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Autoridad Espiritual


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  2.368 Palabras (10 Páginas)  •  469 Visitas

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Autoridad espiritual

Autor: Dr. Horacio J. Cornelli

Autoridad: Es la facultad, derecho o poder de mandar, gobernar o regir sobre algo o alguien que le está subordinado. Capacidad de influir sobre los demás por ser importante o destacar en una actividad o materia. Crédito y fe que se da a una persona o cosa en determinada materia. La autoridad también es el prestigio ga-nado por una persona u organización gracias a su calidad o a la competencia de cierta materia. La autoridad exige la obediencia de los demás, porque sin la obe-diencia no existe la autoridad.

Espiritualmente hablando, la autoridad es el privilegio dado por Dios para realizar una acción particular. La palabra del Nuevo Testamento que está más cerca de nuestra palabra “autoridad” es exousía. Exousía se deriva de la palabra éxestin, que significa una acción posible y legítima que puede ser llevada a cabo sin obstáculo.

Rastreando en el Libro de Dios el origen de la autoridad encontramos el siguiente diálogo esclarecedor: “Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba…” (Juan 19:10-11).

Dios es la única fuente de toda autoridad: “Sométase toda persona a las autorida-des superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo es-tablecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mis-mos.” (Romanos 13:1-2).

Y, en uso de su paternidad, Dios ha conferido esa autoridad a su hijo: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” (Mateo 28:18).

Al mismo tiempo, Dios ha delegado Su autoridad a los hombres y mujeres para propósitos específicos. “Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalien-ten. Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.” (Colosenses 3:20-22). “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.” (Hebreos 13:17).

Pero la autoridad continúa siendo originaria de Dios: “11Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos. 12Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.” (1 Crónicas 29:11-12).

En pleno ejercicio de su autoridad, Dios legisló para el hombre: “15Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. 16Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.” (Génesis 2:15-17).

Pero el hombre se reveló contra la autoridad de su Creador: “4Entonces la ser-piente dijo a la mujer: No moriréis; 5sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Génesis 3.4-5).

“12¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. 13Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testi-monio me sentaré, a los lados del norte; 14sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.” (Isaías 14:12-14). Todo radica en el “yo”. Así como Satanás solo se puso a sí mismo como eje: a) “Yo subiré al cielo”, porque quiero ponerme al nivel de Dios; b) “Yo levantaré mi trono”, porque quiero ponerme en contra del trono de Dios; c) “Yo me sentaré”, porque quiero gobernar en lugar de Dios, y d) “Yo seré semejante al Altísimo”, porque quiero ser mi propio dios y, si fuera posible, también el de los demás.

Entonces, Jesús vino a traer nuevamente la autoridad de Dios a los hombres: 14Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evange-lio del reino de Dios, 15diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Marcos 1:14-15).

Es muy fácil determinar en qué reino estás: “¿Quién ejerce la autoridad sobre tu vida, Dios o tú mismo? La respuesta a esta sencilla pregunta, te ubica en el reino al que perteneces.

El deber de sumisión

Es una realidad comprobada que aquellos que enfatizan demasiado la autoridad y la sumisión, intentando inculcarlas como una doctrina bíblica fundamental, están más interesados en hacerse a sí mismos una figura de autoridad que en servir a sus hijos espirituales.

No obstante, la palabra Griega que se traduce más a menudo como “someter” en el Nuevo Testamento es el vocablo Hupotáso. Una mejor traducción de este término es “sujeción”. De acuerdo con el uso más común en el Nuevo Testamen-to, la sujeción es una actitud voluntaria de ceder, cooperar y permitir que otros nos amonesten y aconsejen.

La sujeción Bíblica no tiene nada que ver con dominio o poder jerárquico. Es sim-plemente una actitud de apertura, como la que manifiestan los niños, dando nuestro consentimiento a nuestro padre espiritual en la medida en que él refleja la mente de Cristo.

La sujeción Bíblica existe y es preciosa. Pero debe comenzar con lo que Dios desea y con lo que la Biblia asume, es decir, que nosotros, individual y corporati-vamente, estamos sujetos a Cristo Jesús; que nos sujetamos unos a otros, en el lugar donde nos reunimos, y que nos sujetamos a aquellos obreros probados y dignos de confianza que sirven al Cuerpo de Cristo de una manera sacrificada: “21Someteos unos a otros en el temor de Dios.” (Efesios 5:21).

Si estás funcionando de acuerdo al plan de Dios, estarás mutuamente sujeto a los hermanos con quienes te reúnes. Y, si tienes un padre espiritual de quien deseas heredar su manto de siervo de Dios, con mucho gusto recibirás su ayuda y consejo y estarás sujeto a él.

Cómo funciona el sistema de autoridad en el Reino de Dios

“25Entonces Jesús, llamándolos,

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