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Atrapados en la espiral de la violencia.


Enviado por   •  22 de Mayo de 2018  •  Síntesis  •  2.572 Palabras (11 Páginas)  •  145 Visitas

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Atrapados en la espiral de la violencia.

Introducción:

¿Violencia intrafamiliar? ¿Violencia en mi familia? Por favor, ¡Nosotros los cristianos no tenemos ese problema! Eso es de los no creyentes; en mi familia nos amamos y nos respetamos y nunca tenemos dificultades. Esta ha sido la reacción de muchos líderes de las iglesias ante esta temática.

Ojalá que la frase: ¡Nosotros los cristianos no tenemos ese problema! fuera vedad. Pero la realidad nos muestra que la violencia familiar se encuentra latente no solo en las familias de los no creyentes, sino también ¡en las familias que componen las iglesias! Y esto está comprobado por las estadísticas.

En una iglesia se descubrió que: en el 60% de las parejas habían episodios cotidianos de violencia verbal, como gritos, insultos y amenazas. El 30% admitió haber tenido explosiones de ira acompañado con empujones y golpes, y en un 10% de las familias admitieron haber sido participantes de golpes y maltrato físico.

Como creyentes no debemos tratar de evadir este tema sino más bien tomar conciencia de que la violencia familiar se encuentra aún en los hogares de los creyentes. Si esto es así ¿qué es lo que pasa con el creyente que enseña y predica en la iglesia y durante la semana golpea a su cónyuge?

Objetivo: Concienciar a los oyentes que la violencia intrafamiliar se encuentra aún en los hogares de los creyentes. Se propondrán alternativas basándonos en lo que la Biblia dice, para evitarla y no permitir que nuestros hogares se agreguen a las estadísticas.

Lamentablemente no todas las personas que viven una situación de agresividad o denigración, tienen la claridad mental y la fortaleza espiritual para ponerle fin, y continúan sumidas en ella muchas más, no pueden contar su historia de infortunio, pues su silencio les podrá costar hasta la vida.

Y tantas otras que sufren opresión, de formas más sutiles de ejercer violencia, como la descalificación, manipulación o anulación de la personalidad, que padecen sin darse cuenta.

Probablemente tú, apreciada hermano (a), joven o señorita que me estas escuchando, seas también una víctima y no lo has descubierto, o aunque tal vez lo sabes, no encuentras la fuerza para buscar la salida.

Les invito esta semana de vida familiar a enfrentar juntos esta realidad, ya que conociendo sus causas, formas, razones y consecuencias, estarás prepara para saber si el comportamiento de tu pareja, padres, hermanos, amigos o compañeros de trabajo hacia ti, es un tipo de violencia, así podrás defenderte y poner un alto a quien te esté maltratando.

Aquí tenemos que diferenciar entre “conflicto familiar” y “violencia familiar”. El conflicto no es un indicador de violencia. Es parte natural de una relación en donde interactúan dos seres totalmente diferentes. La violencia es el método que usan algunos miembros de las familias para darle solución a los conflictos. La violencia va desde una mirada cargada de odio, hasta la misma muerte.

Esto es violencia:

Violencia es toda conducta o comportamiento, acción u omisión que deliberadamente, en forma intencional, se utiliza para ejercer el poder sobre otro, dominarlo, controlarlo, maltratarlo o presionarlo con el fin de someterle, lastimarle, o causarle sufrimiento, atentando contra su integridad personal.

Puede tratarse de un acto ocasional o bien ser recurrente.  Esto quiere decir que puede tratarse de un hecho aislado, que ocurrió una sola vez, o de un sistema constante y repetitivo de agresión contra alguien.

El agresor ejerce el poder por medio  de la fuerza física, psicológica, económica o política.

Quien es víctima de violencia, sufre consecuencias y daños físicos, emocionales o psicológicos, que le producen mucho dolor y que en numerosas ocasiones, son irreversibles.

La violencia no surge espontáneamente, es una conducta aprendida, una forma equivocada de relacionarse con los demás, que es percibida como normal, pero que dista mucho de serlo.

La violencia familiar, ya sea entre cristianos o no, se presenta como un ciclo en tres fases:

  1. Acumulación de tensiones: Comportamiento agresivo más hacia los objetos que hacia el cónyuge. (dar portazos, arrojar objetos, romper cosas, etc.). Poco a poco se mueve desde los objetos hacia la pareja, manifestado en abuso verbal y físico.

Una persona agresiva o que presenta ocasionalmente conductas agresivas, por lo general está respondiendo  a otros factores que disparan su agresividad. Estos pueden ser algún comentario, gesto o ataque físico, la tensión ocasionada por problemas de pareja, familiares, económicos y laborales.

Por ejemplo el padre de familia que vuelve a casa después de una larga y tensa jornada de trabajo, más un par de horas en el tráfico y contesta con agresividad al saludo efusivo o demanda de atención de su hijo pequeño.

En este caso la persona responde sin darse cuenta, al menos de momento, de que está siendo agresivo. Está reaccionando ante un hecho que percibe como una agresión, y su intención nunca es la de causar un malestar o un daño en la otra persona, de manera intencional.

  1. La violencia se agudiza: Conscientemente el abusador elige sus actos de violencia, decide el tiempo y el lugar para los episodios así como qué parte del cuerpo golpear. En algunos casos aquí es donde se da la intervención policial.

La violencia es una forma consciente y premeditada de dominar a una persona que se percibe como más débil, atacándola con palabras, golpes, amenazas, silencios prolongados, etc.

Una persona violenta no está respondiendo a una agresión previa, porque en la mayoría de los casos, no existe ninguna causa justificada o real para que el agresor desate la violencia sobre su víctima. Cualquier pretexto es válido para lastimar a otro.

A lo largo de nuestra historia hemos sido testigos de terribles actos de violencia como las guerras, o los genocidios, con los que se ha pretendido imponer criterios religiosos, económicos, raciales o políticos mediante el abuso de la fuerza y el ejercicio del poder.

Lo grave de todo esto, es que la violencia inicia en forma casi imperceptible, rebasando el ámbito público y se ha ido colocando hasta las estructuras más básicas como la familia, la escuela o las relaciones de pareja.

  1. Surge del deseo de tener poder

Hay hogares cristianos en donde los integrantes de la familia mantienen una lucha interminable por el poder. Y esa lucha es la que muy pronto produce violencia entre la familia. El padre autoritario se olvida de su experiencia con Cristo y del amor que ha sido derramado en su corazón por el Espíritu Santo e impone a todos que se sujeten a su autoridad.

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