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El Canto En La Liturgia


Enviado por   •  12 de Agosto de 2011  •  2.910 Palabras (12 Páginas)  •  828 Visitas

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El Canto en la Liturgia

Este artículo está dedicado a todas las estudiantinas, coros, ministerios de música y solistas que, de alguna manera, han sido llamados a servir al Señor como instrumentos para que sus demás hermanos puedan tener un encuentro más profundo con Dios y con la asamblea en las celebraciones litúrgicas.

Hablar del canto y de la liturgia no es hablar de dos realidades separadas, ambas siempre han tenido una relación muy estrecha. Podríamos decir que el canto es un lenguaje de la liturgia, está a su servicio, ya que, muchas veces, las palabras no son suficientes cuando el ser humano entra en contacto con Dios, la música ayuda al hombre a expresar con mayor delicadeza su oración . Por lo tanto, el canto no debe de tomarse como un adorno que se puede añadir a antojo a la liturgia (esto debemos tomarlo en cuenta tanto los sacerdotes como los distintos ministerios de música): el canto es un elemento fundamental de la liturgia.

Esta estrecha relación la podemos observar ya desde el Antiguo Testamento en donde el verbo cantar (y sus derivaciones) se menciona en 309 ocasiones, en el Nuevo Testamento aparece 36 veces .

La primera vez que aparece el canto en las Sagradas Escrituras es después que el pueblo de Israel ha sido liberado de la esclavitud de Egipto, Moisés y los israelitas entonan un himno al Señor exaltando las maravillas que ha realizado por su pueblo . A partir de ese momento nos encontramos con himnos y canticos, hasta llegar a libro de los Salmos, atribuidos al rey David, que se interpretaban con instrumentos y coros, es por esto que dicho libro es considerado como el libro litúrgico de Israel. Éste fue a su vez tomado por los primeros cristianos y en nuestros días es la parte fundamental de nuestra Liturgia de las Horas.

En el Nuevo Testamento nos encontramos con los cánticos proféticos de: el «Magnificat», el «Benedictus», y el «Cantico de Simeón», que rezamos todos los días en la Liturgia de las horas. También está el canto del Gloria que cantamos los domingos (excepto en Adviento y Cuaresma) y solemnidades en la Sagrada Eucaristía.

Nuestro Señor Jesucristo, como todo israelita de su tiempo, también participó del cantico litúrgico de los salmos tanto en el templo como en la sinagoga. Los Evangelios de San Mateo y San Marcos nos muestran como Jesús, después de la Última Cena, canta junto con los apóstoles los himnos del Hal-lel que corresponden a los salmos del 113 al 118, y cuya recitación cerraba la cena pascual .

Desde las primeras comunidades cristianas hasta nuestros días, el canto en la liturgia ha experimentado muchos cambios en cuanto a los diferentes estilos musicales y culturas de cada época, pero siempre han tenido una constante: en su gran mayoría ha sido inspirada en la Palabra de Dios. Por esta ocasión no entraré en detalle acerca de los aspectos sobresalientes de las distintas épocas y culturas, solamente me detendré un poco para apreciar el canto gregoriano, que por 15 siglos ha sido considerado como el canto litúrgico por excelencia.

El canto gregoriano debe su nombre al papa Gregorio Magno (590-604) que en su afán de unificar la liturgia, también sentó las bases para unificar el canto litúrgico, suscitando con su reforma la aparición de este canto. A partir de entonces el idioma oficial de la liturgia y el canto será en latín. Técnicamente el canto gregoriano viene a ser una oración cantada (de los salmos), más que una composición musical. Es el texto lo que importa, no la música. Por esta razón no se conoce ningún autor de canto gregoriano.

Con la liturgia y el canto en latín, la participación activa del pueblo iba disminuyendo paulatinamente, a pesar de la belleza y la espiritualidad del canto gregoriano, éste se fue haciendo casi exclusivo del coro o de los solistas, debido a que la asamblea participaba de manera limitada y en su gran mayoría los fieles no entendían lo que cantaban.

A partir de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, la Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium, permite el uso de la lengua vernácula en la liturgia y por ende en el canto. De esta manera se fomenta la participación activa de los fieles en cada acto litúrgico. A este respecto, se da cabida al canto religioso popular , así como a otros instrumentos a parte del órgano .

Desde entonces el Ministerio de la Iglesia se ha preocupado por emitir disposiciones y normas para un correcto uso, selección y ejecución del canto litúrgico. En esta ocasión resaltaré principalmente dos documentos: la Institución General del Misal Romano (IGMR) y las Orientaciones Pastorales sobre la Música Sagrada realizadas por la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica perteneciente a la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Tomando en cuenta dichos documentos vamos a proponer algunas recomendaciones para poder seleccionar y ejecutar de manera correcta cada uno de los cantos de la Sagrada Eucaristía.

Canto de entrada

Debe de ser un canto adecuado que convoque a la asamblea a la unidad y que la introduzca en el misterio que se está celebrando, por eso debe de ser de acuerdo al tiempo litúrgico o a la fiesta o solemnidad que se esté celebrando, debe ser un salmo o un himno inspirado preferentemente en la Sagrada Escritura que evoque precisamente este caminar. Debe empezar cuando el sacerdote, a la entrada del templo, de la indicación y debe terminar cuando, después de besar el altar, y en su caso incensar el altar y las imágenes, se encuentre ya en la sede, se debe de concluir el canto cuanto antes pero no de una manera abrupta. Se debe evitar escoger un canto de entrada para todo el año, por ejemplo, no es correcto que se cante “Que alegría…” en cuaresma.

Señor, ten piedad

Es una aclamación al Señor de parte de su pueblo que, al mismo tiempo, le pide misericordia. Debe ser cantado de manera intercalada entre el coro y el pueblo. Se canta inmediatamente después del acto penitencial «a no ser que éste haya formado ya parte del acto penitencial ». No debe sustituirse por otro canto que hable de perdón ya que esto sería duplicar el acto penitencial. Su texto está en la primera persona del plural ya que es una aclamación comunitaria, por eso no se debe alterar. No se puede cantar, por ejemplo: Piedad de mi oh Señor…, o Renuévame.

Gloria

Este es un himno de antiquísima tradición, es una oración modelo que proclama la salvación en Cristo Jesús, da gracias al Padre y suplica al Salvador para que esta salvación llegue

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