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Dsanta clara de asis.


Enviado por   •  17 de Marzo de 2016  •  Síntesis  •  1.842 Palabras (8 Páginas)  •  277 Visitas

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SANTA CLARA DE ASIS

En la ciudad de Asís, Italia, en el año 1193, en una familia rica y poderosa de la ciudad, había un matrimonio conformado por un padre que tenia título de conde y una madre de profundo sentido cristiano, a quien el señor le reveló en oración que la iluminaría de una brillante luz que habría de alumbrar al mundo entero. De esta unión nació una niña que recibió en el bautismo el nombre de Clara, el cual encierra dos significados, resplandeciente y célebre.  

Desde sus primeros años Clara se vio dotada de innumerables virtudes y aunque su ambiente familiar pedía otra cosa de ella, siempre desde pequeña fue constante a la oración y penitencia. Siempre mostró gran desagrado por las cosas del mundo y gran amor y deseo por crecer cada día en su vida espiritual.

Al cumplir los 15 años, sus padres la prometieron en matrimonio a un joven de la nobleza, ella se resistió respondiendo que se había consagrado a Dios y había resuelto no conocer jamás a hombre alguno.

Cuando Clara tenía 18 años, su conversión hacia la vida de plena santidad se efectuó al oír a San Francisco de Asís predicar los sermones de cuaresma, donde  insistió en que para tener plena libertad para seguir a Jesucristo había que librarse de las riquezas y bienes materiales. Al escucharlo sintió una gran confirmación de todo lo que venía experimentando en su interior.

Durante todo el día y la noche, meditó en aquellas palabras que habían calado lo más profundo de su corazón. Tomó esa misma noche la decisión de comunicárselo a Francisco y de no dejar que ningún obstáculo la detuviera en responder al llamado del Señor, depositando en Él toda su fuerza y entereza.

En la noche del domingo de ramos, Clara había abandonado su casa, el palacio de sus padres, y  llega a la humilde Capilla de la Porciúncula donde la aguardaban San Francisco y los demás hermanos Menores, con cirios encendidos, entonando el Ven Espíritu Creador.

De rodillas ante San Francisco, hizo Clara la promesa de renunciar a las riquezas y comodidades del mundo y de dedicarse a una vida de oración, pobreza, penitencia, castidad y obediencia. Dentro del templo, Clara cambia su ropa de terciopelo y brocado por el hábito que recibe de las manos de Francisco, que consistía en una túnica de tela burda y una cuerda de cinturón. Luego Francisco corta sus hermosas trenzas rubias y cubre la cabeza de la joven con un velo negro. Después la envía de manera provisional al claustro de las Benedictinas de San Pablo, para que se fuera preparando para ser una santa religiosa.

Con la ayuda y el consejo de San Francisco de Asís y a pesar de la oposición de su familia, Santa Clara funda la orden de Monjas Franciscanas conocida como la Orden de las Damas Pobres, y de un modo más popular llamada Clarisas Pobres. Para Santa Clara la pobreza era el camino en donde uno podía alcanzar más perfectamente esa unión con Cristo.

Cada día era para ella una constante lucha por despegarse de todo aquello que la apartaba del Amor al Señor y el deseo por la salvación de las almas. La oración era la alegría, la vida; la fuente y manantial de todas las gracias, tanto para ella como para el mundo entero. Acostumbraba pasar varias horas de la noche en oración para abrir su corazón al Señor y recoger en su silencio las palabras de su amor. Muchas veces, en su tiempo de oración, se le podía encontrar cubierta de lágrimas al sentir el gran gozo de la adoración y de la presencia del Señor en la Eucaristía, o quizás movida por un gran dolor por los pecados, olvidos y por las ingratitudes propias y de los hombres.

Se postraba rostro en tierra ante el Señor y, al meditar la pasión las lágrimas brotaban de lo más íntimo de su corazón. Muchas veces el silencio y soledad de su oración se vieron invadidos de grandes perturbaciones del demonio. Pero sus hermanas dan testimonio de que, cuando Clara salía del oratorio, su semblante irradiaba felicidad y sus palabras eran tan ardientes que movían y despertaban en ellas ese ardiente celo y encendido amor por el Señor.

Hizo fuertes sacrificios los cuarenta y dos años de su vida consagrada. Cuando le preguntaban si no se excedía, ella contestaba: Estos excesos son necesarios para la redención, "Sin el derramamiento de la Sangre de Jesús en la Cruz no habría Salvación". Ella añadía: "Hay unos que no rezan ni se sacrifican; hay muchos que sólo viven para la idolatría de los sentidos. Ha de haber compensación. Alguien debe rezar y sacrificarse por los que no lo hacen. Si no se estableciera ese equilibrio espiritual la tierra sería destrozada por el maligno". Santa Clara aportó de una manera generosa a este equilibrio.

Durante su vida se narran muchos milagros obrados por esta santa. Cuentan episodios como la multiplicación del pan y las botellas de aceite que aparecen cuando en el convento no quedaba ya ninguna. Pero el más famoso entre todos los milagros obrados por ella es el que ocurrió en 1240, un viernes del mes de septiembre. Clara se encontraba frente a la amenaza de los soldados sarracenos que habían logrado penetrar el claustro del convento de San Damián. Y Santa Clara que era extraordinariamente devota al Santísimo Sacramento, tomó en sus manos la custodia con la hostia consagrada y se les enfrentó a los atacantes. Ellos experimentaron en ese momento tan terrible oleada de terror que huyeron aterrorizados.

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