Viktor Frankl
jorgeluiis4Tesis1 de Julio de 2014
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Introducción.
Vivir implica sufrir y por tanto sobrevivir consiste en hallarle sentido a este sufrimiento. El sentido difiere de persona en persona, y le corresponde a cada quien descubrir el porque de su existencia, y asumir la responsabilidad de la respuesta que le dicta.
Todos hemos pasado en algún momento de nuestras vidas por momentos difíciles, pero que han sido claves para mejorar nuestra perspectiva de la vida; el ser humano tiende a percibir un momento de crisis como algo malo, pero al re significarse, esta no es más que un momento de cambio tendiente al crecimiento personal. Es fácil pensar que la vida sería mas bella sin la existencia de problemas, pero la realidad es que sería muy aburrida, pues ¿qué seria de nosotros sin retos para afrontar y sin oportunidades de crecimiento? Estaríamos condenados a vivir con un vacio, si es que a eso se le puede llamar vida, ¿viviríamos entonces condenados a la felicidad eterna? Me atrevo a usar la palabra “condenados” pues como valoraríamos la felicidad sino hemos conocido el sufrimiento, ¿cómo conocemos la bondad, sino hemos conocido la maldad?, son términos antagónicos, pero son tan complementarios pues uno no podría existir sin el otro.
Viktor Frankl nos relata como fue su experiencia como prisionero en los campos de concentración característicos de la Segunda Guerra Mundial, haciendo énfasis en las condiciones tan deplorables en las que vivían y la dura lucha por la existencia que se libraba entre los prisioneros.
Divide su experiencia en tres fases: la de internamiento en el campo, la vida dentro del mismo y como fue después de la liberación que se explicaran a continuación.
Primera Fase: Internamiento en el campo
Estación Auschwitz: En la fase de internamiento la característica principal es el estado de shock, ese momento en que los prisioneros fueron trasladados a Auschwitz y en el que no entendían lo que en realidad sucedía, para este momento tenían la ilusión de ser perdonados y no ejecutados. Al llegar a la estación de Auschwitz fueron trasladados a una barracada en donde pasaron los primeros cuatro días con hambre, frio y por si fuera poco el espacio era sumamente reducido.
La primera selección: Fue decisiva, los prisioneros no entendían como un movimiento de dedo (del oficial a cargo) inclinado hacia cierto lado determinaba si vivían o morían, si iba hacia lado derecho la persona se salvaba, mientras que aquellos que se dirigían a la izquierda iban directamente a la cámara de gas.
Desinfección: Después de librar la primera selección, se conducía a los prisioneros a un pabellón de desinfección, hasta ese momento prevalecía la ilusión de salvarse a esto también ayudaba el hecho de que los guardias de la SS los trataran cálidamente hasta que los despojaron de sus joyas y vestimenta.
Nuestra única posesión, la existencia desnuda: Ya en las duchas, los prisioneros se percataron de que lo único que les quedaba era su existencia desnuda, pues habían perdido todos sus bienes materiales, hasta su nombre e incluso no eran más que un simple número para los oficiales de la SS.
Las primeras reacciones: Así fueron perdiendo poco a poco la ilusión, y los invadió un humor macabro, y la curiosidad que servía como medida de protección para el Yo ante la realidad. ¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir que no puede vivir sin esto o sin aquello? Los prisioneros tuvieron que aprender a hacerlo con aquello que estuviera a su alcance, por ejemplo: dormían en literas de 3 niveles, en donde en cada nivel dormían 9 personas y solo con 2 sábanas, y aún así podían dormir y olvidar por unas pocas horas el dolor que sentían.
¿“Lanzarse contra la alambrada”?: Ante tales condiciones sentían desagrado por toda la fealdad que les rodeaba, además de que debían lidiar con la añoranza de su hogar y su familia; muchas veces esto les hacia perder la fé y con ello surgía la idea de quitarse la vida. En la vida hemos escuchado en algún momento a familiares, amigos y en ocasiones a nosotros mismos el deseo de “lanzarnos a la alambrada” cuando frente a una situación difícil a la que creemos no encontrar solución. Como seres humanos ninguno esta exento a perder la esperanza en algún momento, es por ello que no hay que juzgar a los demás, por el contrario hay que acompañarlos en su dolor y en la medida posible alentarlos mostrándoles las cosas positivas de la vida.
Segunda Fase: La vida en el campo
Apatía: Es una característica de esta fase, el adormecimiento de las emociones y el sentimiento de que ya nada importa volvía al prisionero insensible ante los golpes diarios e injustificados, e incluso ante el sufrimiento ajeno, y esto le permitía rodearse de un caparazón protector necesario para su supervivencia.
