Dios creó el cielo y la tierra
AgustinRearteInforme18 de Marzo de 2013
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Génesis I
En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo era confusión y no había nada. Las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.
Dijo Dios: «Haya luz», y separó la luz de las tinieblas, llamó a la luz "Día" y a las tinieblas "Noche". Atardeció y amaneció: fue el día Primero.
Dijo Dios: «Haya una bóveda en medio de las aguas, para que separe unas aguas de las otras.» Hizo entonces como una bóveda y separó unas aguas de las otras: las que estaban por encima del firmamento, de las que estaban por debajo de él. Dios llamó a esta bóveda "Cielo". Y atardeció y amaneció: fue el día Segundo.
Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo de los cielos en un solo depósito, y aparezca el suelo seco.» Y llamó al suelo seco "Tierra" y al depósito de las aguas "Mares".
Dijo Dios: «Produzca la tierra hortalizas, plantas que den semilla, y árboles frutales que por toda la tierra den fruto con su semilla dentro, cada uno según su especie.» Y así fue. Y atardeció y amaneció: fue el día Tercero.
Dijo Dios: «Haya lámparas en el cielo que separen el día de la noche, que sirvan para señalar las fiestas, los días y los años, y que brillen en el firmamento para iluminar la tierra.» Y así sucedió. Hizo, pues, dos grandes lámparas: la más grande para presidir el día y la más chica para presidir la noche, e hizo también las estrellas, las colocó en lo alto de los cielos para iluminar la tierra, para presidir el día y la noche y separar la luz de las tinieblas; y vio Dios que esto era bueno. Y atardeció y amaneció: fue el día Cuarto.
Dijo Dios: «Llénense las aguas de seres vivientes y revoloteen aves sobre la tierra y bajo el firmamento», creó entonces los grandes monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie, y todas las aves, según su especie. Los bendijo Dios, diciendo: «Crezcan, multiplíquense y llenen las aguas del mar, y multiplíquense asimismo las aves sobre la tierra.» Y atardeció y amaneció: fue el día Quinto.
Dijo Dios: «Produzca la tierra animales vivientes de diferentes especies, animales del campo, reptiles y animales salvajes.» Y así fue, hizo las distintas clases de animales.
Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Que tenga autoridad sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo, sobre los animales del campo, las fieras salvajes y los reptiles que se arrastran por el suelo.» Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó.
Dios los bendijo, diciéndoles: «Sean fecundos y multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla. Tengan autoridad sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.»
Dijo Dios: «Hoy les entrego para que se alimenten toda clase de plantas con semillas que hay sobre la tierra, y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves del cielo y a todos los seres vivientes que se mueven sobre la tierra, les doy pasto verde para que coman.» Atardeció y amaneció: fue el día Sexto.
Así estuvieron terminados el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos.
El Séptimo día Dios tuvo terminado su trabajo, y descansó en ese día de todo lo que había hecho.
Bendijo Dios el Séptimo día y lo hizo santo, porque ese día descansó de su trabajo. No había sobre la tierra arbusto alguno, ni había brotado aún ninguna planta silvestre, pues Yavé Dios no había hecho llover todavía sobre la tierra, y tampoco había hombre que cultivara el suelo e hiciera subir el agua para regar toda la superficie del suelo.
Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida; plantó un
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