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ESTUDIO DE LA ATALAYA


Enviado por   •  28 de Enero de 2014  •  2.543 Palabras (11 Páginas)  •  521 Visitas

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EDICION DE ESTUDIO DE LA ATALAYA

SEMANA DEL 13-19 DE ENERO ,2014.

PAGINA 16, CANTICOS 43, Y 123.

¿QUIENES SON HOY LOS SIETE PASTORES Y LOS OCHO ADALIDES?

“TENDREMOS QUE LEVANTAR CONTRA EL SIETE PASTORES , SI, OCHO ADALIES DE LA HUMANIDAD "(MIQUEAS. 5:5)

¿QUÉ RESPONDERÍA? ¿Cómo demostraron Ezequías, Isaías, Miqueas y los príncipes de Jerusalén que eran buenos pastores?

¿Quiénes son hoy los siete pastores y ocho adalides? ¿En qué sentido? ¿Qué es lo más importante que usted puede hacer ahora para estar preparado cuando se ataque al pueblo de Dios?

EN ALGÚN momento entre los años 762 y 759 antes de nuestra era, los reyes de Israel y de Siria le declararon la guerra al reino de Judá. ¿Qué pretendían? Tomar Jerusalén y sustituir al rey Acaz por otro hombre que seguramente no sería de la línea de David (Is. 7:5, 6). El rey de Israel tendría que haberlo pensado mejor. Estaba predicho que en el trono de Jehová se sentaría de manera permanente un descendiente de David, y lo que Dios dice siempre se cumple (Jos. 23:14; 2 Sam. 7:16).

2 Al principio parecía que la alianza de los reyes de Israel y de Siria iba a tener éxito. ¡En una sola batalla, Acaz perdió 120.000 valientes guerreros! Entre ellos estuvo Maaseya, “hijo del rey” (2 Crón. 28:6, 7). Pero Jehová, que estaba observando y tenía muy presente su promesa a David, envió al profeta Isaías con un mensaje muy alentador.

3 Isaías dijo: “¡Miren! La doncella misma realmente quedará encinta, y va a dar a luz un hijo, y ciertamente le pondrá por nombre Emmanuel”. Y añadió: “Antes que el muchacho sepa rechazar lo malo y escoger lo bueno, el suelo de aquellos dos reyes que te hacen sentir pavor morboso [los de Israel y Siria] será dejado enteramente” (Is. 7:14, 16). La primera parte de esta profecía suele aplicarse al nacimiento del Mesías, y eso es apropiado (Mat. 1:23). Sin embargo, puesto que los “dos reyes” ya no suponían una amenaza para Judá en el siglo primero de nuestra era, la profecía sobre Emmanuel debió tener un cumplimiento inicial en tiempos de Isaías.

4 Poco después de que el profeta hiciera ese notable anuncio, su esposa quedó encinta y le dio un hijo llamado Maher-salal-has-baz. Es posible que ese niño fuera el “Emmanuel” al que se refirió Isaías.* En tiempos bíblicos, puede que al bebé se le diera un nombre al nacer —tal vez para conmemorar algún suceso— pero que sus padres y familiares lo llamaran por otro nombre (2 Sam. 12:24, 25). Paralelamente, nada indica que a Jesús lo llamaran alguna vez Emmanuel (lea Isaías 7:14; 8:3, 4).

5 Mientras Israel y Siria dirigían su atención a Judá, una nación militarista ambicionaba la región. Era la ascendente potencia mundial asiria. Antes de atacar Jerusalén, Asiria se llevaría “los recursos de Damasco” y “el despojo de Samaria”, es decir, conquistaría Siria e Israel, según la profecía de Isaías 8:3, 4. Pero en vez de confiar en la palabra de Dios hablada mediante Isaías, Acaz entró en un desastroso pacto con Asiria, un pacto que acabó dejando a Judá en las garras opresoras de esa nación (2 Rey. 16:7-10). ¡Qué fracaso fue Acaz como pastor de Judá! Podríamos preguntarnos: “¿En quién pongo mi confianza cuando me enfrento a una decisión importante? ¿En Dios, o en los hombres?” (Prov. 3:5, 6).

UN NUEVO PASTOR ACTÚA DE UN MODO DIFERENTE

6 A la muerte de Acaz, ocurrida en el año 746 antes de nuestra era, su joven hijo Ezequías heredó un reino de Judá totalmente arruinado, tanto en sentido material como espiritual. ¿Cuál sería su prioridad? ¿Sacar al país de la pobreza? No. Ezequías era un hombre espiritual, un valioso pastor para aquel rebaño compuesto por toda una nación. Lo primero que hizo fue restablecer la adoración pura y ayudar a aquella nación rebelde a recuperar su relación con Jehová. Comprendía lo que Dios esperaba de él y actuó con decisión. ¡Qué magnífico ejemplo para nosotros! (2 Crón. 29:1-19.)

7 Los levitas tendrían un papel clave en la importante tarea de restaurar la adoración pura, así que Ezequías se reunió con ellos para garantizarles que podían contar con su apoyo. Imagínese a los levitas fieles presentes, con lágrimas de emoción cayéndoles por las mejillas, escuchando a su rey decir: “Ustedes son aquellos a quienes Jehová ha escogido para estar de pie delante de él para ministrarle” (2 Crón. 29:11). En efecto, los levitas tenían encomendada la misión de promover la adoración verdadera.

8 Ezequías invitó a todo Judá e Israel a celebrar una gran Pascua, seguida por la fiesta de las Tortas no Fermentadas, que duraba siete días. El pueblo disfrutó tanto de la fiesta que la prolongó por siete días más. La Biblia informa: “Llegó a haber gran regocijo en Jerusalén, porque desde los días de Salomón hijo de David el rey de Israel no hubo ninguna como esta en Jerusalén” (2 Crón. 30:25, 26). ¡Qué motivador fue aquel banquete espiritual para todos los habitantes de Judá! En 2 Crónicas 31:1 leemos: “Tan pronto como acabaron todo esto, [...] procedieron a quebrar las columnas sagradas y a cortar los postes sagrados y a demoler los lugares altos y los altares”. De este modo tan impresionante, Judá comenzó a regresar a Jehová. Esa purificación espiritual tendría una enorme importancia en vista de lo que estaba por llegar.

EL REY CONFÍA EN JEHOVÁ

9 Tal como profetizó Isaías, los asirios conquistaron el reino de Israel —situado al norte de Judá— y se llevaron a sus habitantes, frustrando así los planes de colocar un usurpador en el trono de David. Y ahora, ¿cuáles eran los planes de los asirios? Estos fijaron sus ojos en Judá. “En el año catorce del rey Ezequías, Senaquerib el rey de Asiria subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y procedió a apoderarse de ellas.” Según se dice, Senaquerib conquistó en total 46 ciudades de Judá. Imagínese cómo se habría sentido usted si hubiera vivido en Jerusalén en aquel tiempo y hubiera visto que todas esas ciudades, una tras otra, caían ante el avance del ejército asirio (2 Rey. 18:13).

10 Ezequías estaba muy al tanto del peligro que se avecinaba, pero en vez de buscar desesperado la ayuda de alguna nación pagana como había hecho su padre, Acaz, puso su confianza en Jehová (2 Crón. 28:20, 21). Tal vez conociera las palabras de Miqueas, un profeta de aquel tiempo que predijo: “En cuanto al asirio, [...] tendremos

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