Dei Verbum
antozampa28 de Agosto de 2013
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I. HistoriaNo es arriesgado afirmar que la constitución dogmática Dei Verbum es el documento más característico del concilio Vaticano II, al menos en el sentido de que abarca todo el lapso de su preparación y celebración. Con este documento el concilio ha tratado ampliamente los grandes temas de la fe cristiana, proponiendo de ellos una lectura que representa al mismo tiempo un progreso en la enseñanza dogmática y una nueva presentación de la misma a nuestros contemporáneos.El presente artículo reconoce la doble deuda que tiene contraída con el primer artífice de la DV, el padre Umberto Betti. En efecto, a él se debe la primera publicación de una serie de documentos y de textos (que sirvieron a la comisión teológica preparatoria y a la comisión doctrinal del concilio) que dan a conocer la génesis y la reconstrucción de las fases fundamentales de la constitución; así pues, sus artículos y sus textos representan la primera fuente que aquí seguimos, además de la consulta de las Acta et documenta y de lasActa Synodalia. Debemos además expresar nuestra gratitud por el largo, fructuoso y simpático encuentro que hemos mantenido con el mismo Betti, durante el cual sus recuerdos personales y sus indicaciones sobre algunos hechos y personas han constituido otra fuente muy preciosa, para la redacción de este artículo.La larga odisea de la DV comienza con la consulta preconciliar de 1959 y acaba con su promulgación el 18,de noviembre de 1965, veinte días antes de la conclusión del concilio. El tiempo empleado en la elaboración del documento no fue, ciertamente, vano; su contenido incide tan decisivamente en la fe que, para la Iglesia, todo depende de este acontecimiento central: su fe y su obrar sólo tienen sentido en la medida en que reflejan la adhesión plena a la palabra revelada de Dios.El movimiento que se había llegado a crear en torno a la doctrina sobre la divina revelación puede describirse como la fase que intentaba hacerla pasar de su estado de fermento, que'era característico del período preconciliar, al estado de plena maduración. El trabajo que había que realizar era el de corresponder a la exigencia de una armonización entre los contenidos de siempre, irrenunciables para la fe, y los elementos nuevos y los lenguajes más coherentes con la nueva situación histórica de la Iglesia.Para la economía de este artículo bastará indicar las tres fases principales que marcan las etapas determinantes de la composición de la DV.1. EL ESQUEMA "DE FONTIBUS REVELATIONIS". Juan XXIII, tras manifestar el 25 de enero de 1959 su intención de convocar el concilio, nombra el día 17 de mayo de aquel año una comisión antepreparatoria, presidida por el cardenal secretario de Estado, Domenico Tardini, con la tarea de "tomar los oportunos contactos con el episcopado católico de las diversas naciones para obtener de ellos consejos y sugerencias; recoger las propuestas formuladas por los sagrados dicasterios de la curia romana; trazar las líneas generales de los temas que tratar en el concilio, oído además el parecer de las facultades teológicas y canónicas de las universidades católicas" (Acta et Documenta Concilio Oecumenico Vaticano 11 apparando,series 1, vol. 1, Ciudad del Vaticano 1960, 23). Comienza con ello una consulta de carácter universal que nunca se había realizado anteriormente.Entre los temas mayores que se propusieron entonces para la tarea conciliar se reservaba una atención especial al problema de la "naturaleza de la revelación", de la "modalidad de transmisión de la revelación" y de la "relación entre el magisterio y la palabra de Dios": La comisión teológica preparatoria (formada por siete miembros: Tromp, Piolanti, Garofalo, Ciappi, Gagnebet, Burth, Balié, más dos consultores, Staffa y Philippe, la presidía el cardenal Ottaviani, siendo nombrado secretario el padre S. Tromp, profesor de apologética en la Universidad Gregoriana) se apresuró a realizar una cierta sistematización de un tema tan complejo, haciendo redactar un esbozo de esquema o resumen como primera plataforma de trabajo.Este texto llevaba el expresivo título de Schema compendiosum Constitutionis de fontibus revelationis.Enviado a los miembros de la comisión teológica, no sufrió particulares retoques. Para darle un conveniente desarrollo, el 27 de octubre de 1960 se constituyó una subcomisión interna, presidida por monseñor Garofalo, encargada de elaborar un esquema sobre las fuentes de la revelación.El 23 de junio del año siguiente estaba ya preparado el texto del Schema y, tras una revisión a cargo de la comisión teológica, fue enviado al examen y a la aprobación de la comisión central el 14 de octubre de 1961. Se hicieron numerosas enmiendas al texto propuesto; finalmente, el Schema fue aprobado por la comisión central el 22 de junio de 1962, y todo el Schema