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Apocalipsis capitulo 4

oliveskaEnsayo10 de Febrero de 2022

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Apocalipsis Capítulo 4

Las Cosas Que Han De Ser Después De Estas: El Trono (4:1-11)

El libro del Apocalipsis comienza con la visión del Cristo glorificado (1:9-18). Dicha visión constituye una especie de preludio que introduce las cartas o mensajes a las siete iglesias del Asia Menor (2:1-3:22). De igual manera, la visión del trono y el rollo en los capítulos 4 y 5 es preparatorio de las cosas que han de ocurrir en la tierra posteriormente.

La visión del trono del Dios Creador del universo y del rollo sellado con siete sellos destaca un cuadro de juicio. La escena que aparece en los capítulos 4 y 5 está claramente relacionada con Daniel 7:9-14, 22-27, pero Apocalipsis 4-5 la presenta desde la perspectiva de la Iglesia, mientras que Daniel 7 la presenta desde la óptica de Israel.

Apocalipsis 4-5 descorre el telón del escenario celestial y permite que Juan contemple el glorioso cuadro de la preparación divina para la intervención del Dios Soberano en los asuntos del hombre. Los capítulos 4 y 5 son preparatorios para el comienzo del «día de Jehová» o «día del Señor». El hombre ha tenido su día. La humanidad ha vivido de espaldas a Dios y en rebeldía contra su Creador. El ser humano ha actuado como si Dios no se preocupase ni interviniese en la historia. El humanismo secular y filosófico proclama que Dios no es necesario para el progreso humano. El hombre, dicen los humanistas, puede vivir sin Dios. Pero la Palabra de Dios enseña sin ambages que Dios es indispensable. Él es Señor de la historia y soberano de la humanidad. El aspecto final de la respuesta a la pregunta: «¿Quién es de verdad el soberano del universo?» se pone de manifiesto en Apocalipsis 4-5.

Comentario

4:1

«Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo», mejor «después de estas cosas vi y he aquí una puerta que había sido abierta y permanecía abierta en el cielo». La expresión «después de estas cosas» tiene que ver con el contenido de los capítulos 2 y 3, es decir, después de las cuestiones relacionadas con las iglesias. «Miré, y he aquí». El verbo «miré» (eídon) es el aoristo segundo, modo indicativo, voz activa de horáo, que significa «ver», «mirar». El aoristo sugiere una acción puntual y el modo indicativo señala la realidad del acontecimiento. «He aquí» (idou) es una exclamación enfática usada para llamar la atención. Juan ha estado tratando con cuestiones que suceden en la tierra. Ahora, en los capítulos 4, 5, el escenario descrito es celestial. «Una puerta abierta en el cielo» (thyra eineoigméne en toí ouranoi). La expresión «abierta» es un participio perfecto, voz pasiva. El tiempo perfecto sugiere una acción completada con resultados permanentes. Dicho participio sugiere que la puerta ha sido abierta y dejada así para la llegada de Juan. No se menciona en el texto ni cómo ni cuándo la puerta fue abierta, pero el hecho es incuestionable. La puerta abierta permite la entrada personal de Juan para recibir la revelación que aparece en la escena celestial.

«Y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo». Se refiere a «la voz» mencionada en 1:10. La referencia es al Padre, como lo vimos en nuestro comentario de Apocalipsis 1:10, 11. Si fuera la del Señor Jesucristo no habría necesidad de decir «Y la primera voz que oí», puesto que el Señor Jesucristo ha estado hablando a lo largo de los capítulos 2 y 3 en su mensaje a las 7 iglesias de Asia Menor.

La voz es la del Padre, pero el efecto es el de una trompeta. La trompeta se usaba: (1) Para anunciar convocatorias públicas (Neh 4:20); (2) para preparar un juicio (Jl. 2:1); y (3) para producir reverencia y temor (Éx. 19:16). El sonido de la trompeta se usa aquí metafóricamente para destacar la autoridad de la voz del Señor Soberano que habla con Juan. La expresión «hablando conmigo» (laloúseis met' emou) sugiere un mensaje o instrucción dirigido personalmente a Juan.

«Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas». El verbo «sube» (anába) es el segundo aoristo imperativo, voz activa de anabaíno. Esta forma verbal sugiere acción urgente. El apóstol recibe un mandato urgente de subir y, evidentemente, entrar por la puerta que le ha sido abierta en el cielo con el fin de recibir la revelación de parte del Señor. El verbo «mostraré» (deíxo) es el futuro indicativo, voz activa de deíknumi, que significa «mostrar», «exhibir». La promesa de deíxo soi («yo te mostraré») es en ejecución del plan de Dios el Padre al otorgar a Cristo la responsabilidad de transmitir el apokálypsis («revelación») a las iglesias (véase defxai [«mostrar»], 1:1). Su acción, que cumple esta promesa, comienza en Apocalipsis 6:1, donde el Cordero inicia el proceso de romper los sellos del rollo sellado con siete sellos.

