ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Antologia De Leyendas


Enviado por   •  18 de Enero de 2015  •  4.330 Palabras (18 Páginas)  •  1.153 Visitas

Página 1 de 18

MONTESSORI.

CUAUTITLÁN, MEX.

INTEGRANTES DEL EQUIPO:

Fernando Maldonado Cortes.

Magali Cervantes Cortes.

Brandon Samuel Medellín.

Natalia Yahel González del Muro.

Dylan Ulises Hernández Rodríguez.

MATERIA: Español III

GRADO: 3ro GRUPO: “B”

PROFESORA: Ericka.

PROYECTO:

“ELABORACIÓN DE UNA ANTOLOGÍA”

INDICE.

Introducción. 3

Presentación. 4

Propósito. 5

Dedicatoria. 6

Advertencia. 7

Prólogo. 8

“LA LLORONA” 9

“LAS APARICIONES DE LA VIRGEN DE GUADALUPE” 10

“EL CALLEJON DEL MUERTO” 14

“LA CASA BLANCA” 18

“EL FANTASMA DE LA BASÍLICA DE GUADALUPE” 19

“EL JINETE SIN CABEZA” 20

“LAS MOMIAS DE GUANAJUATO” 21

“EL TESORO DE LA PEÑA DE VALLE DE BRAVO” 23

BIBLIOGRAFÍA. 24

INTRODUCCIÓN.

Las leyendas fueron las primeras respuestas que distintos grupos humanos pudieron dar a preguntas tan fundamentales sobre su origen y destino, sobre el cómo y por qué de las cosas. A través de cada época han ayudado a la gente a explicar la realidad que les ha tocado vivir. También pueden ser historias que explican valores universales y así contribuyen a crear identidad entre grupos de gente, ya sea una pequeña aldea o una nación. La diferencia entre un mito y una leyenda es que la segunda parte de un fundamento histórico. Un buen ejemplo son las leyendas de caballería del Rey Arturo, pues es posible que en la baja Edad Media viviera en Inglaterra un rey semejante al que aparece ahí, en cuya vida se basó el relato.

En México empezaron a existir desde hace mucho tiempo en la época de los mayas cuando lo que mes querían era dar respuestas a las cosas que no se podían explicar y haciendo un mito o una leyenda era la mejor forma de hacerlo.

En las leyendas mexicanas lo que explicaban eran más los hechos de la naturaleza y aun ahora se consideran una gran fuente de entretenimiento y una forma de conocer un poco de lo que creían nuestros antepasados.

PRESENTACIÓN.

Esta antología contiene una serie de relatos llenos de creencias históricas y cultura mexicana. Estos relatos son mejor conocidos como leyendas.

En esta compilación decidimos incluir únicamente leyendas mexicanas porque se ajustan al valor y aprecio mexicano que se revelará en esta antología.

Las leyendas que escogimos son sencillas, pero también son de las más conocidas y entretenidas de México, además de que podemos envolvernos de la cultura que podemos encontrar y entender leyendo esta antología.

PROPÓSITO.

El objetivo que nosotros tenemos como equipo es saber sobre las leyendas que hay en nuestro país y mantener vivas las tradiciones mexicanas que deben transmitirse de generación en generación. Por eso es importante realizar esta antología de leyendas y así, las personas puedan recibir el mensaje que nos dan estas que se encuentran conjuntadas en esta compilación.

Además, también podemos entretenernos, nosotros y los lectores, con estas leyendas, ya que se puede crear suspenso si son de terror, curiosidad, interés, o diversión si se trata de otros tipos de leyendas y por eso son muy buena opción para entretener y quedar envuelto con las historias y tradiciones mexicanas antiguas .

Básicamente por eso decidimos hacer la antología sobre leyendas mexicanas.

DEDICATORIA.

