Determinada determinación

UNA DETERMINADA DETERMINACIÓN

Abrir los escritos de Santa Teresa del Niño Jesús: sus manuscritos (Historia de un Alma), sus cartas, sus poesías, oraciones... nos ponen en contacto con una persona concreta y con la experiencia de ésta con Dios. Nos dejan ver un ser con sus luchas, con sus crisis, sufrimientos y alegrías en un proceso constante de crecimiento y maduración. Pero, sobre todo, te encuentras con una mujer, una mujer apasionada y enamorada hasta las honduras mismas de su ser.

Santa Teresa del Niño Jesús, empeñó su corazón, todo su ser y sus energías en quien conoció desde siempre: Jesús, su Amado.

Ya desde que tenía tres años en las últimas conversaciones (UC), dice: “desde la edad de tres años comencé a no negarle a Dios nada de lo que me pedía” (UC. Pág. 644)

Más adelante, cuando tenía aproximadamente 5 años, un día en la playa con su hermana Paulina dice: “... hice el propósito de no alejar nunca mi alma de la mirada de Jesús, para que pueda navegar en paz hacia la patria del cielo...” MA 21v

Y cuando hizo su primera comunión dice: ¡Qué dulce fue el primer beso de Jesús a mi alma...! Fue un beso de amor. Me sentía amada, y decía a mi vez: «Te amo y me entrego a ti para siempre». MA 35r

Estos textos dejan ver un enamoramiento progresivo de esta pequeña gran santa. Estos textos, son sólo una pequeña muestra de los muchos que se encuentran a cada paso en sus escritos y que reflejan un rasgo predominante y decisivo en la persona de Teresa: la decisión y empeño por trabajar y conseguir lo que desea, que de no haber sido por la gracia de Dios que adornó su alma desde muy temprano, muy bien hubiese podido perder el camino y trabajar con tanta vehemencia en otros caminos no  deseables, como  se  lo dice  el P. Pichón  un  día  en  su  confesión  general: «En presencia de Dios, de la Santísima Virgen y de todos los santos, declaro que nunca has cometido ni un solo pecado mortal». Y luego añadió: Da gracias a Dios por todo lo que hace por ti, pues, si te abandonase, en vez de ser un pequeño ángel, serías un pequeño demonio.

¡No, no me costó nada creerlo! Sabía lo débil e imperfecta que era. MA 70 r

Pero esta afirmación sin más, poco nos mostraría de esta gran verdad.

Santa Teresa del Niño Jesús, es el prototipo del niño y del joven de hoy, que no carece de nada, que todo lo material lo tiene a sus pies, que todos sus pequeños y grandes caprichos le son satisfechos y que entonces ante las menores negativas de la vida, ante los pequeños fracasos y reveses, se echan a morir porque el mundo y cuanto les rodea no les ha negado nunca nada, no les ha preparado para el sufrimiento. Así, se ven una y otra vez, las tan conocidas y vistas “pataletas” de los niños.

Santa Teresita, la menor de su casa, rodeada de cuidados y delicadezas, relata una buena cantidad de escenas parecidas. Veamos algunas: en el MA 7r cuando refiere una carta de su madre a su hermana Paulina dice: “Tiene una inteligencia superior a la de Celina, pero es mucho menos dulce, y, sobre todo, de una terquedad casi indomable. Cuando dice "no", no hay nada que la haga ceder...”

Un poco más adelante, en MA 7v, en otra carta refiere: “Yo me veo obligada a reprender  a esta pobre niña, que coge unas rabietas terribles cuando las cosas no salen a su gusto y se revuelca por el suelo como una desesperada pensando que todo está perdido. Hay momentos en que es más fuerte que ella, y se le corta la respiración. Es una niña muy nerviosa”.

Y otro incidente mucho más adelante y ya más refinado y fino: “Un mes antes de su entrada en el Carmelo, papá nos llevó a Alençon, pero este viaje estuvo muy lejos de parecerse al primero: todo fue para mí tristeza y amargura. Imposible decir cuántas lágrimas lloré sobre la tumba de mamá porque me había olvidado de llevar un ramillete de acianos que había cogido para ella”. MA 43 r

Sin embargo, esta característica de su personalidad, este pretensión vehemente por lo que desea, esta terquedad que raya en la obsesión algunas veces, es la que se convierte en una gracia singular que le ayudará a sobreponerse y a salir adelante. Se convertirá en la conocida y llamada “determinada determinación teresiana”, definida en el Diccionario de Santa Teresa como “una decisión dinámica, “lanzada”, generosa y sin vacilaciones. Como un quemar las naves o un salto de paracaídas sin poder volver atrás. Una gran determinación de que antes perderá la vida y el descanso y todo lo que le ofrece que tornar a la pieza primera; un ser varón y no de los que se echaban a beber de buzos (bruces) cuando iban a la batalla” (M. 2,1,6)

Este rasgo dominante de Santa Teresa del Niño Jesús, que aparece como característica del Carmelo teresiano, ya en la vida de Santa Teresa de Jesús, es donde se observa y se ve como se constituye en legado para el carisma carmelitano; aunque en ella, en un proceso  constante de lucha y dominio hasta alcanzarlo. Así, se encuentran rasgos de esa determinación que va pujando dentro de Teresa de Jesús en: V. 3,7 “...me determiné a decirlo a mi padre (de entrar al convento), que casi era como tomar el hábito; porque era tan honrosa que me parece no tornara atrás por ninguna manera, habiéndolo dicho una vez”.

V.4,3: “...Cuando  me acuerdo la manera de mi profesión y la gran determinación y contento con que la hice y el desposorio que hice con Vos. Esto no lo puedo decir sin lágrimas, y habrían de ser de sangre y quebrárseme el corazón, y no era mucho sentimiento para lo que después os ofendí”.

Santa Teresa del Niño Jesús por el contrario, prácticamente siempre tuvo claro sus deseos y determinaciones en relación al Amor central de su vida, (porque en otros aspectos tuvo que hacer un ejercicio de negarse a si misma de lo que no hablaremos aquí), fuera de las arriba citadas nos podemos encontrar con estas otras (sólo una pequeña muestra) que son también un reflejo claro de sus metas: “Una tarde, te oí decir que a partir de la primera comunión había que empezar una nueva vida. En ese mismo momento decidí no esperar a ese día, sino comenzarla al mismo tiempo que Celina...” MA 25r

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