Lo que hace daño: Había solo una cosa que les dolía mas que los golpes y era el simple hecho de no ser considerados como personas y que no los castigaran porque solo significaban una pérdida de tiempo.
El insulto: Para los oficiales de la SS los prisioneros no eran humanos sino animales, y por tanto los trataban como tal, era común que los llamaran cerdos o utilizaban otro tipo de insulto que hería psicológicamente al prisionero.
Los sueños de los prisioneros: Estos encontraban en los sueños un consuelo, una manera de escapar de la cruda realidad en la que vivían, debido a que sus necesidades más básicas no estaban satisfechas era frecuente que soñaran con comida, con cigarros, o con baños de agua tibia. También había momentos en los que tenían pesadillas, pero incluso por horribles que parecieran nada era peor que la realidad.
El hambre: Tenían dietas alimentarias poco favorables por lo que muchos de ellos morían a causa del hambre. En los últimos meses de su confinamiento la ración era de un trozo de pan al día.
Sexualidad: Había total ausencia de ella, pues debido a que nadie satisfacía las necesidades mas básicas, nadie estaba interesado en el sexo.
Ausencia de sentimentalismo: Los prisioneros habían olvidado ya su vida pasada por lo que experimentar nostalgia por ella podría hacerlos parecer débiles.
Política y religión: Es curioso que aun a pesar de las condiciones desfavorables algunos mantenían su optimismo; por ello era común que entre los prisioneros se propagaran rumores de que la Guerra pronto acabaría. Existía también creciente sentimiento religioso, al terminar las labores muchos de ellos se agrupaban para encomendarse a Dios.
Una sesión de espiritismo: En una sesión de este tipo a la que asistió Frankl, donde también asistía un oficial predijo que Alemania seria vencida.
La huida hacia el interior: Los intelectuales cuya alma estaba más nutrida espiritualmente tendían a resistir más las jornadas laborales que aquellos que no creían en nada. Una persona cuyo espíritu mantiene esperanza aun en la adversidad sigue luchando hasta que logra salir de esta situación.
Cuando todo se ha perdido: ¿Qué pasa cuando todo se ha perdido? Nos quedan los recuerdos, y la imaginación se hecha a andar, estos prisioneros pensaban en lo que habían sido sus vidas antes del campo de concentración, y esto les permitía refugiarse en contra del vacio, de la desolación y la pobreza espiritual. El amor es la meta última a la que aspira el ser humano, es a través de el que obtiene su salvación. Por ello amar a una persona significa amarla en su yo mas intimo, y que incluso no estando presente físicamente este sentimiento no desaparece.
Meditaciones en la zanja: Al estar encerrados y observando injusticias todo el tiempo, los prisioneros aprendieron a disfrutar de la naturaleza, cuando una persona se encuentra en una situación difícil aprende a valorar aquellas cosas pequeñas de la vida.
Monologo al amanecer: Encontrar el significado de tu existencia es algo mágico, es aceptar que incluso en medio de tanta oscuridad siempre habrá una luz encendida. Que el sufrimiento siempre conlleva aprendizaje y que si algo no debemos perder es la esperanza.
Arte en el campo: Durante su confinamiento, algunos capos realizaban reuniones por la noche en las que se recitaban poemas, se contaban chistes, se tocaban instrumentos, y todo esto con la finalidad de que se olvidara un poco aquella situación. Muchos prisioneros aun cansados por el arduo trabajo del día asistían. Por tanto el arte sirve como distractor ante una situación difícil; leer un libro, ver un programa de chistes o rodearte de personas que suelen ser muy graciosas ayuda a minimizar aunque sea por un rato el efecto de la situación.
El humor en el campo: Para aprender el arte de vivir, muchos de estos prisioneros tuvieron que aprender a desarrollar su sentido del humor, uno puede preguntarse ¿qué tendría de humorístico verse envuelto en tal situación? Pero la realidad es que reírnos un poco de nuestra propia desgracia nos ayuda a sobreponernos aunque sea por unos pocos minutos. Por ejemplo cuando estos prisioneros de Auschwitz, fueron transportados a Dachau y se percataron de que ahí no existían cámaras de gas no pudieron evitar reír y sentirse contentos pues la presión de ser ejecutados día a día por enfermarse disminuiría considerablemente al menos el tiempo que estuvieran ahí, y eso representaba un gran alivio.
¡Quién fuera un preso común!: Algunas veces los prisioneros veían a otros convictos pasar, pero no todos se encontraban en los trabajos más pesados, sino que existía aquellos cuya suerte relativa tenían la oportunidad de trabajar en fábricas y lo hacían en un trabajo cubierto, ya que difícilmente se les exponía al frio extremo como pasaba con aquellos destinados a los trabajos pesados donde era más probable sufrir
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