Esta recopilación de leyendas va dedicada a todos los mexicanos. Estas leyendas forman parte de todas nuestras tradiciones, es algo de lo que debemos sentirnos orgullosos y también deberíamos transmitir nuestra cultura con este tipo de textos enriquecedores.

También van dedicadas a todas las personas que viven en los pueblos de donde se rumoran que sucedieron o provenían estas leyendas. En general, va dedicada esta antología a México.

A las personas que les interesa conocer un poco más sobre su país, o simplemente que quiere leer las leyendas por entretenimiento, a todas esas personas son a las que se dedica esta antología.

Va dedicada a usted como lector.

ADVERTENCIA.

Las leyendas que se encuentran aquí conjuntadas le gustaran, le encantaran y le dejaran deseando saber más, solo si usted es una persona a la que le interesa saber más sobre la cultura mexicana como es la que contienen estos relatos. Si usted es un lector al que le gusta entretenerse con historias que la gente cuenta, debería leer las leyendas de esta recopilación, ya que en esta antología encontrará este tipo de historias que algunas personas creen, y otras personas piensan que son solo cuentos, pero no importa si usted cree o no, que estos relatos son reales o falsos, aún así puede leerlos si es que le llega a interesar.

PRÓLOGO.

En esta antología hemos recopilado las leyendas mexicanas con más riqueza cultural en México.

Podríamos nombrar a esta obra, o antología, Leyendas Mexicanas: recopilación de riqueza cultural.

Estas leyendas existen desde tiempos muy lejanos, muy contadas por la gente de generación en generación hasta después de las guerras de independencia, durante la época de los españoles. De ahí hasta la actualidad, se han tratado a las leyendas como relatos que puede que sí hayan ocurrido, algunas personas creen en las leyendas que pasaron y continúan ocurriendo, también otras personas creen lo contario, creen realmente que no ocurrieron.

Una leyenda sirve para relatar fechas que puede interesar al pueblo mexicano, diciendo los hechos que pasaron también en el pueblo mexicano y pueden entretener a todos nosotros.

“LA LLORONA”

Cuenta está leyenda que hace muchos años atrás por las fechas de la conquista, una mujer indígenacomenzó una relación con uno español que era militar. Tiempo después de mantener está relación tuvo sus frutos, tuvieron 3 hijos, y como cualquier madre lo haría siempre los cuidaba y les demostraba su amor a sus hijos.

El militar preocupado siempre por el que dirán siempre rechazaba la idea de ella de formalizar su relación. El comenzó otra relación con una señorita de la alta sociedad española, y para casarse con ella abandono a la indígena y a sus hijos.

La mujer por todo el dolor que está separación le dejó y enterarse de que se casó con otra, llevó a sus hijos al río, y como no crecerían con el amor de su padre prefirió ahogarlos en el río, y luego se ahogó ella también por el remordimiento de haber matado a sus hijos. Desde ese día dice la gente se escucha el lamento de esta mujer exclamando su dolor y remordimiento buscando a sus hijos.

“LAS APARICIONES DE LA

VIRGEN DE GUADALUPE”

La mañana del día 9 de diciembre de 1531, muy tempranito, un indio mexicano, natural de Cuautitlán, llamado Cuahtlatoatzin, bautizado Juan, y por sobrenombre Diego, acudía desde su pueblo Tolpétlac a oír misa al templo de Santiago el Mayor, Patrón de España, ubicado en el barrio de Tlatelolco. Cuando al llegar el alba arribó al pie del cerro del Tepeyac, oyó que de la cima provenía un dulce y melodioso canto de pajarillos que se esparcía por todo el lugar.

Asombrado, volteó hacia el sitio de donde procedía tal prodigio y vio una nube blanca y resplandeciente rodeada de un colorido arco iris. Súbitamente, escuchó una dulcísima voz que le hablaba en lengua náhuatl, al tiempo que vio una hermosa señora que decía:

-Hijo mío, Juan Diego, a quien amo tiernamente como a pequeñito y delicado, a dónde vas?

