Dios Y La Ciencia

DIOS Y LA CIENCIA

Hay una antigua discusión que ha sido motivo de muchas controversias sobre todo en los últimos años y es aquella que enfrenta la fe en Dios con el determinismo de las ciencias. Esta discusión ha tenido diversos matices de acuerdo con el momento científico, social y cultural que esté viviendo la sociedad.

La gran pregunta no sólo se la han planteado las personas del común, por el contrario, han sido los grandes hombres de la humanidad quienes han tratado de reconciliar o crear abismos insalvables entre Dios y las teorías científicas que se han ido gestando y demostrando a lo largo de la historia.

Después de mirar la grandeza del Universo, de ver la exactitud con que fluye la vida, de sentir que no estamos solos en esta aventura que se llama la vivir, sólo podemos concluir que Dios va ligado con las ciencias porque un mundo como el nuestro únicamente es posible si hay un gran “director de orquesta” detrás de él, una gran fuente de sabiduría que utiliza la ciencia como herramienta para sanarnos o simplemente para mejorar nuestras condiciones de vida. El conocimiento proviene de Dios por eso no es malo, porque él nos enseña que debemos buscar sabiduría y conocimiento sin vanagloriarnos, también nos enseña que debemos ser humildes pues el que piensa que lo sabe todo y se atreve a decir que Dios no existe es un insensato incapaz de percibir las señales que la naturaleza nos muestra a diario y de sentir cuán pequeños somos ante la grandeza de Dios.

Grandes pensadores a lo largo de la historia han reconocido que Dios existe, un caso es el de Albert Einstein que dijo “El hombre es más grande cuando está de rodillas” ó “Dios no juega a los dados” ó «A todo investigador profundo de la naturaleza no puede menos de sobrecogerle una especie de sentimiento religioso, porque le es imposible concebir que haya sido él el primero en haber visto las relaciones delicadísimas que contempla. A través del universo incomprensible se manifiesta una Inteligencia superior infinita». Isaac Newton dijo «Lo que sabemos es una gota, lo que ignoramos, un inmenso océano. La admirable disposición y armonía del universo no ha podido salir sino del plan de un Ser omnisciente y omnipotente». Los más grandes científicos han descubierto que nuestro mundo no es consecuencia de la casualidad, que inclusive en la teoría del Caos se descubre un ordenador ten delicado que no dejó nada al azahar, que tuvo en cuenta cada detalle y que también planeó la forma como nos dejaría conocer las grandes leyes de la naturaleza. Regularidades como el número áureo, las constantes matemáticas que determinan la forma cómo crecen las hojas de los árboles, las proporciones del ser humano, el crecimiento de las especies, etc. Dan fe de lo ello.

A pesar de lo anterior, algunos científicos nos han querido hacer creer que Dios no va ligado con la ciencia, es el caso de Stephen Hawking, que en uno de sus más recientes libros ha dicho que Dios no cabe en este universo, dice que las leyes de las ciencias son suficientes para justificar su existencia, olvidando que toda esta sabiduría, todas estas leyes provienen de una fuente infinita de saber. Lejos de toda evidencia, prefiero sentir que Dios dirige todo lo que veo y no que soy producto de la casualidad, una casualidad que no me garantiza futuro alguno, una casualidad que limita mi existencia al momento de mi muerte, sin darme la esperanza de una prolongación en mi vida.

Definitivamente las ciencias también son obra de Dios, es la forma que él se ideó para dejarnos conocer la maestría con que creó el Universo. Las ciencias, al develarnos toda su sabiduría deberían contribuir cada día al crecimiento de nuestra fe en el Creador, en vez de generar un conflicto deberían reconciliar por siempre al hombre de ciencia con el hombre de fe, al pastor y al científico, al laboratorio ya a la iglesia. Es innegable: Dios es el creador de las ciencias y las ciencias nos revelan a Dios.

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