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Pecados


Enviado por   •  14 de Mayo de 2014  •  2.493 Palabras (10 Páginas)  •  201 Visitas

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Devocional Cristiano – EL PECADO

Pasaje clave: 1º Juan 1:9.

1. Introducción.

El pecado es cualquier transgresión al carácter santo de Dios. La esencia del pecado es la independencia de Dios y la rebeldía a su Palabra. “Hago lo que siento”. “Hago lo que quiero”. “Vivo como quiero”.

2. Lo que Hace el Pecado.

. El pecado destruye la vida espiritual (1º Juan 1:6).

. Perdemos la comunión con los hermanos. Cuando hay pecado no hay comunión. Hay peleas, divisiones, discusiones. Vemos todo mal y cuestionamos todo.

. Nos sentimos lejos del amor de Dios. “No siento el amor de Dios”. “No valgo nada”. “Oro y no pasa nada”. “A mi Dios no me oye”. “En la iglesia siempre es lo mismo”. Si pecamos y amamos al mundo (la forma de pensar y actuar de esta sociedad) perderemos la experiencia del amor de Dios.

. Se produce una atadura espiritual (1º Juan 3:8-10). El pecado pide más pecado. Corta tu fruto espiritual, tu vida de oración, el gozo y la paz y lentamente todo se va perdiendo. Alejarte de Dios te resulta natural. Volver a él te resulta muy dificil.

3. Cuatro Modelos Negativos Al Tratar con el Pecado.

Consideremos los siguientes cuatro modelos negativos al tratar con el pecado:

A. El Modelo de David (Salmos 32:3-4). David procuró esconder su pecado. Cuando ocultamos nuestros pecados sufrimos. El pecado tiene el poder de enfermarnos con amarguras, depresiones, angustias y aún físicamente. Si te callas y te encierras en ti mismo, nunca serás perdonado y restaurado. Nuestro silencio le da lugar a Satanás para mantenernos esclavizados.

B. El Modelo de Adán y Eva (Gn.3:12-13). Ambos buscaron culpables y se culparon entre ellos como evasiva para no reconocer su pecado. ¿A quién culpas cada vez que pecas?. ¿A tus padres, a tus hijos, a tu pareja? ¿A Dios? ¿Al diablo?.

Pecamos porque elegimos pecar. Pecar es una decisión personal. Sin embargo no estamos obligados a pecar, porque hemos sido librados del poder del pecado (Ro.6:17-18 y 2° Co.3:17). Siempre que culpamos a otros nos engañamos a nosotros mismos y empeoramos las cosas.

C. El Modelo de Saúl (1° S.13:8-13). El rey Saúl trato de buscarle explicaciones a su pecado. Buscaba justificarse delante de Dios. “Que Samuel no llega”. “Que los hombres tienen miedo”. “Que me quedo sin soldados”. “Que el enemigo se acerca”.

Nosotros actuamos muy parecido a él. “Pequé porque no me quedó otra opción”. “En nuestro país son todos corruptos ¿qué problema hay que yo también robe un poco?”. “Tenemos sexo prematrimonial porque nos amamos”. “La homosexualidad esta bien porque cada uno tiene derecho a ser como quiera”. “Engaño a mi esposa porque ella no muestra ningún interés sexual”.

Dios no cambia y el pecado tampoco, aunque cambien las culturas y tratemos de demostrar (o convenecernos a nosotros mismos) que no es “tan malo” lo que hicimos.

D. El Modelo de Judas (Mt.27:3-10). ¿Qué hace Judas?. En vez de enfrentar el problema de su pecado, escapa de él por medio del suicidio. Sin llegar a ese extremo son muchos los “escapismos” a los que solemos recurrir para “no pensar” en lo que hicimos y no sentirnos culpables. Consumir drogas, alcohol, ansiolíticos. Escapar escuchando música, teniendo sexo, trabajando compulsivamente. Llenarnos de actividades para “no escuchar” las acusaciones interiores. Etc.

¡Nada de esto sirve para solucionar el problema del pecado!

4. Solo Existe Una Solución: El Modelo de Dios.

¿Qué necesitamos hacer según Prov.28:13 y 1º Juan 1:9 para solucionar realmente el problema del pecado?.

. Confesar: Es reconocer que pecamos y declararle a Dios cuál es el pecado.

La confesión debe ser pecado por pecado, en voz alta y a Cristo. Tenemos que decirle toda la verdad a Dios y declarar que su sangre limpia de todo pecado.

. Renunciar: Es tomar la firme decisión de no seguir andando por el camino del mal. Me aparto totalmente. Renuncio. Digo “basta con esto, ya no tiene más parte en mi vida”.

La señal de la renuncia es confesárselo primero a Dios y después a un hermano maduro y espiritual para que ore por mi vida desatando cualquier tipo de atadura espiritual (Stg.5:16).

¿Perdona Dios todos nuestros pecados?

Una pregunta común es si Dios puede perdonar todo pecado cometido: los pecados repetidos, los pecados cometidos a pesar de ser creyentes y ¿qué del pecado imperdonable?

[Todas las citas son de la Nueva Traducción Viviente (NTV), Editorial Tyndale, 2010]

Dividimos la pregunta en dos partes. Primeramente: ¿Puede Dios perdonar todos los pecados? La respuesta es, ¡por supuesto que sí! Uno de los motivos principales por los cuales que Jesús vino a la tierra fue para perdonar los pecados. Jesús mismo afirma: «Así que les demostraré que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados» (Mateo 9:6; ver Efesios 1:7). Las buenas noticias de lo que proclamó Jesús fue precisamente el perdón de pecados: «Hermanos, ¡escuchen! Estamos aquí para proclamar que, por medio de este hombre Jesús, ustedes tienen el perdón de sus pecados» (Hechos 13:38; ver Colosenses 1:14).

Es importante notar que fue el amor de Dios que lo impulsó a enviar a su Hijo para morir en nuestro lugar para que pudiéramos gozar del perdón de nuestros pecados: «Pero Dios mostró el gran amor que nos tiene al enviar a Cristo a morir por nosotros cuando todavía éramos pecadores» (Romanos 5:8). No se puede expresarlo mejor que el apóstol Pablo, él mismo siendo un pecado perdonado: «Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y porque aún no les habían quitado la naturaleza pecaminosa. Entonces Dios les dio vida con Cristo al perdonar todos nuestros pecados» (Colosenses 2:13). El salmista agrega: «Se llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros como está el oriente del occidente» (Salmo 103:12). Por eso el evangelio se llama «buenas noticias».

Tomemos el caso del rey David. Sus pecados son bastante contemporáneos: la lujuria, el adulterio, el asesinato y la mentira como encontramos descritos gráficamente en 2 Samuel 11-12. A pesar de tan terribles que fueron estos pecados, la Biblia relata el arrepentimiento del rey y el perdón de Dios en Salmos 32 y 51.

«1 ¡Oh, qué alegría para aquellos

a quienes se les perdona la desobediencia,

a quienes se les cubre su pecado!

2 Sí, ¡qué alegría para aquellos

a quienes el SEÑOR les borró la culpa de su cuenta,

quienes llevan una vida de total transparencia!

3 Mientras me negué a confesar mi pecado,

mi cuerpo se consumió,

y gemía todo el día.

4 Día y noche tu mano de disciplina

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