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Enviado por   •  27 de Septiembre de 2013  •  2.428 Palabras (10 Páginas)  •  379 Visitas

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Paulo Freire, educador, filósofo y teórico de la pedagogía de la liberación

Mucha chicha se podría sacar de esta frase. A mi me parece un perfecto resumen de lo que ha sido mi trayectoria vital. Grosso modo. De mis etapas vitales. O psicológicas, que para el caso, viene a ser lo mismo.

Pensaba el otro día en que mi trayectoria viene a ser una versión en negativo de la de Sri. Aurobindo, salvando diferencias y otros abismos, en lo que a etapas se refiere. Si bien él evolucionó de posturas radicales que le implicaron en política y que dieron con sus huesos en la cárcel, lugar (como es el caso de muchos otros conversos de, p.ej, la religión católica) donde tuvo sus primeras experiencias espirituales, en mi caso me parece más bien al contrario, que la espiritualidad, o en sentido de ser espiritual, ha ido dejando espacio a estudios, visiones, análisis de mi mismo y del mundo cada vez mas concretos, mas materiales, más, si se quiere, metidos (incluso perdidos) en los avatares del mundo.

Puedo diferenciar claramente una etapa esencialmente poética y biográfica que se ha mantenido siempre como autorefencia o escenario de fondo de las otras, otra tan abstracta como mística, otra igualmente abstracta pero filosófica, otra ya mas claramente psicológica, y últimamente parece que esta me está arrojando al terreno de....¿la política?... ¿político César Bacale? ¿Un steppenwolf como yo? Pues sí, no de los que desde luego tiran cócteles molotovs a los antidisturbios detras de un pasamontañas, pero sí de los que pueden perfectamente pasarse una larga temporada en la cárcel por sus ideas. Un preso de consciencia. Un ideólogo.

¿Pero ideólogo de que? ¿De un nuevo humanismo cristiano? ¿O del humanismo cristiano de siempre? Por ahi van los tiros, porque no creo que el humanismo cristiano pase de moda. Que haya uno nuevo y otro viejo, sino que los modos de actuación se van renovando según las necesidades del hombre. Ya desde sus inicios, y mucho antes incluso de que los cristianos existieran, los profetas ya clamaban con los ojos encendidos en llamas defendiendo los derechos del hombre (miles de años antes que la declaración de los derechos humamos) en el nombre de Dios. Pero ¿se puede hablar en el nombre de Dios en plena era postmoderna? ¿No habíamos quedado en que Dios está muerto? ¿Es necesario Dios para reivindicar los derechos fundamentales de un ser humano? Pues supongo que habrá gente a la que le resulte necesario y gente a la que no. Mi experiencia, bueno, mi visión es que los grandes hombres que cambiaron el destino de la humanidad e iniciaron grandes revoluciones sociales, parecían descansar en una creencia e ideal que trascendía incluso los objetivos por los que luchaban. Algo asi como una cierta rendicion o indiferencia ante el resultado antes del combate. La actitud del zen ante la guerra.

Asi pues, hay un humanismo que lucha por el hombre pero que apunta hacia algo más allá del hombre. Un humanismo que es capaz de contemplar al hombre en sus tres tiempos, que sabe leer en el pasado, en la historia del hombre, que sabe ver el lugar que ocupa el hombre hoy, sin huir de su compleja realidad, y que apunta hacia algo ¿trascendente?, que no se sabe muy bien que es, pero que se sigue alimentando por los mismos ideales de siempre: justicia (igualdad), verdad, amor para todos. En este punto el futuro trascendente parece unirse con ideales que nunca han pasado de moda, sólo que la forma de realizarlos se muestra cada vez mas abierta, cada vez mas interdependiente, e indeterminada.

Todo el mundo comprende con un mínimo de consciencia que no es posible el bien de uno sin el bien de todos, y viceversa, pero algo tan sencillo de comprender sigue sin regir a una escala universal el comportamiento humano. El miedo campa a sus anchas y nos vuelve no sólo seres aislados en nuestras islas-nadas hechas de historias-nadas que creemos serlo todo, sino que ademas nos hace indiferentes a las otras islas-nadas. La gente sabe, ha comprendido que ese no es el camino, que por ahí no se va a ningun sitio, pero sigue actuando como siempre, agarrándose a cualquier cosa que pueda garantizar la supervivencia de su isla un dia mas sobre un océano que se presiente como incertidumbre, como abismo, como horror al vacío. Y sigue asi hasta que a una isla determinada, sea por las razones que sea, le llega la hora de hundirse. Sólo en este hundimiento parece el hombre recordar, o ser capaz de recordar su naturaleza trascendente. Expresado de una forma mejor, este hundimiento proporciona a todo hombre la oportunidad de descubrirse como algo más alla de su miedo atávico a todo lo que no sea su condición de isla. Lo cual no quiere decir que lo haga, la mayor parte de los hombre mueren como vivieron, ciegos y asustados como topos. Pero algunos son capaces de abrir los ojos, y redescubrirse no sólo como un hombre sumido o a-sumido en su condición temporal, sino como el Hombre Histórico que somos todos, el Hombre que asume a todos los hombres que han pasado, pasan y pasaran sobre las vísceras del tiempo. Y puede, incluso, ir mas alla del Hombre Histórico y descubrirse como Hombre Cósmico (que sería la traduccion laica humanista del Cristo Cósmico, o del Adam Kadmon de la Kábalah).

Pero quedémonos en el Hombre Histórico, en la parte del Hombre que pertenece a este mundo y a esta historia. Al Hombre que es la suma de la historia, del pasado, del presente, y tambien de futuro (a traves de nuestros hijos y de los hijos de nuestros hijos) de todos los hombres. El hombre que se ahoga con su isla puede, si está antento, tener un atisbo de este Hombre. Y de reconocerse más alla de sus contingencias, de sus dramas, de sus particularidades históricas, genéticas, psicológicas, como ese Hombre. Tiene la oportunidad de dejar de ser sólo un hombre para ser el Hombre. El mismo Hombre del que llevamos tiempo hablando en este blog, en esta bitácora de naufragios y de tantos hombres ahogados.

Cuando uno se reconoce como Hombre, siente que su suerte ya está echada. Y dentro de esa suerte inevitable se abre un nuevo espacio de libertad. Esta Libertad tiene una doble vertiente. Su primera vertiente es de naturaleza espiritual. El Hombre se sabe Hombre mas alla de toda condicion del hombre histórico, se sabe Ser, y despues de ser, se sabe Hombre. El hombre se sabe Hombre. Es el Hombre, y tan solo eso le hace libre, poruqe el Hombre incluye todo lo que ha sido, es y podrá ser el Hombre, incluso las posibilidades aun no manifestadas. Sus muchos futuros posibles. Este Hombre es Libre, desde un punto de vista espiritual. Es fundamentalmente, esencialmente libre. Si hablaramos en términos cristianos diríamos Libre tan y como Dios lo ha creado.

Esta libertad es necesaria porque es la fuerza invisible que verdaderamente

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