A lo que Juan Diego le respondió:

-Voy, noble dueña y señora mía, a México al barrio de Tlatelolco a oír la misa que nos muestran los ministros de Dios y sustitutos suyos

Seguido lo cual, la Virgen hizo su famosa petición:

-Sábete, hijo mío, muy querido, que soy yo la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, Autor de la Vida, Creador de Todo y Señor del Cielo y de la Tierra, que está en todas partes, y es mi deseo que se me labre un templo en este sitio, donde, como Madre piadosa tuya y de tus semejantes, mostraré mi clemencia amorosa, y la compasión que tengo de los naturales y de aquellos que me aman y buscan y de todos los que solicitaren mi amparo, y me llamaren en sus trabajos y aflicciones; y donde oiré sus lágrimas y ruegos, para darles consuelo y alivio; y para que tenga efecto mi voluntad, has de ir a la ciudad de México, y al palacio del Obispo, que allí reside, a quien dirás que yo te envío, y como es gusto mío que me edifique un templo en este lugar, le referirás cuanto has visto y oído, y ten por cierto tú, que te agradeceré lo que por mí hicieras en esto que te encargo, y te afamaré y sublimaré por ello; ya has oído, hijo mío mi deseo; vete en paz, y advierte que te pagaré el trabajo y diligencia que pusieres; así harás en esto todo el esfuerzo que pudieres.

Ante esta divina petición, Juan Diego acudió presto a entrevistarse con fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, quien desconfiado del relato del indio, no le creyó y le despidió pidiéndole que volviese en unos días. Desalentado Juan Diego por la poca credibilidad que otorgó Zumárraga a su relato, por la tarde regresó al Tepeyac para informar a la Virgen del fracaso de su misión y pedirle que encomendara la tarea a alguien más importante y respetado que un simple indio. Sin embargo, María Santísima insistió en que debía regresar al otro día a llevar de nueva cuenta su petición al obispo. El indio aceptó con profunda humildad y al día siguiente, domingo 10 de diciembre, después de oír misa, Juan Diego volvió al palacio del obispo, humillado y con lágrimas en los ojos. Ante tanta insistencia Zumárraga empezó a dudar y formuló ciertas preguntas al indio, al tiempo que le pedía algún prodigio o señal que le indicase que, efectivamente, se trataba de la Madre de Dios. Entonces, Juan Diego se marchó, seguido de cerca por frailes menores encargados por el obispo de espiarle en sus pesquisas; pero, misteriosamente le pierden la pista una vez llegado al cerro. El indio le hizo saber a la Virgen la petición del prelado y le instó a regresar al día siguiente, para darle la señal demandada. Pero, el 11 de diciembre Juan Diego faltó a la cita con la Virgen debido a que su tío Bernardino, a quien quería mucho y era como su padre, tuvo fiebre muy alta causada por la enfermedad llamada por los indios cocoliztli. Fue tan mal curado por los médicos indios que fue necesario llamar a los religiosos de Tlatelolco para que le diesen la Extremaunción. Así, la madrugada del 12 de diciembre, Juan acudió a Tlatelolco evitando pasar por el sitio de las apariciones. La Virgen, al darse cuenta de la maniobra, se le apareció por el paraje por donde iba Juan Dieguito y lo interceptó preguntándole hacia dónde se dirigía. El indio, apenado, le explicó a la Madre del Señor la razón de su incumplimiento, a lo cual la Virgen le ordenó que fuese a lo alto del cerro a recoger rosas en su ayate y se las entregase a Zumárraga y díjole:

-Ves aquí la señal que has de llevar al obispo, y le dirás que por señas de estas rosas, haga lo que le ordeno...

Maravillado Juan Diego de encontrar rosas en un cerro tan yermo, agarró las más que pudo y se dirigió a la ciudad de México. Llegó ante Zumárraga, desplegó la tilma, cayeron las rosas al suelo, y apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe tal como la conocemos hoy en día, plasmada en la más humilde de las vestimentas.

