EUTANASIA: ¿DIOS, CIENCIA O TÚ?

EUTANASIA: ¿DIOS, CIENCIA O TÚ?

Siempre se ha conocido la eutanasia como el acto para evitar el sufrimiento a una persona que posee una enfermedad terminal, esta decisión es tomada por un familiar del enfermo en la cual se da una autorización al profesional de la materia, para que este con la aprobación o sin esta del paciente proceda a evitar el sufrimiento que se avecina, causando una muerte inmediata y por supuesto sin dolor.

Tomando como referencia lo anteriormente expuesto, cabe mencionar que en la actualidad existe un gran dilema en el mundo, puesto que para algunos habitantes este procedimiento es un acto completamente bueno pero para otros es lo peor que se puede llegar a hacer; con base a esto se ha de notar que actualmente existen dos posturas, en las cuales, en la primera prima el sentimiento del paciente y las ganas de sus familiares de que este tenga una muerte digna, además todas las personas son conscientes de que la muerte algún día llegara, pero nadie desea sufrir hasta morir, muy a pesar de esto, la segunda postura hace relación a la religión, cuya teoría se fundamenta en que ninguna persona tiene derecho de determinar cuándo otra ha de morir, puesto que la persona que dio la vida es la misma que establece cuando ha de llamar a cada uno de sus hijos.

Un gran porcentaje de la población considera que al ser efectuado este acto la persona tendrá una muerte digna, razón por la cual en países como Colombia este se encuentra legalizado, para muestra de esto, se encuentra el caso de la clínica de Pereira en la cual se llevó a cabo este procedimiento al señor Ovidio González quien padecía un cáncer terminal y doloroso cuya enfermedad estaba destruyendo partes de su cuerpo y cada vez se comprometían más los órganos que lo componían. Este acto fue efectuado con base a la resolución 1216 del 2015, para muerte asistida, elaborada por el Ministerio de Salud por orden de la sentencia T-970 del 4 de marzo de 2014 de la Corte Constitucional, en la que se establecen unos requisitos, cumpliéndose en su totalidad lo plasmado, es decir, tanto la condición de enfermedad terminal del paciente como la capacidad de este en manifestar su voluntad de que se le fuera aplicado el acto.

Por otro lado el ministro de Salud Alejandro Gaviria Uribe, quien es un economista e ingeniero civil colombiano, nacido en 1965 en Santiago de Chile, que desde el 3 de septiembre de 2012 se desempeña como ministro de Salud y de la Protección Social, dio detalles del protocolo que expidió para que se llevara a cabo la eutanasia, en el cual se plasma que primeramente el paciente debe declarar la voluntad de realizarse el procedimiento, después el médico debe presentarle las dos opciones de eutanasia, siendo estas, la eutanasia directa e indirecta, en las cuales se realizan acciones sobre el enfermo provocando con esto en la primera la muerte inmediata del paciente y en la segunda aliviar el sufrimiento pero como efecto secundario, una abreviación de la vida; continuando con lo plasmado el paciente debe manifestar su seguridad de realizarse este acto, seguidamente se debe comprobar que verdaderamente es un enfermo terminal, inmediatamente el médico le entrega información del caso a las personas encargadas y por última vez es consultada la decisión del paciente el cual debe dejar una carta o documento que certifique su última voluntad para proceder a la realización del acto como tal.

Comentado esto, cabe resaltar la declaración universal de los derechos humanos, la cual, en su artículo tercero proclama la vida, como el primer derecho universal e incuestionable, considerando este punto de vista, la eutanasia como tal, manifiesta un gran desprecio de la vida por parte de la sociedad, marcando en el contexto social una lucha dramática entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte.

Por otra parte, la eutanasia desde el punto de vista de las escrituras es considerada un acto violatorio a las leyes establecidas por Dios: “No mataras” (Éxodo 20:13 Reina Valera 1960), demostrándose así que nadie en absoluto puede disponer de la vida de una persona, ya sea familiar o una persona cercana a ella, causarle

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