Dioses del siglo XXI

dioses DEL SIGLO XXI

Paula Zapata Moreno – Estudiante Teología III

Es una realidad que hoy en día se evidencia mucho, un tipo de fundamento o visiones de prácticas muy particulares llenas de fanatismos y dependencias que manejan algunas congregaciones de condición neopentecostalismo, pentecostal de primera o segunda generación u otras  que comparten algunos elementos teológicos doctrinales como iglesias cristianas no católicas, con demasiadas reglas de “servicio” extraño hacia los “pastores”, dichas doctrinas teológicas hacen llevar al creyente a comportarse de determinada manera en su vida, a través de enseñanzas con lenguaje muy elocuente lleno de divinidad manipulable, inmersas dentro de dogmas irregulares, llenas de codicia y egocentrismo. Estas a su vez, manejan un alto nivel de influencia, donde sus sacrificios, sus pensamientos y sus voluntades, deben ser dados a Dios a través de ellos, haciéndoles creer que son agentes facilitadores de cambios espirituales.

Ciertamente, estos “pastores” alcanzan con mucha facilidad la obra en la mente del creyente. Por ejemplo, confían en sus dones y posiciones para hacer su obra. Siendo este un campo religioso para que se construya una necesidad por parte del creyente para depender de manera absoluta de dicho líder y este a su vez lo maneja a tal grado de rendirle su vida completamente a él, porque es un servicio hacia Dios, por tanto es un deber. El resultado, sus mentes y pensamiento propio queda nulo ante la sorprenderte labor de persuasión: Son exaltados, adorados, vigilados (entran a la iglesia escoltados y no se dejan tocar por ningún creyente) servidos abusivamente,  convirtiéndolos en sus dioses, tal fanatismo es que estos “pastores” que deberían ser del pueblo, son pastores de sus propios egos, llenos de altivez.

Considero que este tipo de personas lo que hacen es alejar o desviar la visión perfecta que dejó Jesucristo, sobre un servicio correcto de honra, sano hacia Dios y las personas , llevándonos a depender de ellos mismos, sumergiéndonos en una realidad divina que solo la podemos encontrar en nuestro UNICO ser trascendente.

No me opongo a la realidad de un servicio, porque soy fiel creyente de este don, se nace para servir. Pero algo muy diferente es vivir dependiendo de la realidad de otra persona, cuyos preceptos siempre van a su beneficio y no al de la comunidad o sus alrededores. El campo religioso –como todo campo– se construye alrededor del interés –en este caso religioso– vinculado a la “necesidad de legitimación de las propiedades asociadas a un tipo determinado de condiciones de existencia y de posición en la estructura social” (Bourdieu 1971b, 313)

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