Más tarde, el obispo y otros clérigos acompañaron a Juan Diego a su casa, donde el tío Bernardino, sano y contento, relató que se le había aparecido la Virgen para devolverle la salud e indicarle que, de ahora en adelante, la nombraran la Virgen María de Guadalupe.

En cuanto al divino ayate, fue guardado por el Obispo de México en su capilla particular y, poco después, llevado al altar mayor de la Catedral, para que todo el pueblo pudiese admirar tal portento.

Hoy, la sagrada imagen de la Virgen aparece en el interior de los hogares, en comercios, en los talleres, en los transportes, en las fachas de las casas y aun en los altares de muertos. Con su nombre se llama a miles de mujeres mexicanas. En todo México su presencia se enraíza profundamente, cohesiona y da identidad a los mexicanos. La devoción guadalupana es profunda, impulsa constantemente a los peregrinos a asistir a la Villa de Guadalupe desde los más remotos confines de México y aun del extranjero. La asistencia a la Basílica constituye una forma de venerarla, sobre todo el 12 de diciembre cuando diversas manifestaciones de la religiosidad popular se congregan confundidas en un sincretismo ancestral en que se funden lo indígena con lo español, para dar vida a la fiesta más importante de nuestro calendario ritual.

”EL CALLEJÓN DEL MUERTO”

Corría el año de 1600 y a la capital de la Nueva España continuaban llegando mercaderes, aventureros y no pocos felones, gentes de rompe y razga que venían al Nuevo Mundo con el fin de enriquecerse como lo habían hecho los conquistadores. Uno de esos hombres que llegaba a la capital de la Nueva España con el fin de dedicarse al comercio, fue don Tristán de Alzúcer que tenía un negocio de víveres y géneros en las Islas Filipinas, pero ya por falta de buen negocio o por querer abrirle buen camino en la capital a su hijo del mismo nombre, arribó cierto día de aquél año a la ciudad.

Después de recorrer algunos barrios de la antigua Tenochtitlán don Tristán de Alzúcer se fue a radicar en una casa de medianía allá por el rumbo de Tlaltelolco y allí mismo instaló su comercio que atendía con la ayuda de su hijo, un recio mocetón de buen talante y alegre carácter.

Tenía este don Tristán de Alzúcer a un buen amigo y consejero, en la persona de su ilustrísima, el Arzobispo don Fray García de Santa María Mendoza, quien solía visitarlo en su comercio para conversar de las cosas de Las Filipinas y la tierra hispana, pues eran nacidos en el mismo pueblo. Allí platicaban al sabor de un buen vino y de los relatos que de las islas del Pacífico contaba el comerciante.

Todo iba viento en popa en el comercio que el tal don Tristán decidió ampliar y darle variedad, para lo cual envió a su joven hijo a la Villa Rica de la Vera Cruz y a las costas malsanas de la región de más al Sureste.

Quiso la mala suerte que enfermara Tristán chico y llegara a tal grado su enfermedad que se temió por su vida. Así lo dijeron los mensajeros que informaron a don Tristán que era imposible trasladar al enfermo en el estado en que se hallaba y que sería cosa de medicinas adecuadas y de un milagro, para que el joven enfermo de salvara.

Henchido de dolor por la enfermedad de su hijo y temiendo que muriese, don Tristán de Alzúcer se arrodilló ante la imagen de la Virgen y prometió ir caminando hasta el santuario del cerrito si su hijo se aliviaba y podía regresar a su lado.

Semanas más tarde el muchacho entraba a la casa de su padre, pálido, convalesciente, pero vivo y su padre feliz lo estrechó entre sus brazos.