El Señor promete mostrar a Juan «las cosas que sucederán después de estas». El texto griego dice: «las cosas que necesariamente sucederán después de estas». Esa declaración pone de relieve el hecho de la certeza del cumplimiento, y no habrá acción humana ni fuerza satánica que pueda impedirlo.

«Las cosas que necesariamente sucederán después de estas» completa la tercera división del bosquejo del libro que aparece en Apocalipsis 1:19. La referencia es a los acontecimientos que se describen en el resto del Apocalipsis, es decir, 4:1- 22:21. En esos capítulos se describe lo relacionado con el día del Señor, que abarca los juicios de la gran tribulación, la venida en gloria del Rey-Mesías y la creación de los nuevos cielos y la nueva tierra.

4:2

«Y al instante yo estaba en el Espíritu», mejor «inmediatamente me hallé yo mismo en espíritu». El texto griego omite la conjunción «y» lo que hace que la frase sea más dramática. También debe notarse que aunque la Reina-Valera 1960 sugiere que «en el Espíritu» se refiere al Espíritu Santo, es mejor tomar la expresión en pneúmatí como una alusión al espíritu de Juan. Tal como sucede en Apocalipsis 1:10, Juan es transportado espiritualmente hasta el mismo cielo, donde pudo contemplar las cosas que le fueron reveladas. Experimentó un segundo éxtasis que le permitió ser trasladado en su espíritu para recibir la visión que le fue dada. No existe fundamento para descubrir en este lugar un rapto de la iglesia.

«Y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado». «He aquí» (idou) es una interjección que se repite varias veces a través del Apocalipsis para llamar la atención respecto a una intervención divina o para señalar algún acontecimiento importante (véase 1:7, 18; 2:10, 22; 3:8, 9, 14, 20; 4:1, 2).

«Un trono establecido en el cielo». El sustantivo «trono» (thrónos) se usa 45 veces en el Apocalipsis. Aunque dicho vocablo tiene varios usos en la literatura clásica, aquí parece referirse a un trono de juicio o al estrado de un juez. Representa la absoluta soberanía de Dios y al hecho de que el Juez y Señor del universo está a punto de intervenir en la historia de la humanidad. El trono de la gracia se transformará en el trono de juicio.

Obsérvese que el trono está «establecido en el cielo» (ékeito en toi ouranoi). El verbo «establecido» (ékeito) es el imperfecto indicativo, voz media de kéimai y debe traducirse «estaba colocado», «estaba siendo puesto» o «estaba en pie». En cualquier caso, la idea es que el mencionado trono es colocado o introducido en ese momento porque antes no estaba allí. El trono es preparado para juicio (véase Sal. 9:7; también Dn. 7:9 donde se usa el plural «tronos»). La preparación de la escena de esos juicios tiene lugar en los capítulos 4 y 5 del Apocalipsis. El trono fue establecido «en el cielo», porque el Dios del cielo está a punto de manifestar su soberanía en la tierra (véase Dn. 2:44).

«Y en el trono, uno sentado». La expresión «sentado» (kathéimenos) es el participio presente, voz media de kátheimai, que significa «sentarse». El tiempo presente sugiere una acción en progreso que podría expresarse así: «Y en el trono, uno [que estaba] en el acto de sentarse» o «y en el trono, uno [que estaba] sentándose». Juan no hace ningún esfuerzo por describir concretamente o identificar dicha persona, sino que utiliza un símil para recalcar el efecto general de su percepción de aquel sentado sobre el trono. La combinación de kathéímenos («sentándose») y la preposición epí («sobre») frecuentemente designa a Dios a través del libro. La postura de estar sentado denota la actividad de reinar, no de descansar o del cese de la función sacerdotal como en Hebreos 1:3; 10:12; 12:2.

Pero lo más probable es que la expresión «sentándose sobre el trono» apunte al hecho de que Dios, como juez del universo, da comienzo a los juicios escatológicos profetizados en las Escrituras. El cuadro es el de un juez que entra en la corte judicial y toma su sitio en el estrado real porque el juicio va a comenzar.

4:3

«Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina». Las piedras preciosas mencionadas («jaspe y cornalina») simbolizan las deslumbrantes glorias, atributos, excelencias y perfecciones de Dios el Padre. El «jaspe» posiblemente se refiere al diamante y destaca el lustre brillante de luz blanca que describe la pureza de la gloria y la santidad de Dios (véase Ap. 21:11). El sustantivo «cornalina» en el texto griego es sardíoi o sardónica, es decir, una ágata de color rojo fuego o rojo sangre, que podría sugerir una expresión de la justicia y la ira de Dios. Lo que el apóstol describe no es a Dios mismo, sino su fulgor, su esplendor, porque a Él no se le puede describir (Éx. 20:4). En la visión se le representa como rodeado del lustre resplandeciente del diamante, claro como cristal, blanco, consumidor, simbolizando la santidad de Dios, y con el carmesí del sardio, color como de sangre, indicando que este santo carácter de Jehová se expresa por medio de los juicios.

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