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Derecho Y Bien Común

Catepipi8 de Julio de 2014

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Derecho y Bien Común

Según la Doctrina Social de la Iglesia, el Estado encuentra su fundamento en las exigencias del Bien Común, debe crear las condiciones sociales, económicas, políticas, religiosas y culturales para el perfeccionamiento de cada individuo en su calidad de ser humano. Entendemos que todos estos aspectos son importantes, independientemente del orden que cada uno le otorgue. Son pilares interdependientes.

En nuestra opinión, por lo general observamos un Estado más preocupado por políticas económicas, que otras como culturales y sociales. Esto implicaría una reducción de la persona a un mero engranaje del sistema productivo, en términos de Marx. Es desproveerlo del resto de sus cualidades humanas.

Si nos fijamos en el presupuesto nacional, la inversión destinada a la cultura es relativamente menor que otras áreas cuando en realidad podría ser más atendida debido a que a través de ella que los ciudadanos forman una identidad que facilita el sentimiento de pertenencia y la fraternidad.

El Bien Común no es la suma de los intereses individuales, sino entender las necesidades de la sociedad en su totalidad. Este es inherente al ser humano, ya que es parte de su naturaleza y por ende no puede ir en contra del derecho natural que es una realidad ontológica inseparable de su ser porque, a la vez, es un ideal que se fundamenta en sus necesidades lógicas. Este derecho natural, conlleva una ley natural que es la de no atentar contra la vida y los valores morales básicos de los hombres. Cuando se violan estas reglas simples, la base de todas las demás, comienza la decadencia de la civilización.

Si vivimos de acuerdo a las bases fundamentales del bien común, estaremos en una democracia sana, un equilibrio que puede mantenerse a través de un sistema gubernamental eficaz y la integridad de las personas. El Bien Común, presupone que haya una unión entre la virtud moral, con las cívicas, un compromiso con el resto de los habitantes de nuestra comunidad global.

Y nos referimos a comunidad global, porque gracias a los avances tecnológicos ya no hay aislamiento. A través de los medios de comunicación actuales, por ejemplo de las redes sociales, se puede participar cooperativamente.

Tenemos una responsabilidad hacia con el otro, que cuando la recordamos y hay reciprocidad para el bien común, se refuerza el carácter social y civilizado de la vida humana.

Estamos inmersos en tiempos donde la vida política es fundamental, está en constante movimiento, y la economía parece el motor de todo, pero a pesar de esto, las economías fallan. Cuando esto sucede la confianza disminuye, todos nos volvemos más vulnerables, más desesperados y la afinidad social se desgasta. Mientras todo se viene a menos los sentimientos de tristeza, venganza, profundo enojo y reclamo llenan las calles, protestan frente a la municipalidad y los entes gubernamentales para que sus voces restauren el equilibrio porque es la razón de su existencia. No hay ánimo de debate, hay un discurso del rencor.

Sin embargo, no es solamente obligación del Estado mantener el bien común. Si la sociedad está obligada por sus leyes a mantener el orden y la urbanidad, si es tan necesario un control externo estatal es porque hay una falta de control interno del individuo. La conducta humana debería ser guiada por nuestros valores morales fundamentales, los que son inherentes a nuestra humanidad, más allá de las diferencias culturales, religiosas, políticas, etc. La policía y las leyes no deberían tener que reemplazar esto. Nuestro sistema criminal de justicia, las fuerzas policiales y las leyes de conducta civil, comercial y demás, son para reglamentar, regular y proteger a una sociedad civilizada. Si dependemos puramente de estas, es una señal de que nos volvemos cada vez más incivilizados.

A nivel global ha habido

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