Vinieron tiempos de bonanza, el comercio caminaba con la atención esmerada de padre e hijo y con esto, don Tristán se olvidó de su promesa, aunque de cuando en cuando, sobre todo por las noches en que contaba y recontaba sus ganancias, una especie de remordimiento le invadía el alma al recordar la promesa hecha a la Virgen.

Al fin un día envolvió cuidadosamente un par de botellas de buen vino y se fue a visitar a su amigo y consejero el Arzobispo García de Santa María Mendoza, para hablarle de sus remordimientos, de la falta de cumplimeinto a la promesa hecha a la Virgen de lo que sería conveniente hacer, ya que de todos modos le había dado las gracias a la Virgen rezando por el alivio de su v&aacutestago.

-Bastará con eso, -dijo el prelado-, si habéis rezado a la Virgen dándole las gracias, pienso que no hay necesidad de cumplir lo prometido.

Don Tristán de Alzúcer salió de la casa arzobispal muy complacido, volvió a su casa, al trabajo y al olvido de aquella promesa de la cual lo había relevado el Arzobispo.

Más he aquí que un día, apenas amanecida la mañana, el Arzobispo Fray García de Santana María Mendoza iba por la calle de La Misericordia, cuando se topó a su viejo amigo don Tristán de Alzúcer, que p&aacutelido, ojeroso, cadavérico y con una túnica blanca que lo envolvía, caminaba rezando con una vela encendida en la mano derecha, mientras su enflaquecida siniestra descansaba sobre su pecho.

El Arzobispo le reconoció enseguida, y aunque estaba más p&aacutelido y delgado que la última vez que se habían visto, se acercó para preguntarle.

- A dónde váis a estas horas, amigo Tristán Alzúcer?

- A cumplir con la promesa de ir a darle gracias a la Virgen-, respondió con voz cascada, hueca y tenebrosa, el comerciante llegado de las Filipinas.

No dijo más y el prelado lo miró extrañado de pagar la manda, aun cuando él lo había relevado de tal obligación .

Esa noche el Arzobispo decidió ir a visitar a su amigo, para pedirle que le explicara el motivo por el cual había decidido ir a pagar la manda hasta el santuario de la Virgen en el lejano cerrito y lo encontró tendido, muerto, acostado entre cuatro cirios, mientras su joven hijo Tristán lloraba ante el cadáver con gran pena.

Con mucho asombro el prelado vio que el sudario con que habían envuelto al muerto, era idéntico al que le viera vestir esa mañana y que la vela que sostenían sus agarrotados dedos, también era la misma.

-Mi padre murió al amanecer -dijo el hijo entre lloros y gemidos dolorosos-, pero antes dijo que debía pagar no sé qué promesa a la Virgen.

Esto acabó de comprobar al Arzobispo, que don Tristan Alzúcer estaba muerto ya cuando dijo haberlo encontrado por la calle de la Misericordia.

En el ánimo del prelado se prendió la duda, la culpa de que aquella alma hubiese vuelto al mundo para pagar una promesa que él le había dicho que no era necesario cumplir.

Pasaron los años...

Tristán el hijo de aquel muerto llegado de las Filipinas se casó y se marchó de la Nueva España hacia la Nueva Galicia. Pero el alma de su padre continuó hasta terminado el siglo, deambulando con una vela encendida, cubierto con el sudario amarillento y carcomido.

Desde aquél entonces, el vulgo llamó a la calleja de esta historia, El Callejón del Muerto, es la misma que andando el tiempo fuera bautizada como calle República Dominicana

“LA CASA BLANCA”

La Casa Blanca se ubica en la calle de Hidalgo 43 en San Ángel, uno de los barrios más hermosos del sur de la Ciudad de México. Fue edificada en el siglo XVII por los condes de Oploca, al estilo de las casas campiranas de la época. Su portal es sencillo y bello; en la parte superior del zaguán puede verse un escudo de armas.

