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Aurora de La Chinita


Enviado por   •  30 de Junio de 2022  •  Ensayos  •  5.201 Palabras (21 Páginas)  •  67 Visitas

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República Bolivariana de Venezuela

La Universidad del Zulia (LUZ)

Maestría en Ciencias de la Comunicación

Mención Sociosemiótica de la Comunicación y la Cultura

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Una despedida celestial: Función simbólica del ritual «Aurora de la Chinita» en Maracaibo

Presentado por:

Lcdo. Robinson Alaña

20.726.510

Julio, 2015

Introducción

En medio de la feligresía, existen factores con significados ausentes que no permite tener una creencia «madura» de un ideal base. Esta problemática puede darse por distintos factores,  falta de  educación cultural, ausencia de orientación psicológica o simplemente la abstinencia.

Se presenta una investigación de análisis desde la perspectiva semiótica sobre el ritual «Aurora de La Chinita». Este se fundamenta en la teoría y modelo de Grimes 1982, para concretar un mapa de estudio avalado. A través de ello, se pretende mostrar toda una gama de significación detallada del proceso y así identificar micro ritos sagrados y/o profanos.

La finalidad de estudio es justificar y explicar las acciones ritualizadas a modo de indagar el gran mudo ritual. Además, mas allá de una denuncia, se pretende ver cómo influye la presencia del individuo postmoderno en un ritual con un mito fundador.

Una despedida celestial: Función simbólica del ritual «Aurora de la Chinita» en Maracaibo

  1. Nos visitará el sol que nace de lo alto

La religión católica como orbe enigmático, se ha sumergido en el profundo túnel del tiempo donde se encuentra recluido el hombre; el mismo que antes de su evolución fue creado por el protagonista de la historia que publicita dicha iglesia.

 En el versículo siete, capítulo dos del evangelio de Lucas en la biblia católica, se dice que nació un niño varón de una mujer virgen que fue engendrado en ella por un espíritu santo. Este segmento del gran conjunto de libros recubre un signo de «auxilio» en la historia de la humanidad, (desde la perspectiva cristiana) puesto que se marca una tangente que hace diferencia entre el antiguo y nuevo testamento.

El primer memorial es referente al «inicio del todo» donde se encuentran los libros iníciales, narradores de hechos prehistóricos que describen las primeras manifestaciones de Dios a través de su propia presencia (libro del génesis), por medio de comunicaciones espirituales establecidas con hombres (Génesis 15, 17; Éxodo 19, 5-6; Génesis 37- 50, otros) y milagros patentes (Éxodo 3, 2-4; Números 17, 1-10; Josué 3,14-17; 2 Reyes 4:38-41, otros). Al principio, se muestra a una figura suprema traicionada por su propia creación que desvía los planes iníciales de ésta.

«…Y lo sacó Yhavé del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida[1]»(Gn. 3,23-24)

        Por tanto, toda humanidad venidera no era grata de entrar en el reino del plan fundador.

 Teólogos, sacerdotes, religiosas, e investigadores apoyan la teoría bajo la interpretación de que figuras como Abraham, Sara, Moisés, Job, Jacob, Josué, Jonás, Débora, y muchos otros, no entraron en el reino de los cielos sino hasta que este mandato caduca con la llegada de Jesucristo, figura principal del segundo testamento.

En el siguiente y último memorial se re-direcciona la «historia de salvación». Como se ha dicho anteriormente, Dios hablaba a la tierra a través de los profetas, esta vez se manifiesta en su hijo nacido de María (Figura importante en este plan) y a través de  los ángeles.

La llegada de Jesucristo a la tierra, dicho de una manera poética es la semejanza de la entrada de luz en medio de la oscuridad. Se dice que el pueblo de Israel no tenía esperanza sino en la propia vida miserable carente de sentido, por tanto, la venida del hijo de Dios grafica un sol naciente de lo alto en medio de las tinieblas de tantos años.

«El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor» (Lc. 4,18-19)

De este modo, la entrada de Cristo a la tierra cobra un sentido aún más profundo, liberando a los antepasados –y hermanos venideros- haciendo por medio de su propia muerte, la supresión del pecado original, de esta forma, que ellos puedan gozar del reino del padre.

«Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él»  (Jn. 3,17)

Bajo dicha hipótesis en toda esta narración, no hay Cristo sin María. El «icono» de la maternidad desde el principio de toda existencia ha sido fundamental para el desarrollo y evolución del hombre. Y en el caso particular de Jesucristo, su madre es un ente esencial para su plan divino. Por medio de ella, el hijo de Dios aprende en lo que humanamente le correspondía instruirse, además por su intercesión en vida, se mostraron los primeros milagros de su Jesús, tal es el caso de la aparición del vino en las bodas de Caná (Jn. 2, 1-11).

La figura de la virgen María en la iglesia católica es de tal importancia, que se reconoce como madre propia de los cristianos primitivos y cristianos actuales.

«Y cuando Jesús vio a su madre, y al discípulo a quien él amaba que estaba allí cerca, dijo a su madre: ¡Mujer, he ahí tu hijo!, después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa »(Jn. 19,26-27)

Por ello, hoy en día la veneración a la imagen de la madre de Dios[2] se lleva por muchos países bajo distintas advocaciones que se han manifestado por diversas partes del mundo. Todas ellas, con nombres variantes según el sitio de origen pero con la esencia de la propia virgen María, tal es el caso de: María de Altagracia (República Dominicana), María de Guadalupe (México), María Auxiliadora (Italia), María Aparecida (Brasil), y otras.

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