ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

EL SIMBOLO DE LA NAVIDAD

amorito1523 de Agosto de 2012

8.062 Palabras (33 Páginas)502 Visitas

Página 1 de 33

EL VERDADERO SIMBOLISMO DE LA NAVIDAD

Esta noche platicaremos sobre el simbolismo de la Navidad. Es claro que este es un evento maravilloso, sobre el cual urge meditar profundamente.

El Sol, cada año, realiza un viaje elíptico que comienza desde el 25 de diciembre en adelante. Luego regresa otra vez hacia el Polo Sur, hacia la zona donde está la Antártida. Por eso, precisamente, vale que reflexionemos en su honda significación.

Por estos tiempos comienza el frío, aquí en el Norte, debido precisamente a que el Sol se está alejando hacia las regiones australes, y el 24 de diciembre el Sol habrá llegado al máximum, en su viaje hacia el Sur.

Si no fuera porque el Sol avanza hacia el Norte, desde el 25 de diciembre en adelante, moriríamos de frío, la Tierra entera se convertiría en una mole de hielo, y perecería, realmente, toda criatura, todo aquello que tenga vida. Así pues, bien vale la pena que reflexionemos en el acontecimiento de la Navidad.

El Cristo Sol debe avanzar para darnos su vida, y en el equinoccio de la primavera se crucifica en la Tierra; entonces madura la uva y el trigo. Y es precisamente en la primavera cuando debe el Señor pasar por su vida, pasión y muerte, para luego resucitar (la Semana Santa es en primavera).

El Sol físico no es más que un símbolo del Sol Espiritual, del Cristo Sol. Cuando los antiguos adoraban al Sol, cuando le rendían culto, no se referían propiamente al Sol físico. No, se le rendía culto al Sol Espiritual, al Sol de la media noche, al Cristo Sol.

Incuestionablemente, es el Cristo Sol quien debe guiarnos en los mundos superiores de conciencia cósmica. Todo místico que aprende a funcionar fuera del cuerpo físico a voluntad, es guiado por el Sol de la medía noche, por el Cristo Cósmico.

Es necesario aprender a conocer los movimientos simbólicos del Sol de la media noche. El es quien guía siempre al Iniciado, él es quien nos orienta, él es quien nos indica lo que debemos y no debemos hacer. Estoy hablando, pues, en el sentido esotérico más profundo, teniendo en cuenta que todo Iniciado sabe salir del cuerpo físico a voluntad (que eso de no saber salir a voluntad, eso es propio de principiantes, o de gentes que hasta ahora están dando los primeros pasos en estos estudios).

Desde que uno, pues, está en la senda, tiene que guiarse por el Sol de la media noche, por el Cristo Sol, aprender a conocer sus señales, sus movimientos. Si uno lo ve, por ejemplo, hundirse allá en el ocaso, ¿qué nos está indicando? Sencillamente, que algo debe morir en nosotros. Si uno lo ve surgir por el Oriente, ¿qué nos dice eso? Que algo debe nacer en nosotros.

Cuando salimos bien en las pruebas esotéricas, él brilla en toda su plenitud (en el horizonte). El Señor nos orienta en los mundos superiores, y uno tiene que aprender, pues, a conocer sus señales.

Dubui y muchos otros, han estudiado el maravilloso acontecimiento de la Navidad. No hay duda (y eso lo reconoce Dubui) de que todas las religiones de la antigüedad celebraron la Navidad.

Así como el Sol físico avanza hacia el Norte, para dar vida a toda la creación, así también el Sol de la media noche, el Sol del espíritu, el Cristo Sol, nos da vida si nosotros aprendemos a cumplir con sus mandamientos.

En las Sagradas Escrituras, obviamente, se habla del acontecimiento solar (y hay que saberlo entender entre líneas). Cada año se vive, en el Macrocosmos, todo el Drama Cósmico del Cristo Sol (cada año repito). Téngase en cuenta que el Cristo Sol debe crucificarse cada año en el mundo, vivir todo su drama de la vida, pasión y muerte, para luego resucitar en todo lo que es, ha sido y será, es decir, en todo lo creado. Así es como todos recibimos la vida del Cristo Sol.

También es cierto que cada año el Sol, al alejarse por las regiones australes, nos deja (aquí en el Norte) tristes, pues él va a dar la vida a otras partes. Las noches largas del invierno son fuertes; en tiempo de Navidad, los días son cortos y las noches largas.

Vamos reflexionando en todo esto y conviene que entendamos lo que es, ciertamente, el drama cósmico. Se hace necesario que en nosotros también nazca el Cristo Sol (él debe nacer en nosotros).

En las Sagradas Escrituras se habla claramente de "Belén" y de un "establo" donde él nace. Ese "establo" de "Belén" está dentro de nosotros mismos, aquí y ahora. Precisamente, en ese "establo interior" moran los animales del deseo, todos esos Yoes pasionarios que cargamos en nuestra psiquis; eso es obvio.

Belén insisto, es un nombre esotérico. En tiempos en que el Gran Kabir Jesús vino al mundo, la aldea de Belén no existía. De manera que eso es completamente simbólico. "Bel" es una raíz caldea que significa "Torre del Fuego". De manera que, propiamente dicho, "Belén" es "Torre del Fuego"... ¿Quién podría ignorar que "Bel" es un término caldeo que corresponde, precisamente, a la Torre de Bel, la Torre del Fuego? Así pues, Belén es simbólico, completamente.