Durante la intervención norteamericana de 1847, dio alberge a las tropas extranjeras; y más tarde, de 1863 a 1867, fue ocupada por las fuerzas armadas francesas, con la anuencia de su entonces propietario José del Villar y Bocanegra. Posteriormente, la casa pasó a ser una congregación de monjas. El inmueble se vendió varias veces; en 1902 era propiedad de Willam Lucien Morkil.

Casa blanca imagenLa leyenda de la Casa Blanca nos dice que doña Giomar, dueña de la casa, tenía un enamorado que le prometió, formalmente, matrimonio. Pero don Lope, mujeriego y casquivano, faltó a su promesa. Decepcionada y herida en lo más profundo de su femineidad, doña Giomar murió de la pena. Años después, de regreso a México, don Lope pasó por la puerta de la Casa Blanca, y oyó una voz que desde adentro le llamaba. La curiosidad le hizo acercarse a una ventana, agarrar los barrotes y tratar de ver hacia el interior. Cuando don Lope asustado quiso huir, no pudo despegar las manos de las rejas. Lamentablemente, al día siguiente fue encontrado muerto en la ventana y con las manos fuertemente apretadas a las rejas de hierro forjado. Desde el día de este hecho legendario hasta hoy, por la ventana puede verse a la luz de la Luna a doña Giomar sentada y acongojada, esperando la llegada de su amado.

“EL FANTASMA DE LA BASÍLICA DE GUADALUPE”

Algunas personas que visitan la moderna Basílica de Guadalupe en las noches o mendigos que duermen en sus escalinatas cuentan haber visto a una mujer saliendo de la antigua Basílica de Guadalupe, portando una vela que sigue encendida a pesar de la lluvia o del viento, y caminando hasta la moderna Basílica donde entra atravesando las paredes.

Algunos por curiosidad han entrado a la Basílica y la han visto dejar la vela en ofrenda, rezar y después desaparecer. Se rumora que es un alma en pena que cumple una manda que no cumplió.

“EL JINETE SIN CABEZA”

Se dice que en un pueblo muy aislado de toda civilización se contaba la historia de un jinete que acostumbraba a hacer su recorrido por las noches en un caballo muy hermoso, la gente muy extrañada se preguntaba ¿que hombre tan raro por que hace eso?, ya que no era muy usual que alguien saliera y menos por las noches, a hacer esos recorridos.

En una noche muy oscura y con fuertes relámpagos desapareció del lugar, sin dar señas de su desaparición.

Pasaron los años y la gente ya se había olvidado de esa persona, y fue en una noche igual a la que desaparecio, que se escuchó nuevamente la cabalgata de aquel caballo. Por la curiosidad muchas personas se asomaron, y vieron un jinete cabalgar por las calles, fue cuando un relámpago cayó e iluminó al jinete y lo que vieron fue que ese jinete no tenia cabeza. La gente horrorizada se metió a sus casas y no se explicaban lo que habían visto...

“LAS MOMIAS DE GUANAJUATO”

Época Colonial, Guanajuato es una ciudad con muchos atractivos para el viajero, por su fisonomía que es única, por su historia que es maravillosa, por su abolengo cultural que la coloca en un sitio de privilegio en el país y más allá de sus fronteras; por sus manifestaciones artísticas a través de su teatro universitario, su Orquesta Sinfónica y su Estudiantina.

Sí, así es en efecto pero las cosas raras siempre serán motivo de singular atracción.

La gran mayoría de turistas, los que por primera vez vienen a Guanajuato, han recibido de los anteriores, de manera especial, dos recomendaciones: el Callejón del Beso y que vean las Momias.

La momificación se debe, sin que sea esta una opinión científica, a la ventilación especial, es decir, a la altura más bien que al terreno pues lo mismo ocurre en las gavetas que en el suelo.

Con toda seguridad que el fenómeno tiene lugar desde que fueron exhumados del Panteón Municipal, al termino del tiempo reglamentario, los primeros cadáveres.

