Viktor Frankl

Viktor Frankl nació en Viena el 26 de Marzo de 1905, en el seno de una familia judía. Viena era entonces capital del Imperio Austro-húngaro y la capital cultural e intelectual de Europa, siendo cuna de grandes músicos, intelectuales y científicos. Él no fue menos, y desde pequeño destacó en la escuela. Estudió medicina y se especializó en neurología y psiquiatría. En 1942, fue deportado junto a su esposa y sus padres a un campo de concentración naci, donde estos últimos murieron. Fue liberado 3 años después. Esta circunstancia le lleva a escribir el libro El hombre en busca del sentido, en el que describe la vida de un prisionero de esos campos de concentración, desde el punto de vista de un psiquiatra. Frankl murió el 2 de septiembre de 1997 en Viena.

El hombre en busca del sentido es una obra dura, sincera y extraordinariamente fría que acaba por sumergir al lector en un ambiente tan cruel y sombrío como los campos de concentración, pero que lo va alejando del sentimentalismo a medida que pasan las páginas.

Viktor Frankl, apelando a su lado más científico, logra colocar el inevitable sentimentalismo en un segundo plano, para indagar en la mente de sus compañeros cautivos.

No es fácil comprender momentos de tan alta tensión como en Auschwitz, y, en definitiva, cualquier campo de concentración. Pero Frankl consigue plasmar con acierto los miedos, angustias y dificultades de los prisioneros y hallar en ellos pedazos de optimismo y ganas de vivir. En este libro, Frankl nos realiza un sensacional bosquejo de uno de los capítulos más indignos y denigrantes de la Historia, en el que logra desechar aspectos más explotados de este macabro suceso, relacionados con el patetismo, torturas y las vejaciones a las que, a diario, los presos se veían sometidos.

Su trato con los compañeros de barracón y sus relaciones como médico en el campo son analizar los comportamientos anormales de los reclusos. Comportamiento que, como él mismo afirma, se convierten en normales dentro de la anormalidad que representaban los campos de concentración.

Aun pudiendo equivocarme, creo que ésta debe ser de las pocas obras que tratan esos macabros episodios desde el plano personal fijando la vista en los presos y no tanto en el conjunto del campo. Pienso que la razón principal de ello es que se trata de una historia real. La sociedad actual a tratado de interponer entre el conocimiento de la Historia y la realidad, un velo traslúcido que impidiera el reflejo de la crueldad. Hemos aprendido o nos han enseñado a mirar el pasado desde un prisma sentimentalista con el que no somos conscientes ni de la verdadera crueldad de lo ocurrido, ni tampoco de lo complejo de los pensamientos humanos sometidos a tan brutales presiones. Es por ello que de manera inconsciente y

probablemente, por imposición cultural no aceptamos historias ficticias sobre los genocidios nazis si estas ficciones se introducen

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