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7 Pecados Capitales


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2013  •  4.209 Palabras (17 Páginas)  •  418 Visitas

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LOS SIETE PECADOS CAPITALES EN LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

Para quienes nos dedicamos a la actividad académica, sobre todo en las instituciones de educación superior como las universidades, el problema del conocimiento debería exceder al inmediato marco utilitario en nuestra actividad investigativa, se debería además de examinar las teorías construidas que de vez en cuando se presentan como una profana novelería y llegan a imponerse debido a nuestra inveterada costumbre novelera y, desde luego, de muy corto plazo, discriminar entre la ciencia y la literatura; debería ser una de nuestras primeras tareas, de ese modo se reorientaría en mejores condiciones los supuestos teóricos de nuestras investigaciones y de nuestros asesorados.

Nos encontramos a diario con investigaciones de todo tipo, hay algunas muy bien elaboradas, que abordan auténticos problemas que exigen una respuesta adecuada e inmediata, en tanto que otras, muestran una precariedad académica extraordinaria que no alcanzan a encontrar los supuestos teóricos que las orienten. Las primeras son lamentablemente muy escasas en tanto que las otras abundan y son muy frecuentes. La mayor parte de las investigaciones son trabajos de tesis para la obtención de un grado académico, y otras se producen dentro del marco que justifique la función de investigación en la docencia en las universidades públicas.

En este contexto, unos tratamos de privilegiar los supuestos teóricos, en la esperanza que el investigador al menos conozca una teoría que le permita explicar el problema que aborda, otros enfatizan el método, omitiendo o postergando los fundamentos teóricos (Palacios, 2008). Ambas tendencias terminan por mediatizar la investigación. En el primer caso, el descuido de la metodología la hace del todo vulnerable; y en el segundo, la falta de un fundamento teórico hace que el método termine convalidando ingenuidades, cuando no disparates. Hay otra tendencia: el snobismo por incluir teorías que se han puesto de moda. A veces estas teorías novedosas tienen una consistencia epistémica muy sólida, aunque no se la advierta de inmediato, sin embargo, no se les reconoce como tales por la trivialización que sufren para hacerlas accesibles al mercado. En tanto que otras son realmente triviales, pero habiendo postores en el mercado, el lucro se da sin pudor alguno, pues sus mentores no se interesan por la consistencia de las teorías cuanto por la demanda de éstas en el mercado, siempre ávido de grados académicos.

Una forma de corregir esta tendencia paradojal es ilustrar el mercado: los graduandos y las instituciones encargadas de hacerlo, estas últimas son, pues, o deberían serlo, las instituciones educativas, de donde egresan los postulantes a los grados. Sin embargo -y esto es lo más paradójico- muchas de ellas compiten entre sí disputándose el liderazgo de incurrir en este tipo de novelerías académicas, que han terminado por caricaturizarlas, y en un intento de ocultar este mal acomodo académico sobreactúan impostando formalidad, con lo cual la caricatura resulta mucho más grosera.

Lo anterior, lamentablemente no es reciente, lleva ya algunas décadas (Colom, 2000) y seguramente perdurará un buen tiempo. En un intento por reducir esta tendencia, el Perú ha ingresado tardíamente en un proceso de acreditación académica en las instituciones educativas superiores, que no logrará eliminarla, pero será posible reducirla en la medida que los miembros de las instituciones adquieran la vocación de enmienda y arrepentimiento académicos. El escepticismo por el resultado de la acreditación se funda en que este tipo de defraudación académica no es reciente, lleva décadas, y requerirá otras tantas corregirla a partir del momento que decidamos iniciarla.

Este propósito de enmienda tampoco es reciente, como lo ha señalado Fernando Savater, “nadie está condenado a repetir los errores de una educación defectuosa” (Savater, 1997). Seguramente habrá personas que individualmente hayan reparado en esta nefasta tendencia y hayan empezado el cambio en sí mismas, y de inmediato lo harán en las instituciones donde laboran. Estas personas constituyen un valioso activo que no puede ser ignorado si es que realmente se desea una acreditación, pero si es que esta acreditación resulta en sólo una apariencia, estos activos académicos seguirán en un estado de marginalidad en sus instituciones, como se observa en la actualidad.

El estado de postración académica en la que se encuentran muchas de las instituciones educativas, es debido a la falta de ética en la actividad académica, incluida la investigación (Colom, 2000) que guarda íntima relación con la precariedad académica de sus miembros, si hubiese competencia académica, habría una noción bien lograda de la ética, su falta implica la carencia de la otra. En este contexto es donde se intenta hacer investigación, es sintomático, nuestros investigadores se proponen diversos problemas como objetos de estudio, pero omiten otros problemas mucho más urgentes: ¿Cómo recuperar académicamente a las instituciones educativas? ¿Qué hacer? Y sobre todo ¿Por dónde empezar? Definitivamente los cambios que tanto se requieren en nuestra sociedad, cuando empiecen, deben provenir principalmente de las instituciones educativas superiores, aunque éstas sean pocas, pero no al revés, es decir, que las instituciones educativas se recuperen a la postre de las otras que conforman el conglomerado social.

En muchas ocasiones se han planteado estas interrogantes en diversos foros, desde las clases en pregrado y, por supuesto, en asambleas y congresos, encontrando de esta manera una tendencia saludable: muchos aciertan cuando señalan que debe iniciarse individualmente, recurriendo a la formación autodidacta, sin esperar que las instituciones se corrijan primero, o que la redención empiece por la administración de turno. Lamentablemente, los administradores de turno son a su vez egresados de instituciones cuya acreditación implicaría un proceso de un esfuerzo inmenso; más bien, curiosamente, los egresados de las instituciones académicamente acreditadas no muestran interés por la administración, sobre todo la pública.

EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO

Esta forma de conocimiento es una construcción que viene a ser el producto de la investigación científica. A partir de ella, nos percatamos de la presencia de diversos problemas, y la solución de los mismos es la obtención de nuevos conocimientos, siempre y cuando nos interesemos realmente en la producción de los mismos. Lamentablemente, muchos investigadores no se orientan en esta dirección: la construcción del desconocimiento. Se orientan de un modo utilitario, privilegiando

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