Constitutionis dogmaticae de fontibus revelationis fue finalmente aprobado por Juan XXIII el 13 de julio de dicho año, siendo enviado luego a los padres conciliares para su discusión en el aula conciliar.El 14 de noviembre de 1962 el Schema sobre las fuentes de la revelación fue afrontado por el concilio. A este propósito hay que observar que los padres estaban entrando ya en el clima de aggiornamento que el Papa había querido establecer desde su discurso inaugural del 11 de octubre como el mejor fruto del concilio, y que la discusión del documento sobre la renovación litúrgica estaba ya produciendo sus primeros resultados. Esto permite comprender por qué era un tanto precario el escenario en que venía a colocarse nuestro documento.Hay que añadir a ello otro hecho: previamente se les había presentado a los padres otros tres esquemas, que constituían de suyo otros tantos textos en competencia con el documento oficial. El primero había sido elaborado por el Secretariado para la unidad de los cristianos, con la aportación decisiva de Stakemeier y de Feiner; el segundo, preparado con una increíble rapidez, fue redactado por K. Rahner bajo el patrocinio de las conferencias episcopales austriaca, belga, francesa, holandesa y alemana, y tenía por título De revelatione Dei el hominis in Jesu Christo facta; el tercero era un. folio redactado por el padre Congar con el título De Traditione el Scriptura.Con estos precedentes, era natural que el cardenal Ottaviani, en su presentación oficial del documento, acudiese a tonos fuertemente polémicos en defensa del Schema elaborado por la comisión teológica. De todas formas, la relación fue leída por monseñor Garofalo, que procuró presentar el documento con la intención de salvar lo salvable; pero la cuestión que se planteaba era precisamente ésta: ¿qué es lo que puede salvarse todavía? Los padres actuaron con libertad y el ambiente empezó a caldearse. Algunos, influidos por los textos competitivos, consideraban el Schema absolutamente inaceptable; otros, para salvar la corrección en las formas, preferían destacar las lagunas y hablaban de la necesidad de una transformación radical del mismo.Las motivaciones que llevaban a repudiar el Schema apuntaban especialmente al primer capítulo. Se destacaba la impropiedad y el equívoco del lenguaje "doble fuente", que aparecía con una frecuencia casi obsesiva; pero, sobre todo, se demostraba que esta formulación llevaba a consecuencias doctrinales que veían la Escritura y la tradición como fuentes independientes la una de la otra. En una palabra, se criticaba la línea asumida por la comisión, ya que equivalía a una opción teológica unilateral sin justificación alguna.El ataque masivo al Schema se parecía mucho a una auténtica agresión; las voces críticas que se levantaron en la basílica de San Pedro constituían ya de suyo un rechazo del texto. De todas formas, se llegó a la votación y se presentó la petición de voto con una fórmula un tanto insólita. Textualmente séles preguntaba a los padres "si hay que interrumpir la discusión del esquema de la constitución dogmática sobre las fuentes de la revelación". Por la pregunta no llegaba a comprenderse si la suspensión de la discusión equivalía al rechazo del Schema o si solamente se suspendía el debate en el aula, en espera de momentos más oportunos, pero sin rechazar el esquema propuesto.El resultado de la votación, comunicado el 20 de noviembre, fue el siguiente: de 2.209 votantes, hubo 1.368placet, 822 non placet y 19 votos nulos; faltaban 115 votos para la mayoría. Por tanto, no se había alcanzado jurídicamente el yuorum de los dos tercios, necesario para rechazar el esquema, pero la continuación del debate se veía fuertemente comprometida. La minoría no habría logrado hacer que se aprobara un texto que rechazaba la mayoría.Fue la prudencia de Juan XXIII la que ahorró al concilio días más difíciles. Hizo retirar con su autoridad el documento hasta que no quedara radicalmente enmendado.2. EL TEXTO DE LA "COMISIÓN MIXTA". La remodelación radical del Schema se puso en manos, por decisión del Papa, de una comisión especial. Formaban parte de ella los miembros de la comisión doctrinal y los del Secretariado para la unidad de los cristianos, con otros consultores y cardenales de designación pontificia. Por esta forma de composición, la comisión fue designada precisamente como "mixta"; fueron nombrados presidentes los cardenales Ottaviani y Bea, y secretarios el padre Tromp y monseñor Willebrands.Para proceder más explícitamente, la comisión se subdividió en cinco subcomisiones, correspondientes a los cinco capítulos del Schema que había que rehacer. La comisión llegó a un primer acuerdo general: 1) ante todo, se modificaba el título en la estructura fundamental del nuevo documento, que se convertía en De divina revelatione; 2) se optaba por la redacción
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