Cuando el Iniciado trabaja con el fuego sagrado, cuando el Iniciado elimina de su naturaleza íntima los agregados psíquicos, cuando en verdad está realizando la Gran Obra, indubitablemente ha de pasar por la Iniciación Venusta. El descenso del Cristo al corazón del hombre, es un acontecimiento cósmico-humano de gran trascendencia. Tal evento corresponde, en verdad, a la Iniciación Venusta.

Desafortunadamente, no se ha entendido realmente lo que es el Cristo. Muchos suponen que el Cristo, exclusivamente, fue Jesús de Nazaret, y están equivocados. Jesús de Nazaret como hombre o mejor dijéramos, Jeshua Ben Pandira como hombre, recibió la Iniciación Venusta, lo encarnó; mas no es el único que haya recibido tal Iniciación. Hermes Trismegisto, el tres veces, grande Dios Ibis de Thot, también lo encarno.

Juan El Bautista, a quien muchos consideraban como el Christus, el ungido, incuestionablemente recibió la Iniciación Venusta, lo encarnó.

Los Gnósticos Bautistas aseguraban, en la Tierra Santa, que el verdadero Mesías era Juan y que Jesús era tan sólo un Iniciado que había querido seguir a Juan. Habían, por esos días, disputas entre los Bautistas y los Gnósticos Esenios (y otros).

Así pues que, debemos entender al Cristo como es: no como una persona, no como un sujeto. El Cristo está más allá de la personalidad, del Yo y de la individualidad; el Cristo, en esoterismo auténtico, es el Logos, el Logos Solar, representado por el Sol. Ahora comprenderemos por qué los Incas adoraban al Sol; los Nahuatls le rendían culto al Sol, los Mayas lo mismo, los egipcios idénticamente, etc.

No se trata de la adoración a un Sol físico, no, sino a lo que se oculta tras ese símbolo físico. Obviamente, se adoraba al Logos Solar, al Segundo Logos. Ese Logos Solar es unidad múltiple perfecta (la variedad es unidad). En el mundo del Cristo Cósmico, la individualidad separada no existe; en el Señor, todos somos uno.

Me viene a la memoria, en estos momentos, cierto experimento, dijéramos esotérico, realizado hace ya muchos años. Entonces, sumergido en profunda meditación, logré ciertamente el Samadhi, el estado de Manteia, o éxtasis, como se le denomina en el esoterismo occidental. Deseaba yo, por aquella época, saber algo sobre el bautismo de Jesús El Cristo, que bien sabemos que Juan lo bautizó. Fue profundo el estado de abstracción, logré el perfecto Dharana (o sea, concentración), el Dhayana (la meditación), y al fin conseguí el Samadhi, yo me atrevería a decir que fue un Maha Samadhi, porque abandoné perfectamente los cuerpos Físico, Astral, Mental, Causal, Búdhico y hasta el Atmico. Conseguí, pues, retrotraer mi Conciencia, en forma íntegra hacia el Logos.

Así pues, en ese estado logóico, como un "dragón de sabiduría", hice la correspondiente investigación. De inmediato me vi en la Tierra Santa, dentro de un templo; pero, cosa extraordinaria: me vi, a mí mismo, convertido en Juan El Bautista, con una vestidura sagrada. Vi cuando a Jesús lo traían con su vestidura blanca, su túnica blanca. Dirigiéndome a él, le dije: "Jesús, desvístete de tu túnica, de tu vestidura, porque voy a bautizarte". Después saqué, de un recipiente, un poco de aceite (de ese de olivos), le conduje al interior del Santuario, lo ungí con aceite, le eché agua, recité los mantrams o ritos. Posteriormente, ya el Maestro se sentó en su silla, aparte. Yo guardé todo nuevamente, lo puse en su lugar y di por terminada la ceremonia.

Pero yo me vi, a mí mismo, convertido en Juan. Claro, una vez pasado el éxtasis, o Samadhi, me dije: "¿Pero cómo va a ser posible que yo sea Juan El Bautista? ¡Ni remotamente, yo no soy Juan El Bautista!" Quedé bastante perplejo, y dije: "Voy a hacer, ahora, otra concentración; pero ahora no me voy a concentrar en Juan, voy a concentrarme en Jesús de Nazaret". Entonces escogí, como motivo de la concentración, al gran Maestro Jesús.

El trabajo fue largo y dispendioso, la concentración se fue haciendo cada vez mas profunda. Pronto pasé del Dharana (concentración) al Dhayana (meditación); del Dhayana pasé, posteriormente, al Samadhi, o sea al éxtasis. Hubo un esfuerzo supremo, que permitió desvestirme de los cuerpos Físico, Astral, Mental, Causal, Búdhico y Atmico, hasta retrotraer mi Conciencia, absorberla en el mundo del Logos Solar. Y en tal estado, queriendo saber sobre el Cristo Jesús, me vi a mí mismo convertido en Cristo Jesús, haciendo milagros y maravillas en la Tierra Santa, curando los enfermos, dando la vista a los ciegos,

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (48 Kb)
Leer 32 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com