EL PECADO
sradennis26 de Marzo de 2014
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EL PECADO
Partimos del principio preguntándonos Qué es el Pecado? , a lo que responderé significa “perder el camino”. El camino, en este caso, es el estándar de perfección establecido por Dios y evidenciado por Jesús. Bajo esa premisa, queda claro que todos nosotros somos pecadores.
En la biblia hay un libro de los Romanos 3:23 que dice, “Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios”.
El pecado es mencionado muchas veces en la Biblia, comenzando con el pecado “original”, cuando Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento. Es por ello, que nos parece como si el pecado fuera simplemente la violación de cualquiera de las leyes de Dios, incluyendo los Diez Mandamientos.
Sin embargo, Pablo coloca esta perspectiva en Romanos 3.20, cuando dice: “Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado”.
Dios quería que reconociéramos nuestros pecados. No solo Incluso aquellos que no han asesinado o cometido adulterio, se encontrarían culpables de mentir o de adorar a ídolos falsos como las riquezas o el poder, antes que a Dios.
Trágicamente, el pecado en cualquier dimensión, nos distanciará de Dios.
“La mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír”, dice Isaías 59:1-2. “Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios a ocultar su rostro para no escuchar”.
Debemos resistir la tentación de actuar como si fuéramos justos, especialmente apoyándonos en nuestras buenas obras.
“Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros” (1 Juan 1:8-10).
Entonces podemos decir que el pecado podría ser a la vez un Llamado al Arrepentimiento; quiero decir que la buena noticia en todo esto es que, una vez que nos reconocemos como pecadores, necesitamos solamente arrepentirnos y acoger a Jesús para ser perdonados. Jesús puede perdonarnos porque él murió y resucitó tres días después en victoria sobre el pecado y la muerte.
El apóstol Pablo se refiere a este proceso de reconocimiento del pecado y responsabilidad por ello como la “tristeza que proviene de Dios”.
“La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte”, escribe Pablo en 2 Corintios 7:10-11. “Fíjense lo que ha producido en ustedes esta tristeza que proviene de Dios: ¡qué empeño, qué afán por disculparse, qué indignación, qué temor, qué anhelo, qué preocupación, qué disposición para ver que se haga justicia! En todo han demostrado su inocencia en este asunto”.
Muchas oportunidades tiene el hombre para resarcirse de sus pecados, y sobre todo para no caer en tentación no solo se refiere pecado sobre los mandamientos sino en cada acto que vaya en contra de Dios y de lo que nos ha dejado como su historia de amor, de paz, de hermandad, si los hombres en la tierra fueran diferentes y procedieran haciendo bien a su prójimo y siendo ejemplo entre su comunidad, sus hijos y compañeros, viviríamos en armonía.
Los seres humanos aún no entendemos que todas las cosas que vivimos a diario tienen una consecuencia buena o mala, por ejemplo “la infidelidad”, en muchas situaciones sucede que los hombres y las mujeres ya no se respetan terminan teniendo una aventura y que lograron con eso, se han puesto a pensar que no solo lastimaron a sus esposos (as) sino que, se denigraron entre ambos sin pensar en los valores y principios
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