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El Tornillo - Cuento


Enviado por   •  5 de Abril de 2017  •  Apuntes  •  865 Palabras (4 Páginas)  •  378 Visitas

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El Tornillo

Cuento

Tatiana M. Alonzo

Créditos

©Tatiana M. Alonzo 2017.

Amatitlán, Guatemala

Todos los derechos reservados

SafeCreative N. 1702080580814

Editado por Tatiana M. Alonzo

para Safecreative.com

Diseño de portada por: Tatiana M. Alonzo

No se permite la reproducción total o parcial de este libro,

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Dedicatoria

Para todos los que se sientan parte de la caja de herramientas del mejor carpintero. Jesucristo.

Hay diferentes tipos de tornillos. Cada uno diseñado con un  propósito, pero dentro del Organizar nadie sabía eso.

El Organizador era una caja plástica dividida en seis secciones, cuatro ya vacías. 
De las dos que estaban llenas, una contenía cinco tornillos comunes y corrientes, y la otra uno largo con un tipo de rosca bastante inusual.

—Eres raro —se reían de este último los otros cinco—. ¿Por eso es que no estás acompañado? —le preguntaron.

El tornillo con rosca inusual, a quien a partir de ahora llamaremos Lalo, miró hacia su derecha e izquierda, comprobando que efectivamente estaba solo; y que además, comparado a los otros, se veía extraño. También, siendo franco consigo mismo, no recordaba la última vez que estuvo acompañado o si quiera fue empleado por el carpintero.

—El carpintero no te quiere usar —se continuaron burlando de él los demás tornillos.

—¿No me quiere usar? —les preguntó Lalo, preocupado.

Él quería ser parte de un banco, mesa o puerta.

—No. Mírate —le contestó uno de los tornillos—. Llevas tanto tiempo dentro de esta vieja caja que ya tienes mucho polvo acumulado. Otros tornillos vamos y venimos mientras tú sigues olvidado.

Lalo se sintió triste al escuchar a los otros tornillos reírse, porque era cierto, llevaba meses dentro de la caja y ya había visto ser ocupados a cientos de tornillos, tanto grandes como chicos. 
Triste, pensó en el carpintero. ¿Qué tenía él, Lalo, que era tan malo o extraño para no ser utilizado?

—Jajaja —se reían los demás—. Jajaja, te tienen olvidado.

—Pero yo quiero ser parte de algo —repetía triste Lalo.

—Jajaja —se reían los demás—. Jajaja, te tienen olvidado.

Días después, los cinco tornillos que se burlaron de Lalo, fueron empleados en una puerta.
Ahora sólo quedaba él dentro de la caja plástica. Sin embargo, ni ese día ni el siguiente fue utilizado.
Triste, veía al carpintero emplear al serrucho, al martillo y a uno que otro clavo, pero no a él. Lalo.

—Un día —se dijo, esperanzado—. Un día seré parte de algo.

Los días pasaron y el carpintero volvió a llenar el Organizador con más tornillos de todo tipo. Una vez más, dentro de las seis divisiones de la caja, había tornillos grandes y chicos, negros, dorados o plateados. Y por último él, Lalo, que estaba solo y tenía aspecto inusual.

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