AUTORIDAD ESPIRITUAL. COMENTARIOS

COMENTARIOS ACERCA DEL LIBRO "AUTORIDAD ESPIRITUAL" Watchman Nee

En primer lugar quiero hacer notar que fue interesante para mí descubrir que el Libro Autoridad Espiritual de Watchman Nee no fue escrito por él, sino es una compilación de una serie de conferencias que él dictó y fue publicado por algunos de los asistentes al seminario de los apuntes tomados por ellos durante el mensaje de Nee.

La importancia de la Autoridad radica en esta máxima que escribe Nee: “LA AUTORIDAD DE DIOS REPRESENTA A DIOS MISMO” y El sustento del trono de Dios, ES SU AUTORIDAD Sal 47:8, Heb. 1:3.

El autor menciona que antes de la fundación de la tierra en el trono de Dios existía un ser al que nosotros conocemos como Satanás, Dios originalmente le llamo: Lucero o Querubín protector su estatus: era un ángel de un rango alto no era cualquier ángel era un “querubín” un ángel de alto rango que tenia funciones de alto rango como cuidar el árbol de la vida (Gen:3:24) y protegía objetos sagrados como el arca del pacto y sobre todo Satanás cuidaba el trono de Dios (Heb. 1:514; Judas: 6).

Más Satanás quiso ser igual a Dios (Is. 14:14) fue el principio de vanagloria y exaltación propia lo que condujo a Satanás a la rebelión. Violo la autoridad de Dios, él dijo: “En lo alto junto a las estrella de Dios levantaré mi trono me sentaré en el monte del testimonio” (Is. 14:13).

Esa lección nos lleva a dos principios básicos de servicio a Dios, todos los que servimos a Dios en la iglesia podemos estar obrando bajo cualquiera de estos dos principios:

EL PRINCIPIO SATANICO: Servir a Dios en la obra, pero sirviendo a Satanás en principios (el principio de la vanagloria y la autoexaltación propia).

EL PRINCIPIO DIVINO: Servir a Dios en la obra y reconociendo que a él le pertenecen, todo Reino, Autoridad y Gloria, sólo le pertenecen a Dios. (Fil:2:3)

De esos principios nace el problema de la iglesia actual, el cual es que muchas personas e iglesias se dividen, se alejan o se molestan constantemente por la REBELDÍA, el origen de este problema es que muchos de ellos sirven bajo el principio satánico, por eso en las congregaciones hay contiendas, vanagloria y envidias. La solución para evitar el principio satánico (Fil:2) es simple SUJETÁNDONOS EN OBEDIENCIA A DIOS Y A SUS AUTORIDADES ESTABLECIDAS.

El Autor narra muchos casos de rebelión para sustentar su tesis, de todos ellos me pareció interesante la caída de Adán y Eva, el no comer de cierto fruto más que una prohibición era Dios poniendo a Adán bajo autoridad para aprender la obediencia. Es más, Dios sujetó la creación bajo la autoridad de Adán, pero Adán tenía que ser sujetado bajo la autoridad de Dios. La rebelión de Adán y Eva fue desobedecer la Autoridad de Dios y el pecado fue comer. Adán y Eva caen en el principio de rebelión satánica: vanagloria y exaltación propia, dijo Satanás: “No moriréis, sino… seréis como Dios”; “vio la mujer que el árbol era para alcanzar la sabiduría” (Gen. 3:4,5). Toda desobediencia a la autoridad es rebelión y la rebelión hace todo lo contrario a su fin de vanagloria y exaltación, hace que pierdas la imagen y semejanza de Dios.

Aprendí que sólo el que se sujeta a la autoridad puede ser autoridad y que a Autoridad no se discute, no se analiza, no se considera, no se contempla, sólo se obedece. (Génesis 2: 16 y 17; 3:6) Dios siempre impone una autoridad para que nos sujetemos a ella. A donde quiera que lleguemos debemos identificar a la autoridad y sujetarnos a ella: iglesia, trabajo, país, etc. Lo primero que debemos hacer es identificar a la Autoridad y someternos a ella.

Nuestras acciones no deben ser gobernadas por el bien y el mal sino por obediencia. Antes de la rebelión el bien y el mal de Adán y Eva estaba en las manos de Dios. Actualmente toda persona nace con un propio sentido del bien y del mal, según cada uno no necesitan encontrarlo en Dios. Todos se rigen diciendo ¿qué tiene de malo? o ¡No le veo que tenga algo de malo! El Autor nos dice que a través de la redención (La cruz de Jesús) Jesús nos lleva al principio, en donde ahora encontramos nuestro bien y mal en Dios. Y ahora estamos dispuestos a ser obedientes a la Autoridad de Dios, esta obediencia no depende de lo que nos guste o no. La obediencia a su Palabra debe gobernar nuestra vida. La obediencia hace que nuestras acciones

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