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EXCESOS EN NAVIDAD


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2012  •  1.905 Palabras (8 Páginas)  •  334 Visitas

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ANTIVALOR 1 : EXCESOS

“No creo haberles dicho nunca: Regalaos cosas los unos a los otros”: Jesús

Cuando era pequeña, recuerdo que en Navidad, el Niño Jesús nos traía UN sólo JUGUETITO, que por cierto nunca fue ostentoso. Y los Reyes Magos nos traían algo de ropa que nos hacía falta y si acaso una bolsa de dulces.

¡Agradezco tanto a mis papás, el que no le quitaran el sentido correcto a la Navidad y a la Epifanía!.

Para poder merecer pedir algo al Niño Jesús, nos comprometían a cumplir metas de buen comportamiento. Ya que las vacaciones grandes nos las daban desde diciembre, hasta inicios de febrero, había mucho que trabajar, como la paciencia con los hermanos, la colaboración en quehaceres del hogar, tener nuestra recámara limpia y ordenada, ser muy educados al recibir visitas, comerse todo lo que nos servían, etc.

¡QUÉ BUENA MANERA DE IR EDUCANDO NUESTRA VOLUNTAD HACIA EL BIEN, Y EL RESPETO Y EL AMOR A JESÚS!

El nacimiento era mucho más importante que el arbolito. ¡Cómo disfrutábamos armarlo!: comprar el heno, simular un río con papel aluminio. A veces los patos eran más grandes que el burro y el buey, y compartíamos juntos la risa de lo absurdo. Muchas veces platicábamos el rol de cada personaje dentro del nacimiento, así todo tomaba significado.

¡Las posadas eran tan bonitas! Empezaban el 16 de diciembre. Entre las familias conocidas, los papás organizaban las 9 posadas. ¡Cómo nos encantaba hacer la procesión! Rezábamos el Rosario y medio quemándonos con la velita de colores, contestábamos: “Ora pro nobis” a las letanías. El canto de las posadas, tan nuestro, era de ley. Y el cúlmen era romper la piñata que estaba llena de tejocotes, cañas, cacahuates y unos cuantitos dulces. Después se nos ofrecían sandwiches y refrescos o lo que cada familia deseaba, como muestra del gusto que les daba acoger a los peregrinos en su hogar y de generosidad hacia los visitantes, por supuesto no faltaba la colación que eran dulces unos de azúcar y otros con una tirita de cáscara de naranja adentro, y que nos las daban en una canastita de colores..

El día de Navidad, todos colaborábamos con la cena: la picadera de frutas para el ponche, cortar nuez para la ensalada y lo que se fuera requiriendo. Luego venía la puesta de la mesa en donde mamá se preocupaba mucho de todos los detalles y nos hacía partícipes de la ilusión de estar todos juntos compartiendo algo muy especial. El olor a pierna horneándose, era una delicia y nos significaba que algo grande estaba pasando.

Y antes de cualquier celebración, nos poníamos nuestras mejores galas, para ir a Misa con la intención de agradecerle a Jesús todo lo que habíamos recibido ese año. Ya después la cena, la convivencia resultaba hermosa, porque todos nos identificábamos con el significado de la venida de Jesús al mundo y habíamos sido partícipes de la preparación. No recuerdo pleitos, ni gritos. Todo era alegría y paz.

Nos íbamos a acostar, habiendo repasado nuestros esfuerzos y esperando escuchar campanitas celestiales que anunciaban la llegada del Niño Jesús, con sus ángeles. Algunas compañeras, aseguraban haber visto y oído cosas, seguramente en sus sueños.

Por supuesto que el 25, nos levantábamos al alba, para ver qué nos habían traído. Realmente en mis recuerdos sólo hay cosas agradables. Nunca importó si el regalo no era lo que había pedido y mucho menos si era caro.

¡ERA JESÚS QUE ME HABÍA DADO UN REGALO! Y nada más importaba.

Y lo mismo sucedía con los regalos de los Reyes. Era muy importante la historia de cómo se esforzaron en buscar a Jesús, el Rey, lo cual era un ejemplo a seguir durante todo el año. La ropa o zapatos que recibíamos eran algo que en verdad necesitábamos; generalmente nos servirían para iniciar la escuela. Y lo que más disfrutábamos era la rosca preparada por mamá, con chocolatito caliente, con la esperanza de que nos tocara en la rebanada el Niño Jesús (ahora le dicen el monito…). Momentos en donde toda la familia se reunía nuevamente para convivir en armonía. Recuerdos que permanecen, familia unida y construida en el amor.

Estoy segura de que muchos de ustedes sonreirán por tener recuerdos similares.

¿En qué momento perdimos el piso y convertimos la Navidad en una historia diferente, tan superficial y tan falta de significado? ¿Tan llena de excesos y tan vacía de contenidos?

Podemos echarle la culpa a muchas cosas, que evidentemente son reales, pero que si tomamos conciencia de ellas, podremos cambiarlas. Sólo mencionaré 4.

1.- Apareció Santa Claus que nuestros vecinos del norte supieron vendernos muy bien, tanto que lo cambiamos por el Niño Jesús y hasta se nos olvidó que lo que celebrábamos era su cumpleaños.

Preguntas: ¿En tu hogar, quién trae los regalos en Navidad, Santa o el Niño Jesús?

¿Cuántas figuras de Santa pusiste de adorno? ¿Pusieron nacimiento? ¿Significó algo o se puso porque hay que ponerlo y ya?

2.- Los medios de comunicación y las tiendas aprovechan cualquier celebración para vender sus productos y son muy listos para convencernos de que lo que nos ofrecen, nos es indispensable para vivir mejor, para sentirnos mejor, para estar más delgados etc. Y LO PEOR DEL CASO, ES QUE NOS LA CREEMOS Y CAEMOS EN EL CONSUMISMO.

Preguntas: ¿Cuánto te gastaste en los regalitos de Navidad? ¿Cómo quedó tu economía y tus tarjetas de crédito? ¿Cuántos regalos les diste a tus hijos? ¿Realmente son más felices que antes? ¿O los hiciste felices un rato y con eso te sentiste el-la mejor papá-mamá? ¿Cuántos más regalos

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