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Basilio de Cesarea - A los Jovenes


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2018  •  Trabajos  •  2.226 Palabras (9 Páginas)  •  245 Visitas

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CAPÍTULO I

A LOS JÓVENES (I)

Este manuscrito se basa en la obra de San Basilio de Cesarea, haciendo hincapié en sus experiencias y vicisitudes.

Copiando del texto: “Muchos son los motivos que me incitan, hijos míos, a aconsejaros lo que juzgo que es lo mejor y lo que os será útil a la hora de escoger. Pues la edad en la que estoy, el haberme ya puesto a prueba en muchos menesteres y, además, haber sido partícipe de bastantes vicisitudes de uno y otro signo, de las que tanto se aprende, todo esto me ha dado la suficiente experiencia de las cosas humanas como para poder mostrarles, a quienes acaban de instalarse en la vida, el más seguro, diríamos, de los caminos.”

Basilio trata de enseñar a los jóvenes, que mediante el binomio “vicisitudes-experiencia” se puede lograr el aprendizaje constante, que es necesario para el discernimiento entre lo bueno y lo malo; al respecto menciona que uno no debe guiarse por todo lo que le es enseñado, porque significaría entregar el timón de la nave, más bien él aconseja que debemos oír las enseñanzas pero siempre utilizando nuestro propio razonamiento a fin de poder ir absorbiendo lo que nos será útil e ir descartando lo que no lo será.

A LOS JÓVENES (II)

En este apartado, Basilio habla de lo material y lo espiritual, manifiesta que todos los bienes materiales que atesoramos en la vida humana, es decir, en la vida sobre la tierra, no valen nada. Además, expresa que no se debe calificar como “bueno” algo que implique existencia física (material), sino más bien buscar ese sentimiento de felicidad que nos transmita una acción en sí misma; es así que aconseja el hecho de buscar lo bello en las cosas, ya que es ese valor de “belleza” que le damos a un objeto lo que verdaderamente importa y no así el objeto en sí.

Así también habla de que a medida que pasa el tiempo uno va ejercitando eso a lo que él llama “el ojo del alma”, que significa el hecho de que debemos saber apreciar lo que es realmente importante, debemos saber valorar lo esencial, y esto lo lograremos a partir del conocimiento de lo sagrado de las enseñanzas, no obstante, para llegar a ello primeramente debemos iniciarnos en lo profano, para que luego podamos percibir los misterios que encierran las sagradas enseñanzas.

A LOS JÓVENES (III)

La verdad es el tema en este pequeño apartado. “Tal como la virtud propia de planta es cubrirse con los brotes de su fruto en sazón, y produce también, como un adorno, las hojas que se agitan entre sus ramas, igualmente, para el alma, su fruto primordial es la verdad, pero no está mal que quede revestida de esa sabiduría ajena…”.

En ese sentido, Basilio menciona que para hallar la verdad es necesaria la confrontación entre una enseñanza y otra, es decir, se deben contraponer dos vertientes, dos extremos, y de esa manera uno va a percibir cuál de ellas es mejor, y con ello se podrá determinar cuál representa “la verdad”.

Al respecto, resulta muy necesario traer a colación un versículo de la Biblia (Juan 8:31-38):“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

Así también se puede mencionar otro versículo muy importante (Juan 14:6) “Jesús le dijo: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre sino por mí”.

Y de este mismo modo existen varios versículos en la Santa Biblia que se refieren a “la verdad”. No obstante, el ánimo entre todos ellos tiene en común una sola cuestión: “El hecho de estar en comunión con Dios es andar en la verdad, y todo el que es de la verdad oye su voz”.

A LOS JÓVENES (IV)

“Y como, al tomar la flor del rosal, evitamos las espinas, así también en tales obras, tras recolectar cuanto es útil, guardémonos de lo nocivo”.

De esta manera, el autor manifiesta que, si bien debemos escuchar las enseñanzas, así también debemos tener en cuenta de quiénes vienen las mismas, ya que existen oradores y “maestros” que utilizan palabras atractivas a los oídos, pero con el único fin de confundir nuestro ser, darnos una visión errónea de la verdad y de esa manera lograr llevarnos por el mal camino y sobre todo despojarnos de lo verdaderamente bueno que hemos aprendido.

En ese sentido, podríamos decir que el autor se asemeja en cierta medida a San Agustín de Hipona, el cual tuvo muchas vicisitudes en su vida antes de su conversión. “Guardémonos de lo nocivo” es no manchar el alma con el pecado mortal, ya que incluso el pecado venial deliberado puede hacernos daño; para eso Jesucristo instituyó el Sacramento de la Reconciliación, para volver al camino angosto de la salvación eterna, y evitar el sendero ancho de la perdición.

A LOS JÓVENES (V)

“El único de los bienes inexpropiables es la virtud, que permanece tanto en vida como después de la muerte”.

        Basilio realiza un análisis de lo que varios poetas y filósofos han expresado con respecto a la virtud, en ese sentido ha llegado a una sola conclusión: la virtud es una cualidad innata en las personas y que conlleva un esfuerzo constante para mantenerla a flote, ya que vivimos en un mundo lleno de malicias, vicios, pecados y demás factores que de cierta manera nos afectan en la medida en la que lo permitimos, y es allí en donde se deben poner a prueba nuestras virtudes, que siempre conllevan lo bueno, representan la bondad que cada uno tenemos en lo más profundo de nuestras almas.

        Así también manifiesta el autor que normalmente las personas optan por el camino más fácil hacia sus objetivos, el cual está lleno de malicia; no obstante, la virtud implica un largo camino cuesta arriba hacia una pendiente muy empinada, lo cual significa que para mantener la virtud en nosotros debemos soportar muchos obstáculos y tropiezos, sin embargo, la recompensa será más que válida y satisfactoria para cada uno.

A LOS JÓVENES (VI)

“Pues este es el último grado de la injusticia, si en algo hemos de creer a Platón: aparentar ser justo sin serlo”.

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