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Santa Clara De Asis

vayu1217 de Noviembre de 2013

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DESAFÍOS DE CLARA DE ASÍS PARA HOY

Introducción

Estamos caminando hacia el final de la celebración del 8° centenario del nacimiento de Clara de Asís. Abundaron en toda la familia franciscana celebraciones, reflexiones, retiros, talleres marcados por este acontecimiento. Acontecimiento que el Papa Juan Pablo destacó repetidas veces como algo importante en la vida de la Iglesia. "En nuestra época es necesario repetir el descubrimiento de santa Clara, porque es importante para la vida de la Iglesia. Es necesario redescubrir este carisma, esta vocación: urge redescubrir la leyenda divina de Francisco y Clara

Todo ello nos acercó un poco más a la vida de Clara, a sus escritos, a sus mensajes evangélicos. Y también nos acercó a nuestras hermanas clarisas en el conocimiento y en el afecto.

Para que toda esta reflexión no quede en pura teoría y buenos deseos es oportuno presentar ahora como una síntesis de las enseñanzas y actitudes de Clara. Estas actitudes pueden iluminar y provocar desafíos a la familia franciscana, e incluso al mundo y a la Iglesia de hoy. De cara a un conveniente y necesario compromiso de vida, de conversión y actualización de nuestro carisma franciscano.

Las abreviaciones de los escritos de santa Clara en este artículo son las siguientes:

CIR, Regla de Clara; CIT, Testamento de Clara; Cl IC, Primera carta a Inés de Praga; CI2C, Segunda carta a Inés de Praga; C13C, Tercera carta a Inés de Praga; C14C, Cuarta carta a Inés de Praga.

En uno de los encuentros celebrativos del acontecimiento, concretamente en un sencillo taller clariano, una hermana franciscana, juniora, llegó a decir como síntesis de un trabajo-grupal: "nos parece que la Regla de santa Clara hubiera sido escrita después del Concilio Vaticano II". Clara puede provocar desafíos, incluso a nuestra época posconciliar.

Es que los santos -particularmente algunos de ellos- tienen intuiciones evangélicas que les permiten vivir y anticiparse a los tiempos y a las épocas. El espíritu que les guía les permite ver las cosas profundas de Dios (cfr. 1 Cor.2,10). Dos de estos santos son Clara y su inspirador, Francisco (cfr. CIT. 48).

En esta nota aprovecho las investigaciones de otros hermanos más eruditos. Simplemente quiero recoger y recordar algo del fruto de las celebraciones del acontecimiento jubilar. Para que cada uno se lo devuelva al Señor con la palabra y el ejemplo. Parte de las bonitas reflexiones que hicimos y de los valores que redescubrimos a lo largo de este año centenario.

En primer lugar, trataré de presentar y describir la realidad más cercana a nosotros. Luego haré una síntesis de las actitudes de Clara, inspirada siempre e iluminada en Francisco. Esas actitudes pueden arrojar algo de luz sobre nuestra realidad personal, comunitaria, social y eclesial.

REALIDAD DEL HOMBRE DE HOY

En esta descripción quiero destacar y acentuar, sin negar lo comunitario, el aspecto personal o individual del hombre. Es una acentuación "metódica", cartesiana; no porque lo comunitario o social no sea importante, afortunadamente se ha avanzado y se le ha prestado suficiente atención después del Concilio. Sino porque, de hecho y en la práctica, se le presta menos atención a lo personal. Y sabemos que la raíz de todos los males, problemas y sus remedios están dentro, en el corazón, no fuera de nosotros (cfr. Me. 7,24 ss.).

Lo característico del hombre de hoy es que se siente -y es- capaz de lo mejor y de lo peor (cfr. GS.9). Por eso vive entre la esperanza y el miedo; busca la paz interior y no la encuentra; quiere lograr un sano equilibrio y vive en un constante des-encuentro consigo mismo; "no hace el bien que quiere sino el mal que no quiere" (Rom. 7,19); tiene suficientes capacidades para mirarse en positivo a sí mismo y al mundo que lo rodea y vive con una mirada negativa alimentada por las múltiples influencias externas.

Capaz de lo mejor

El hombre de hoy es capaz de lo mejor porque ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Algunas de las capacidades positivas fundamentales con que el hombre nace y le son connaturales, son las siguientes:

capacidad de conocer, amar y comunicarse con Dios y de darle un culto consciente;

capacidad de conocer, amar y transformar con su trabajo el mundo que lo rodea y del cual forma parte, completando así la obra de Dios, su Creador;

capacidad de vivir en fiesta, en comunidad, en sociedad;

capacidad también de vivir, por un tiempo, en silencio y soledad; no es frecuente vivir esta dimensión, aunque le sea connatural al hombre;

capacidad de gozar la verdad y la belleza; y de vivir "jugando" en todo lo que hace;

capacidad de sufrir y descubrir el sentido del sufrimiento que le permita "sufrir sin sufrir" para su crecimiento y maduración (cfr. Hebr. 5,7);

la capacidad de compadecer y sentirse solidario con todo el sufrimiento humano; y finalmente, la capacidad de compartir los bienes con los demás, sabiendo que no son absolutamente suyos, sino universales.

