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Diplomado


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2012  •  2.054 Palabras (9 Páginas)  •  327 Visitas

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Podemos ubicar la aparición de la juventud católica organizada en México, remontándonos al desempeño que en ésta área, realizó la Acción Católica.

Un grupo de estudiantes católicos, funda la Liga de Estudiantes Católicos que después se convertiría en al A.C.J.M. En los años 20’s inician su trabajo apostólico con los jóvenes, la A.C.J.M. para los varones y la F.C.J.M. para las mujeres, cada grupo siguiendo su formación por separado de acuerdo a los criterios de la época; abrazando en su seno, no sólo a estudiantes, sino a toda clase de jóvenes católicos para formarlos en los principios cristianos, en orden que vivieran de acuerdo con ellos y consecuentemente, defendieran los derechos de la Iglesia, colaboraran activa y eficazmente en la solución del gravísimo problema social y participaran provechosamente en la vida política nacional.

La Asociación Católica de la Juventud Mexicana, nació el 12 de Agosto de 1913 gracias a la visión del R.P. Bernardo Bergöend SJ, el cual basándose en el análisis social, los círculos de estudio, el crecimiento espiritual y la recreación cultural, le dio vida, teniendo como fruto que su extensión en pocos años por toda la República Mexicana.

La misión de la A.C.J.M. era, cuádruple -formación religiosa, vida cristiana, acción social y preparación para la acción política-, y sus frutos se esperaban más bien a largo plazo. Pero el movimiento revolucionario en México obligó a la A.C.J.M. durante ese período histórico a asumir la defensa de la religión y de la Iglesia en el escenario en que era atacada.

Debido a las reacciones derivadas de la Revolución y para evitar que el movimiento desapareciera, éste se integra a la Acción Católica Mexicana en el año de 1929. De esta manera continúa trabajando a favor de los jóvenes durante muchos años más.

En los años 50’s y 60’s la ACJM, siguió sosteniéndose con algunas federaciones, pero su trabajo se veía disminuido, se relegaba el uso de los círculos de estudio, algunos constantes cambios en los Comités Diocesanos y la desaparición de grupos parroquiales se comenzaban a dar, sin embargo sus ideales seguían latentes en muchos de sus militantes.

Entre los años de 1959 y 1961 surge la idea de preparar una experiencia de encuentro con Cristo, donde motivar a los alumnos de bachillerato del Centro Universitario México (CUM), a ser cristianos santos y apóstoles. Y con esta inquietud los hermanos maristas: Basilio Rueda, Alberto Godínez, Gabriel Ordóñez y Arturo Chávez de la Mora, se adelantan, como presagiando, a lo que sería el mensaje del Concilio Vaticano II, varios años después, así como al mensaje actual de Juan Pablo II: "Es necesario que todos los Cristianos tengamos un encuentro personal con Cristo vivo y resucitado".

El Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana llega de España a la Ciudad de México, D.F. en 1959, por la inquietud de padres maristas, los cuales buscan la forma de evangelizar a los jóvenes. En un principio iban dirigidos a los alumnos del CUM para formarlos, no sólo de forma teórica, sino conducirlos a una experiencia cristiana más profunda. Sus frutos fueron conocidos por varios sacerdotes y hermanos religiosos los cuales la llevaron a otros colegios Maristas y más tarde su fama se extendió en otras universidades, institutos, conventos y parroquias, teniendo como consecuencia, la fundación de un grupo, el cual era integrado por jóvenes, quienes tenían como compromiso principal el llevar la palabra de Dios de joven a joven. En 1959 a 1960 llega a Guadalajara expandiéndose aun más por toda la región.

El Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana (MJVC), tiene la finalidad de evangelizar al joven por medio del joven y asesorados por adultos (sacerdotes y laicos), en un ambiente de renovación personal y espiritual, por medio de una Jornada. Este encuentro no se termina con la Jornada, sino que se continúa un proceso de crecimiento y de maduración en la Fe.

A través de un retiro de iniciación llamado Jornada, con una duración de 5 días, el joven se hace parte de este movimiento, continuando posteriormente con un proceso de formación integral en tres etapas: personal, social y trascendental.

A raíz del Concilio Vaticano II, se comienza a diversificar la atención que se daba a los jóvenes, en donde se empiezan a integrar los primeros grupos parroquiales, con la participación de jóvenes y adolescentes. Asimismo se integran los primeros coros juveniles, al igual que los grupos misioneros, lo cual era característico de los jóvenes en ese tiempo.

En el año de 1963 se realiza la primera Jornada en Monterrey, pero es en 1964, cuando se inicia formalmente la escuela, la cual queda a cargo del Hno. Jaime Juaristi y el Pbro. Fidel Martínez.

En el año de 1971 los maristas dejan solo al Padre Fidel como asesor general. Al principio la jornada sirve para reforzar la vida cristiana de los alumnos de escuelas católicas, pero al ver que estos no son los únicos beneficiados se formula otra temática, dos años después se crea un momento previo para prepararlos para el retiro y otro posterior para acompañarlos y darles seguimiento. A estos momentos se les llama prejornadas y posjornadas respectivamente.

En 1971 se creó la ACAN, con la cual quedaban fuera del cuidado de la ACJM los jóvenes vanguardias, perdiendo así los refuerzos que habían de continuar dando vigor al trabajo apostólico de la Asociación.

En este tiempo surgen también grupos como la Legión de María; los Centros de Vida Cristiana (CVX), los cuales eran como células o comunidades de base, conducidas por los jesuitas.

Dentro del contexto de la época, nos encontramos con el impacto social del capitalismo, el cual dando demasiado valor a lo económico, al consumismo, tuvo como respuesta de la sociedad, las guerrillas y los movimientos estudiantiles que se dieron al final de los 60’s. La reacción de la Iglesia en este sentido, fue una preocupación por formar grupos de conciencia, principalmente entre los jóvenes.

La realidad que presentaba la sociedad de ese tiempo, se reflejaba en la falta de oportunidades de trabajo; así como también hacían falta espacios para el deporte y para la realización personal. Sin embargo no había tantos problemas de pandillerismo y drogadicción.

El Padre Fidel Martínez deja el cargo de asesor del MJVC al Pbro. Víctor M. Chaveznava Siller por un espacio de un año quien a su vez es sucedido por el ahora obispo Mons. Alonso Garza en septiembre de 1976, quien estuvo por 9 años prestando sus servicios de cómo asesor del movimiento.

Una parte de la respuesta de la Iglesia, se dio con la visita de su Santidad el papa Juan Pablo II, en 1979.

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