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Dios Busca El Hombre


Enviado por   •  25 de Mayo de 2014  •  2.446 Palabras (10 Páginas)  •  273 Visitas

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EL HOMBRE EN BUSCA DE DIOS

La respuesta del cristianismo y de las grandes religiones mundiales

I. ¿EL HOMBRE BUSCA A DIOS?

Al escuchar el título, lo primero en que pensamos es en algunos grandes personajes de la humanidad, que han buscado a Dios durante toda su vida, como San Agustín: le ha buscado en la naturaleza, en los libros, en la enseñanza de grandes maestros, y al final le ha encontrado. se nos viene a la mente su famosa frase: “Nos creaste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en Ti.”

Sin embargo, parece que hoy en día somos muy diferentes: no tenemos estas inquietudes. Muchas personas excluyen de su vida toda referencia a la religión. En principio, no tienen mucho en contra, pero el tema de Dios sencillamente no les interesa. No se trata de un rechazo muy consciente, sino de una cierta insensibilidad hacia la cuestión religiosa.

No pocas personas parecen carecer de la “inquietud del corazón”. Parecen hasta “alegres” en su nihilismo cotidiano, que no se preocupa del porqué de la vida, y no se hace la pregunta elemental por el sentido de la existencia.

Esto, de alguna manera, se puede entender. Nuestra vida se ha convertido, en muchos sentidos, en un ajetreo continuo. Muchas personas sufren del estrés o de un cansancio crónico. La dureza de la vida profesional, y también las exigencias exageradas de la industria del ocio, traen consigo obligaciones excesivas, así que, en muchas ocasiones, lo único que deseamos por la noche es descansar, distraerse de los problemas cotidianos, y no esforzarse en lo más mínimo: no podemos pensar en las grandes cuestiones de la vida, porque tenemos mucho que hacer. En nuestra sociedad de bienestar tan saciada, con frecuencia, no conseguimos detenernos a reflexionar.

Sin embargo, somos personas humanas, inteligentes y libres. De vez en cuando, tal vez suframos lo que podríamos llamar un “ataque filosófico”: llegará entonces el momento de preguntarnos: ¿por qué estoy aquí, en el mundo? ¿Qué sentido tiene la vida, mi vida? ¿Por qué me levanto todas las mañanas y me esfuerzo, si al final me espera el cementerio? ¿O hay realmente algo más?

Alguna tendencia hacia Dios está inscrita en el corazón del hombre. Todos tenemos de vez en cuando (o, al menos, una vez en la vida, o unas veces en la vida) "momentos sinceros" en los que nos damos cuenta de ello. Es el ansia hacia lo infinito, hacia alguien que nos comprende completamente, el anhelo de seguridad, de protección, de un sentido completo de la existencia. Muchas personas viven la experiencia, que ni el amor humano más bello y profundo nos satisface completamente.

Un camino hacia Dios parte de la soledad radical del ser humano. Cada hombre nota de vez en cuando, que incluso sus mejores amigos, incluso los cónyuges, las personas más confiadas, no le comprenden completamente. Se siente sólo, en lo más profundo de su ser.

A veces, caemos en la conciencia que nosotros mismos somos responsables de nuestra vida. Nosotros mismos tenemos que tomar las decisiones y llevar las consecuencias. Y algún día tendremos que dar cuenta de lo que hemos hecho.

Experimentamos la soledad en distintos niveles. Algunos no quieren verla y huyen hacia el activismo en el que se refugian; otros sufren hasta tener depresiones. Parece que la soledad es, hoy en día, una de las causas más corrientes, por las que muchas personas buscan a Dios: es el ansia de ser comprendido, de ser aceptado completamente.

Esto no quiere decir, que Dios sea una droga inventada por el hombre. Todo lo contrario, la naturaleza humana está hecha de tal manera, que sin Dios hay mucho sufrimiento. "Toda la existencia humana es un grito hacia el Tú," hacia Ti, Señor. (J. Ratzinger)

El hombre necesita un punto de apoyo, una última protección. Consciente o inconscientemente, tiene ansia de Dios. Es un "ser religioso".

Esto se puede ver incluso en algunas personas famosas que negaban a Dios. El filósofo Nietzsche, p. ej., que no sólo se llamaba "ateo", sino "anti-teo", hizo al final de su vida un impresionante poema sobre el "Dios desconocido":

“¡Vuelve a mí

con todos tus mártires!

¡Vuelve a mí,

al último solitario!

Mis lágrimas, a torrentes discurren en cauce

hacia ti,

y encienden en mí

el fuego de mi corazón

por ti.

Oh, ¡vuelve, mi Dios desconocido,

Mi dolor, mi última suerte, mi felicidad!”

Todos buscamos amor y felicidad; queremos encontrar un sentido completo a nuestra existencia. Leo Tolstoi cuenta, en su libro Mi confesión, la historia de un señor de mediana edad. Algún día cae en sus manos un libro; lo abre, y lee un cuento oriental -el Cuento del pozo-, que le impresiona: un hombre es perseguido por una fiera, para salvarse, salta en un pozo que no tiene agua. en el fondo del pozo, hay un dragón que abre su gran boca para devorarle. en el último momento, el hombre coge una rama de un matorral, que está colgado por allí. Entonces, su situación es la siguiente: arriba, el león; abajo, el dragón con la boca abierta; él mismo colgando en una rama. en este momento, aparecen dos ratoncitos que roen la rama. Es una cuestión de tiempo que ésta se rompa y el hombre se cae en la boca del dragón.

Tolstoi reflexiona sobre este cuento: así se siente el hombre con respecto al tiempo. El león que le persigue y se lo come todo, es el pasado. No hay posibilidad para huir: al final, nos espera la muerte que pronto vendrá; los ratoncitos ya están mordiscando la rama... Es la visión atea del mundo, triste y sin esperanza última.

Al final, Tolstoi cuenta que, después de leer aquel cuento, el señor ya no quiere seguir viviendo como vivía antes. Se convierte a la fe cristiana, que nos dice: al final no nos espera un dragón, sino Dios, nos espera una vida de amor y felicidad.

Las religiones han dado siempre respuestas a las grandes cuestiones de los hombres:

¿De dónde vengo?

¿A dónde voy?

¿Por qué estoy aquí en la tierra¿

¿Cuál es el sentido de todo esto?...

...

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