Capaz de lo peor

El hombre de hoy es capaz de lo peor, porque ha entrado en él el pecado y ha dejado en él tendencias negativas (cfr. Rom. 7, I 5-24; 2 Cor. 12, 7-10). Además de los siete pecados o raíces de donde proceden muchas de las sombras o negatividades, se dan estas otras tendencias que obstaculizan el encuentro con nosotros mismos y con los demás, quitándonos la paz interior. Señalo algunas de las más frecuentes en nuestra realidad:

prisa, que es una violencia contra el ritmo propio del tiempo y de la naturaleza de las cosas, pues la prisa aplasta y agota ese ritmo natural que nos permitiría tener una relación cordial, serena y gozosa con las personas, acontecimientos y cosas;

ansiedad, que seca la vida del hombre y la reduce a un mero ir y venir superficialmente, tensionado y vacío de sentido; y es fruto de un activismo mecánico y frenético; es una acción que queda en puro movimiento;

competencia, que nos hace compararnos constantemente con los demás; que nos hace violentos, agresivos e insatisfechos; nos lleva a estar sobre los demás (dominio) y no estar-con-ellos y para-ellos (fraternidad y servicio);

búsqueda de una imagen frente a los demás y temor a perderla (cfr. Av.19);

tendencia a absolutizar personas, opiniones y cosas; apego a algo que creemos condición necesaria para nuestra paz y felicidad;

indecisión, que nos priva de libertad y coraje para aceptar los riesgos;

y falta de paciencia para saber esperar con fortaleza el resultado de una decisión, situación o acontecimiento, sea adverso o agradable.

Realidad del mundo

De esta realidad interior del corazón, lugar íntimo donde residen nuestras raíces buenas y malas, nace la realidad del mundo del que somos parte, al cual pertenecemos y en e cual participamos; y del cual somos también artífices. A veces las estructuras alimentan, dificultan o condicionan nuestro ser interior. Esta realidad mal llamada "externa", externa a nosotros, la hemos analizado y descrito muchas veces, mirando sobre todo su aspecto negativo.

Aspectos negativos

Y decimos que somos y vivirnos en un mundo secularista. El hombre, con su técnica, es capaz de promover un maravilloso progreso que muchas veces lo hace prescindir de Dios, y lo hace esclavo de su misma técnica, impidiendo su progreso moral y humano. Vivimos en un mundo rico, pero pobre y empobrecido por el egoísmo de unos pocos que retienen para sí las riquezas que, en su primer destino, eran universales y para toldos. El pecado introdujo la propiedad privada que sigue teniendo sus límites sociales. Y, la propiedad trae aparejado el poder y dominio de unos hombres sobre otros.

Vivimos en un mundo consumista y hedonista que, en lugar de compartir solidariamente sus bienes, los goza y derrocha escandalosamente. Somos parte de un mundo sometido a diversas formas de esclavitud social y (sicológica. Está de tal manera estructurado y (programado que no deja ser a la persona ella misma, sino que la programa y condición desde el comienzo de su existencia. Sin embargo proclama la libertad. Vivimos en un mundo de desigualdades fundamentales respecto a la mujer, los hermanos indígenas y afroamericanos.

Podríamos multiplicar estas características negativas, pero las señaladas son suficientes para nuestro objetivo. Muchos de estos rasgos se dan como "signos de nuestro tiempo", son universales; pero se hacen más cercanos a nuestro mundo latinoamericano.

Tendencias positivas

Dios sigue suscitando personas que son signos y testigos de su amor al hombre e instrumentos de su misericordia y fidelidad, como Teresa de Calcuta, Hurtado y tantos otros. Están vigentes los santos y profetas de nuevo cuño. Muchas veces son personas anónimas y ávidas de un nuevo orden de cosas que les permitan ser protagonistas de su historia y de su felicidad. Vivimos en un mundo que toma conciencia de su unidad e interdependencia y va superando los rígidos nacionalismos, buscando una mayor solidaridad en organismos regionales e internacionales. Un mundo que también va despertando la conciencia de una igualdad fundamental de todos, prescindiendo de las condiciones sociales, culturales, raza o color de la piel. Y da prioridad a enfermos, niños y ancianos, inspirado en el respeto por la persona humana y sus derechos (cfr. GS.25).

La Iglesia en el mundo

También la Iglesia es parte de esta realidad y no puede escapar a sus luces y sombras. Señalo algunas tendencias englobantes de la Iglesia de hoy.

A pesar de haber declarado los Obispos en el Concilio la igualdad fundamental

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