividad se refiere a la carencia de una mediación o elaboración reflexiva de una persona al actuar, generándose así dificultades para relacionarse con el mundo y para la planificación de sus actividades. Esto trae como consecuencia a su vez la dificulta de la persona para atender, para predecir situaciones o resolver problemas. Desde lo biológico, se entiende a la impulsividad como un problema en la autorregulación del sistema del individuo. Estas problemáticas se relacionan con problemas de comportamiento, aprendizaje y niveles bajos de rendimiento académico, todos los cuales se insertan y manifiestan mayormente en el contexto educacional (Borsani, 2009).

Algunos autores han considerado que existe una estrecha relación entre la conducta impulsiva y la ausencia de reflexión de la conducta, los actos delictivos, antisociales, violentos, etc. (Bornas y Servera, 1996). Esto destaca la importancia del estudio de la impulsividad dentro de la psicología y de la educación a nivel mundial, donde autores asignan una gran importancia a la función de las familias y los colegios.

Y por último, se señala la hiperkinesia, la cual se describe como la manifestación casi constante de movimientos globales tales como caminar, correr, trepar, saltar, o movimientos de manos o pies; cambios posturales reiterados, las cuales no parecerían tener una finalidad clara o se ven en su defecto interrumpidas, padeciendo de esta forma de reiterados cambios de objetivos. La observación demuestra que el niño hiperactivo no presenta un aumento de sus actividades, sino una ausencia o trastorno en la realización de estas (Borsani, 2009).

El concepto de Trastorno se entiende entonces como: grado en que una característica o condición biológica, sea temporal o permanente, afecta al individuo dificultando o imposibilitando su adaptación al medio, dándose énfasis entonces a que lo determinante en el desarrollo del trastorno es la interacción entre la característica del individuo con un estilo educativo o de interacción social basado en la intolerancia, la incomprensión, y el desconocimiento

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