Ese termino es de cinco años, pero la momificación debe consumarse antes.

El dato de mayor importancia para nuestra población es la circunstancia de la gran mortandad que hubo y porque varios de los cuerpos, por temor a que se propagara más la peste eran inhumados casi en seguida de que se declaraban muertos.

Así sucedía que en algunos casos se les sepultaba cuando en realidad todavía no expiraban, de modo que al volver de aquel estado cataléptico, ya en la tumba, morían finalmente por desesperación, por angustia o por asfixia. De ahí esa mueca de dolor que hay en algunas momias.

Esto fue cuando la peste del cólera morbus que registró en nuestra población allá por 1833. Aun no existía el panteón actual (1861), que es donde se verificó la momificación.

Tal era la cantidad de muertos, que fue necesario abrir panteones complementarios en las de la Compañía San Francisco, San Diego, Santa Belén, San Roque, San Sebastián. Esta es una de las más antiguas.

A partir de 1861, fecha en que se inauguró el Panteón Municipal siendo Gobernador del Estado del General Francisco Pacheco, datan las primeras momificaciones. El primer cadáver momificado que se exhibió correspondió al doctor francés Remigio Leroy, en 1965, que aún existe.

Desde hace muchos años las momias se exhiben al publico en una cripta que se halla justamente debajo del lugar donde se registra este hecho curioso. En una galería que hay al fondo se ofrece el macabro espectáculo, formando las momias una doble fila como 15 metros de fondo y acertadamente detrás de una vidriera.

Por todo lo anteriormente expuesto en forma tan llana, el publico debe desechar, por inciertas, todas esas leyendas baratas que cuenta la gente.

“EL TESORO DE LA PEÑA DE VALLE DE BRAVO”

Desde hace mucho tiempo se ha venido contando de generación en generación y todas lo han creído al pie de la letra, en que la peña del valle de bravo hay enterrado un valiosísimo tesoro.

En el Valle de Bravo, poseedores de una gran extensión de tierra, había unos españoles sumamente ricos y que temiendo ser presa de los terribles guerrilleros, determinaron separarse de la nueva España para encaminarse a su patria; pero antes de hacerlo enterraron una cuantiosa fortuna en la Peña del valle.

Consumada la Independencia por el gran libertador D. Agustín de Iturbide y cuando él país comenzó vivir separado de la corona de castilla, aquellos españoles que Habían dejado sepultada enorme fortuna en la peña del valle, enviaron a 2 personas de su confianza a México para que encaminándose a la población del valle buscaran en la peña aquel tesoro; y para que con facilidad dieran con él les dijeron que encontrarían como señal un enorme clavo.

Aquellos españoles llegaron a México y ya en el pueblo del Valle y más aún en la peña buscaron con todo empeño y gran tenacidad la fortuna oculta; pero nunca la encontraron porque jamás dieron con el enorme clavo que les había dado como señal. Por lo tanto se tiene plena seguridad de que en los ricos del valle de bravo denominados la peña permanece aún ocultó aquel tesoro que dejaron escondido los riquísimos españoles.

BIBLIOGRAFÍA.

 http://es.scribd.com/doc/96648621/Antologia-de-Mitos-y-Leyendas

 http://www.mitos-mexicanos.com/leyendas-cortas/el-tesoro-de-la-peel-valle-de-bravo.html

 http://www.mitos-mexicanos.com/leyendas-cortas/el-jinete-sin-cabeza.html

 http://www.mitos-mexicanos.com/leyendas-cortas/Pagina-2.html

 http://www.mitos-mexicanos.com/leyendas-mexicanas-epoca-colonial/

 http://leyendas9.blogspot.mx/2013/02/leyendas-y-mitos-de-mexico-prologo-en.html

 http://leyendasindigenas.com.mx/leyenda-indigena-de-la-llorona/

...

Descargar como  txt (26 Kb)  
Leer 17 páginas más »
txt