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Casa De Los Sacramentos


Enviado por   •  2 de Octubre de 2014  •  2.643 Palabras (11 Páginas)  •  143 Visitas

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Cartel Casa de los Sacramentos:

El mural de la Calle Sacramento 7 nos invita a conocer los Sacramentos desde un punto de vista visual y ameno sin olvidar el rigor necesario para que la propuesta didáctica sea seria y convincente.

En el mural se muestra un edificio dividido en plantas, y en cada una de ellas se van mostrando los distintos Sacramentos:

Iniciación: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. (Aunque en el edificio de la imagen la Eucaristía la encontramos en la última planta, por separado, como la clave de bóveda del Cristianismo)

Sanación o Curación: Reconciliación y Unción de enfermos.

Servicio: Matrimonio y Orden Sacerdotal.

Preparemos en familia la Reconciliación

Queridos Padres:

Sus hijos se están terminando de preparar para recibir el Sacramento de la Reconciliación. A través de este texto queremos brindarles algunos elementos que los ayuden para poder acompañarlos mejor en este momento tan importante en sus vidas.

Queremos también aportarles algunos temas para que puedan reflexionar personalmente y en pareja, para así poder formar la conciencia moral de los niños.

Así como en el aspecto sicológico, el niño reacciona y da un salto evolutivo en el desarrollo moral por el amor a sus padres, el crecimiento en la fe se va dando gradualmente a medida que van conociendo a Dios y como respuesta a su inmenso amor.

La catequesis, desde un principio, pone a los niños en contacto con la persona de Jesús. Los chicos van conociendo su vida y su mensaje, y va creciendo en ellos un deseo de seguirlo y ser sus amigos, haciendo lo que Él nos enseña. De esta forma, la experiencia religiosa acompaña e ilumina progresivamente el desarrollo moral.

Muchos adultos de hoy reaccionar en forma negativa frente a la «confesión». No quieren, o tienen miedo, que se les hable a sus hijos abiertamente de culpa, pecado o demonio, y hay un real alejamiento de este sacramento. ¿Qué pasa?

A nuestro entender, este comportamiento puede ser una reacción frente a cierta catequesis, recibida de niños a través del temor o de la amenaza o consecuencia de la pérdida del sentido del pecado, de la falta de fe y ¿por qué no? de la ignorancia religiosa de tantos católicos. La presentación inadecuada del sacramento también podía haber dejado importantes huellas en estas personas que hoy rechazan el sacramento por tener una imagen distorsionada, si no falsa, del mismo.

La catequesis se renovó y hoy nuestros niños pueden vivir este sacramento como un verdadero encuentro de amor y de perdón con Dios, nuestro Padre, creador y amigo.

Urge que también nosotros los adultos también nos renovemos y podamos distinguir lo que ha sido fruto de experiencias pasadas y que no nos permite valorar el profundo significado del maravilloso gesto de amor, que es este sacramento.

Hoy estamos frente a una crisis moral. Hay una corrupción en las costumbres y una gran confusión entre lo que está bien y lo que está mal. Parecería que lo que rige a muchas personas no es una moral objetiva basada en valores inmutables y trascendentes como el amor, la verdad y la justicia, sino una moral relativa, variable de acuerdo con las personas y situaciones. Allí lo que cuenta es solamente el "sentir" de una persona o una voluntad a veces muy irracional: un "si lo quiero", "si tengo ganas", "si lo siento", "si me parece". Y no un real empeño por conocer y por ajustarse a las normas del bien común, y para nosotros, los cristianos, a la revelación hecha por Jesucristo.

«En nuestro mundo moderno ha desaparecido la conciencia del pecado, y esto se manifiesta particularmente en el intento de adaptar la norma moral a las propias capacidades y a los propios intereses» (Juan Pablo II, Veritatis splendor).

La formación de la conciencia moral es un proceso que lleva toda la vida. Es un proceso donde se deben armonizar la inteligencia, la voluntad y los afectos. Es un proceso que nos lleva a conformarnos con algo que muchas veces no entendemos, no queremos o no sentimos, pero a lo que, sin embargo, adherimos, buscamos y deseamos, porque Cristo, a través de su revelación, nos dice que es bueno. Por la fe creemos que la voluntad de Dios para nosotros, lo que "quiere" Jesús, coincide con lo que de verdad cada persona quiere y desea para sí misma, nuestra verdadera felicidad.

Es muy sencillo.

Dios, nuestro Padre, nos creó para que viviéramos como hijos, en unión con Él.

Viviendo en comunión con Él encontramos nuestra verdadera felicidad.

El pecado nos separa y nos aleja de Dios y de esta unión.

Jesús, el Hijo de Dios, se hizo hombre para perdonar nuestros pecados y revelarnos para que habíamos sido creados, cuál es el sentido de nuestra vida y donde está nuestra verdadera felicidad.

El Espíritu Santo nos ayuda a entender y a vivir el mensaje de Jesús.

Por lo tanto nos toca a cada uno aprender a vivir nuestra vida en unión con Dios y con nuestros hermanos.

Sólo vamos a poder realizar este paso, de creer algo que todavía no entendemos, desde la fe.

Si de verdad creemos en Jesús, si de verdad creemos que la Iglesia, a pesar de sus limitaciones, es presencia de Jesús resucitado, y cuando enseña lo hace desde la verdad y el amor, vamos a poder aceptar y tratar de vivir lo que todavía no entendemos, aunque sea difícil y nos cueste.

Este proceso puede convivir con sentimientos mezclados de resistencia y enojo. Pero si lo hacemos desde la fe, y le creemos a Jesús; si lo hacemos desde la esperanza, y confiamos en lo que Él nos dice; y si lo hacemos desde el amor(que al comienzo se manifiesta como una decisión de la voluntad que "quiere" amar, pero que no "siente" que ama), vamos a encontrar la fuerza para hacer lo que Él nos dice y que además (de eso tenemos que estar seguros), es lo mejor para nosotros aunque no lo veamos así en este momento.

Por lo tanto, solamente lo vamos a poder realizar desde una actitud que ponga como centro de nuestra

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