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Cuando el Padre Celestial nos presentó el Plan de Salvación.


Enviado por   •  19 de Marzo de 2016  •  Ensayos  •  1.254 Palabras (6 Páginas)  •  215 Visitas

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Cuando el Padre Celestial nos presentó el Plan de Salvación, Jesucristo se ofreció y dijo: “Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para siempre”. Luego, en Juan 8 Jesucristo volvió a decir: “Nada hago por mí mismo, sino que, como el Padre me enseñó… Porque yo hago siempre lo que a él agrada”.

Que Jesucristo quisiera hacer la voluntad del Padre antes de la suya mostraba un nivel de obediencia tan perfecta que fue escogido para llevar a cabo la expiación de nuestros pecados. Después, para que Él fuera capaz de completar el sacrificio expiatorio, vino a la tierra y como nosotros, fue tentado y puesto a prueba. Es importante tener en cuenta que Él podría haber sucumbido a esas tentaciones, pero Jesucristo siempre permaneció firme porque el Plan de Redención requería que fuera completamente obediente.

En el “Cristo Viviente: El Testimonio de los Apóstoles” nos describen diferentes formas en las que Jesucristo mostró su ejemplo al mundo: Él se bautizó para cumplir toda justicia, anduvo haciendo bienes, enseñó las doctrinas del evangelio, entre otras muchas cosas que Jesucristo hizo durante Su ministerio terrenal. Todas estas cosas por un solo propósito: obedecer la voluntad del Padre Celestial.

Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, somos discípulos de Cristo y debemos obedecer Su voluntad. Al igual que el Salvador, cumplimos con toda justicia cuando nos sometemos a las ordenanzas y los convenios del evangelio sempiterno. También nos sacrificamos a nosotros mismos al abandonar todo aquello que es carnal y mostramos nuestra entera disposición para seguir a Jesucristo.  

Al seguir el ejemplo de Jesús, demostramos que nos arrepentiremos de nuestros pecados y seremos obedientes en guardar los mandamientos de nuestro Padre Celestial, nos humillamos con un corazón quebrantado y un espíritu contrito buscaremos el perdón por nuestras transgresiones y hacemos convenio de que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo y recordarle siempre.

Saber que una persona como Jesucristo tuvo el deseo el servir y cumplir la voluntad del Padre de una manera tan perfecta que le permitió expiar por los pecados de todas las personas que han venido a esta tierra, me da la esperanza de que, si sigo su ejemplo, podré llegar a ser como Él y ayudar a que muchas personas conozcan Su evangelio tal como Cristo lo hizo.

Creo que la primera vez que realmente sentí el poder divino del Salvador fue cuando tenía 14 años. Estaba muy enferma, tenía mucho dolor, mucha fiebre y no sabía qué hacer para poder aliviar lo que sentía. Recuerdo que no podía dormir ni  comer y el dolor que sentía se volvía cada vez más insoportable. Como al tercer día de estar enferma, recordé algo que mis padres me habían enseñado, y era que Jesucristo había sentido toda clase de dolores y aflicciones y que por medio de Su expiación yo podría superar esa prueba. Entonces, a pesar del dolor me arrodillé a orar y dije: “Padre Celestial, yo sé que mediante el poder de la expiación podré superar estos dolores que estoy sintiendo”. Inmediatamente después que terminé la oración el dolor que sentía disminuyó, no se fue por completo, pero ya no era tan fuerte como antes y pude dormir por primera vez en varios días. Esta experiencia me permitió darme cuenta lo mucho que necesito al Salvador en mi vida.

Uno de los objetivos que tenemos al venir a esta tierra es perfeccionarnos y en nuestro estado caído, estamos sujetos a la oposición y a la tentación, y la manera de vencer estas pruebas es si nos allegamos a Jesucristo. En Alma 7: 11-12, el profeta Alma enseñó que Jesucristo tomó sobre sí las aflicciones, las tentaciones y los dolores de Su pueblo para saber cómo socorrernos de acuerdo a aquello a lo que nos estemos enfrentando; entonces, por esto necesitamos al Señor Jesucristo en nuestras vidas. Cuando sintamos que atravesamos épocas difíciles, cuando sintamos que no estamos progresando o que nos enfrentamos a situaciones que están fuera de nuestro control, debemos recordar que Jesucristo está allí para sostenernos, fortalecernos y salvarnos porque el dio Su vida por ello.

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