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Así como eres así te ama


Enviado por   •  8 de Octubre de 2015  •  Apuntes  •  1.508 Palabras (7 Páginas)  •  129 Visitas

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Así como eres así te ama.

Mujer samaritana.

¡Hola, buenas tardes! No le daré mi nombre, porque mi nombre no importa, solo deben saber que soy de Samaria, un pueblo rechazado por el pueblo Judío. Según ellos son la nación pura, el pueblo de Dios y nosotros, que también somos hijos de nuestro padre Abraham, nos rechazan y desprecian. ¿Por qué? Porque en el tiempo de los reyes fuimos invadidos por los asirios y trajeron a otras naciones para poblar nuestras ciudades, algunos de nuestros antepasados se mezclaron con ellos, mezclaron la religión, la sangre. Pero no todos, algunos fueron fieles a Dios, y muchos seguimos buscando al Dios vivo y verdadero.

Aquí estoy, en el pozo que Jacob hizo para su pueblo, así que este es el lugar de adoración, los judíos dicen que debe ser en Jerusalén, pero no nos dejan ir allá. Yo tenía hambre de amor, de aceptación, todos me rechazaban, mi familia, mi pueblo, y pensaba que Dios mismo también me rechazaba, porque mi conducta no había sido la adecuada.

El día que conocí al rabino judío, de nombre Jesús, era un día como cualquier otro, y según mi costumbre, fui al pozo al medio día, a la hora en que nadie va, para no sufrir las burlas, las agresiones de las mujeres del pueblo. Ese día Él me miro, me habló con tanto amor, pensé, seguramente no sabe quién soy, y yo no iba a decirle nada. Me pidió un poco de agua y sus palabras me sonaron como una invitación, intuí que era un maestro, le hice preguntas sobre cómo buscar a Dios en adoración, y de repente, se reveló, me dijo “yo soy el Cristo” ¡lo sabía! Me dije dentro de mí, me miró y me dijo “ve y llama a tu marido” ¿a mi marido? Porqué a mi marido, pensé, acaso sabe algo, ¿quién le habrá dicho algo? Le dije apenas audible “no tengo marido” me miró, me sonrió y con amor me dijo: “has respondido con la verdad, porque 5 maridos has tenido y el que tienes ahora no es tu marido” ¡Él lo sabía, lo sabía desde el primer momento! Él ya sabía quién era yo, lo que había hecho y aun asi me amó, me invitó a beber de la fuente de agua para vida que es Él y yo lo acepte, lo más importante, lo más impactante es que ¡así como soy, así me ama! ¡Así como eres, así te ama!

Desde entonces mi vida cambio, Él la cambio. Cambio el rechazo por aceptación, el desprecio por amor. Y este amor no ha cambiado, su amor alcanza a todo aquel que en él cree, no esperes, no rechaces su invitación, ¡ven a Él! ¡Así como eres, así te ama!

Ven a Jesús.

La mujer que tenía 12 años enferma de flujo de sangre.

¡Buenas tardes! Soy una mujer que sufría mucho, no diré mi nombre pues no es importante, lo importante es mi experiencia con aquel que se hacía llamar “el Hijo del Hombre”. Antes de mi encuentro con él, mi sufrimiento era tan grande como para ser llevado por una sola persona, durante 12 años había llevado sobre mí, una rara y dolorosa enfermedad. 12 años eran casi toda mi vida. El dolor aunque grande, no era físico, sino dolor en el alma, ese dolor que te hace gritar dentro de ti, para que nadie lo escuche; ese dolor que te desgarra poco a poco, sin poder evitarlo; ese dolor que te hace tragarte tus lágrimas, aun en tu soledad.

Yo estaba sola, no debía acercarme a la gente, porque yo era una persona inmunda y si alguien me tocaba o si yo tocaba algo, se hacía inmundo; durante 12 años busque la solución a mi problema, visitando a todo médico que me recomendaban, tomando los tratamientos médicos y los remedios que me decían, yo hacía todo lo humanamente posible para sanar, sin resultados favorables. Con el paso de los años, mi carácter fue cambiando, con tanta amargura, resentimiento, enojo, ira; contra todo y contra todos, incluso contra Dios. ¿Por qué yo? Le decía a Dios, ¡yo no lo merezco! Solo había un gran silencio como respuesta.

Cuando gaste casi todo mi dinero, cuando ya no tenía esperanza, cuando estaba derrotada y sin fuerzas, escuché hablar a la gente de Jesús, el Mesías prometido: decían que había sanado a muchos, a ciegos, cojos, sordos, leprosos y que había expulsado a los demonios. Pregunte quién era, cómo era, dónde lo podría ver y me lo dijeron. Lo empecé a seguir de lejos, yo quería saber y ver con mis propios ojos si era verdad lo que decían de él. Escuché sus enseñanzas, hablaba de amor a Dios y al prójimo como los más grandes mandamientos, y todos los que venían a él, Él los recibía, a nadie rechazaba. Vi su amor, el mismo amor de Dios, y creí en él. Él era el hijo de Dios, solo él podía ayudarme.

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