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Lesbianas Siglo XXI


Enviado por   •  8 de Marzo de 2012  •  3.714 Palabras (15 Páginas)  •  589 Visitas

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Lesbianas siglo XXI

Buenos Aires, año 2000. El escenario es el consultorio de una psicoanalista que atiende en Palermo. [4] La mayoría de los pacientes pertenece a una clase media empobrecida que, a pesar de ello, aún conserva anhelos de crecer espiritual y económicamente. Muchas de las personas que consultan son lesbianas y sus edades oscilan entre los veinte y los cuarenta años. Alguna, como excepción, se acerca o supera los cincuenta. La mayoría de ellas no circula por "boliches". Si lo hacen - en general las más jóvenes - es como el común de las chicas de su edad. Sólo que, en este caso, se trata de los que son pubs y discos para lesbianas.

Ellas estudian y trabajan, no les es fácil ganarse la vida. Son jóvenes, mujeres y argentinas. Algunas, son o desean ser madres.

En ocasiones, han circulado por otros consultorios "psi" y hasta han tenido que soportar que se las quisiera curar de una enfermedad inexistente.

Pero, a pesar del más que reconocido prejuicio contra la homosexualidad que, desde sus inicios, atraviesa al psicoanálisis, algunas lesbianas consultan por los mismos problemas que el resto de los neuróticos. Insisten en darse la oportunidad de aliviar sus síntomas y enfrentar sus neurosis. Son perseverantes, además, en ese darnos, a los psicoanalistas, la oportunidad de superar nuestra homofobia.

EL PSICOANÁLISIS ACTUAL Y SU POSTURA ANTE LA HOMOSEXUALIDAD

Tengo plena conciencia de que mi idea acerca de que la homosexualidad no es ni una elección de vida ni una estructura psicopatológica sino una variante de la sexualidad, no es compartida por muchos psicoanalistas. El homosexual, tal como el heterosexual, puede transitar el camino de la neurosis, de la psicosis o de la perversión.

Tomando como punto de partida las ideas de Sigmund Freud, vemos que, en variadas ocasiones, él se expresó de manera contradictoria. Por ejemplo, en sus Tres ensayos para una teoría sexual (1905) incluye a la "inversión" entre las aberraciones o perversiones sexuales, juntándola, en la misma bolsa, con la paidofilia, la necrofilia, el bestialismo, el sadismo, etc. Una clasificación errónea, en tanto se compara un vínculo amoroso y de mutuo consentimiento entre dos personas del mismo sexo con relaciones donde un individuo mantiene una actividad sexual con una pareja inapropiada o involuntaria que no consiente y a la que se le infringen sufrimientos o humillaciones. Aunque Freud se refiere a la "perversión" humana como un universal, a la sexualidad infantil como polimorfa y a la bisexualidad como patognomónica del hombre, también dice, con respecto a la homosexualidad, que la falta de un padre fuerte en la infancia la favorece, deslizando la idea de una falla en las relaciones de objeto, falla que, por ende, provocará patología. Por otro lado, declara que la investigación psicoanalítica se opone terminantemente a la tentativa de separar a los homosexuales como una especie particular de seres humanos y que no se conocen los orígenes ni de la homosexualidad ni de la heterosexualidad. En las Conferencias de Introducción al Psicoanálisis (1916-17) va un poco más allá cuando afirma: "Nos vemos precisados a considerar la elección de objeto dentro del mismo sexo como una ramificación regular de la vida amorosa".

En 1935 respondía así la carta de la angustiada madre de un homosexual:

Indudablemente, la homosexualidad no representa ninguna ventaja, pero no es algo de lo que haya que avergonzarse, ni un vicio, ni una degradación, no puede clasificársela como una enfermedad; la consideramos una variante de la función sexual(...). Al preguntarme si puedo ayudarla, supongo que quiere decir si puedo abolir la homosexualidad y hacer que la heterosexualidad ocupe su lugar. Lo que el análisis pueda hacer por su hijo va por otro camino. Si es desdichado, neurótico, si se halla atormentado por los conflictos e inhibido en su vida social, el análisis puede proporcionarle armonía, paz mental y eficacia plena, tanto si permanece homosexual como si cambia.

De manera similar, en 1920 decía que su joven paciente lesbiana no era una enferma y que "la empresa de mudar a un homosexual declarado en un heterosexual no es mucho más promisoria que la inversa, sólo que a esta última jamás se la intenta cambiar, por buenas razones prácticas". Pero, por otro lado, en la ya citada carta de 1935, Freud considera a la "inversión" como una detención del desarrollo. Además, con respecto a la joven homosexual, confunde el amor de su paciente hacia una mujer con una identificación masculina. Confusión que, por otra parte, se repite en otros psicoanalistas y que merecería nuestra reflexión. En los últimos años de su vida Freud no dedicó especialmente al tema ningún ensayo, aunque oportunidades clínicas no le faltaran, entre ellas la de haber tenido de pacientes tanto a la talentosa poeta lesbiana Hilda Doolittle como a su propia hija. Ya ha trascendido que Anna Freud estuvo en pareja durante cincuenta años con la psicoanalista norteamericana Dorothy Burlingham.

Cien años después de estas reflexiones freudianas, ¿de qué manera se posiciona el psicoanálisis de nuestros días frente a las personas que aman y desean a otras del mismo sexo? ¿Con qué teorías podemos comprenderlas? Como solamente la clínica da bases, convalida y refuta nuestras teorizaciones, es precisamente desde esta clínica que hago mis apreciaciones.

Sin embargo, son pocos los psicoanalistas y los psicoterapeutas de otras orientaciones teóricas los que se preguntan por estos temas. Algunos que sí lo hacen, poseen un auténtico interés y preocupación. Otros, los "políticamente correctos", son con frecuencia "lobos con piel de cordero" que, frente al vacío de sus consultorios, muestran una falsa aceptación de la homosexualidad.

Por el contrario, el doctor Mauricio Abadi, vocero oficial de una parte de la comunidad psicoanalítica argentina, era absolutamente franco cuando decía: la homosexualidad es una "entidad anormal", una "anomia", una "enfermedad discapacitante". [5] No puede negarse que el terapeuta que adhiere a estas concepciones, quiéralo o no, se transforma en cómplice del mismo sector social que margina a los homosexuales. Y se coloca, parafraseando a Ricardo Rodulfo, en el riesgo de "una incómoda convergencia con monseñor Quarracino". [6]

Desde otra postura y algunos años después que Abadi hiciera estas afirmaciones, el psicoanalista francés Jean Allouch observa que hay una notoria diferencia entre los ensayos freudianos sobre la teoría sexual y las que

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