El desafío de los predilectos
monakaTesis16 de Octubre de 2012
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El desafío de los predilectos
Escuchar la voz de Dios ante la situación de la juventud excluida
Leonel Burone, Uruguay
lburone@adinet.com.uy
Introducción
El botija había pasado desde los 6 hasta los 12 años prácticamente en la calle, porque su madre, según decía, “se calentaba y lo corría”. Las noches, las pasaba en una especie de pequeña carpa, muy chiquita, quizás de un metro y medio de largo, de alto le llegaba a la cintura..., apenas si entraba en ella. Construida con nylon y ropa vieja, estaba escondida detrás de unas enramadas al costado de la vía del tren.
Durante el día cuidaba autos y “mangueaba” por ahí. La gente de la vuelta lo apreciaba mucho, es que era muy simpático con ellos, tenía siempre la sonrisa dibujada..., ¡bruto comprador el gurí!. Llamaba la atención, como un muchachito tan golpeado por la vida se desenvolvía con tanta naturalidad, con tanta alegría...
Javier hace hoy ya dos años que está en un establecimiento del Instituto Nacional del Menor, internado bajo máximas medidas de seguridad..., sí, por cometer un acto de violencia contra dos chiquitos de 6 y 7 años que conmovió a toda la sociedad.
¿Qué pasó?, ¿dónde quedó aquella sonrisa, aquella alegría?, ¿de dónde salió tanta furia? “¡No!”, decía la gente de la zona, “¡ese gurí no pudo haber hecho eso!”.
Lo cierto y doloroso es que en estos dos años el chico no avanza mucho en su proceso, los funcionarios del lugar no descubren porqué, y cómo, en poco rato, puede variar de la mayor de las dulzuras a la mas fría de las violencias..., ¡nadie sabe porqué!.
Un viernes, hace un par de meses, le llevé una cruz, - “¡para que Dios esté cerca tuyo!”, le dije.
- “¡Dios ya está conmigo!”, me respondió, - “me dijo una vez una señora, cuando yo estaba en la calle, que Dios está en los que están mas mal de todos, ¡cómo yo!”...
La de Javier, es sólo una de las tantas historias que numerosos muchachos viven a lo largo y ancho de nuestro Continente. Son historias jóvenes azotadas por el dolor y el abandono, producto de la injusticia provocada por los mecanismos de exclusión aplicados por los sistemas económicos y sociales. Son los predilectos de Dios, ellos representan un verdadero desafío a una comunidad cristiana que quiere vivir radicalmente el seguimiento de Cristo.
El presente trabajo, quiere ser un intento en el cual, partiendo de la escucha de la voz de Dios que clama desde esas historias, iluminados por la Palabra, caminemos en la reflexión y en la búsqueda, hacia una respuesta cada vez más firme a esa voz que se nos impone como imperativo, a quienes queremos seguir a Cristo en la tarea del Reino.
En cuanto al itinerario a seguir: al inicio (primer capítulo), trataremos de plantear la temática a través de un breve análisis de la realidad del joven excluido, dando, luego de presentar dicha realidad, una mirada a su contexto más amplio, que es el de la pobreza estructural, para así abordar a continuación algunos aspectos de la problemática; deserción escolar, situación de calle y violencia. Luego (capítulo segundo), deteniéndonos en las Sagradas Escrituras, veremos cómo Dios, tanto en el A. T. como en el N. T., se manifiesta en contra de la injusticia y a favor de sus víctimas. El Dios de la Biblia es el Dios de los pobres y de los pequeños, no sólo por ser ellos sus predilectos, sino también porque en ellos se manifiesta presente.
El joven pobre es punto de encuentro de las dos grandes opciones que la Iglesia latinoamericana ha postulado en las últimas décadas. A partir de dichas opciones buscaremos (capítulo tercero), desde los documentos de las Asambleas generales del episcopado realizadas en Medellín, Puebla y Santo Domingo, acercarnos a la reflexión teológica y pastoral de ambas. Finalmente (capítulo cuarto), iluminados por la enseñanza de Jesús, intentaremos dejar planteados algunos posibles caminos a seguir como forma de respuesta a la problemática, desde nuestra perspectiva cristiana y eclesial, queriendo ser fieles a ese llamado que nos hace el Concilio Vaticano II, en su Constitución Dogmática sobre la Iglesia: “...Cristo fue enviado por el Padre para evangelizar a los pobres, y levantar a los oprimidos (Lc 4,18), para buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19,10): de manera semejante la Iglesia abraza a todos los afligidos por la debilidad humana, más aún, reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en aliviar sus necesidades, y pretende servir en ellos a Cristo...” .
Indice
Introducción.
1. La Situación de riesgo de los jóvenes excluidos.
1.1- El contexto de los excluidos.
1.2- De la escuela a la calle.
1.3- Las máscaras de la violencia.
2- Un Dios que antepone al mas pequeño.
2.1- Dios escucha y salva a los oprimidos.
2.2- Felices los pobres.
3- En el encuentro de dos Grandes opciones.
3.1- La opción por los jóvenes.
3.2- La opción por los pobres.
3.2.1- ¿Qué es?, Y ¿quién la realiza?
3.2.2- ¿Quién es el Pobre?
3.2.3- El por qué de una opción por los Pobres.
4- Se trata de “ser prójimos”.
4.1- Al verle tuvo compasión.
4.1.2- Capaces de contemplar.
4.2- Se acercó.
4.3- Sanó sus heridas...
4.3.1- Ser profetas del cambio.
4.3.2- Apostar a la Educación.
4.3.3- Hacia un trabajo popular y comunitario.
A modo de conclusión.
Bibliografía.
Indice
La situación de riesgo
de los jóvenes excluidos
"Descubrir en los rostros sufrientes de los pobres el rostro del Señor es algo que desafía a todos los cristianos a una profunda conversión personal y eclesial. En la fe encontramos los rostros desfigurados por el hambre, consecuencia de la inflación, de la deuda externa y de las injusticias sociales; los rostros desilusionados por los políticos, que prometen pero no cumplen; los rostros humillados a causa de su propia cultura, que no es respetada y es incluso despreciada; los rostros aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; rostros angustiados de los menores abandonados que caminan por nuestras calles y duermen bajo nuestros puentes, los rostros sufridos de las mujeres humilladas y postergadas, los rostros cansados de los migrantes, que no encuentran digna acogida; los rostros envejecidos por el tiempo y el trabajo de los que no tienen lo mínimo para sobrevivir dignamente".
“Minoridad en peligro”, “chicos de la calle”, “jóvenes en situación de riesgo”, son algunas de las denominaciones que habitualmente se da a la realidad de todos estos muchachos a los que se refiere el documento de la IV Asamblea General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo, en medio de esa larga y dolorosa lista de rostros sufrientes de nuestro Continente.
Son cada uno de esos jovencitos que a diario vemos por las calles de nuestra ciudad, en los ómnibus, en las puertas de los supermercados o centros comerciales, mendigando una moneda, cuidando autos o vendiendo "a voluntad". Son también aquellos otros que prefieren encontrarse en el barrio, en alguna esquina o callejón, a matar el tiempo fumando, observando, esperando a que -como ellos dicen- "pinte algo".
Hoy día, esta situación representa una de las categorías mas graves de pobreza dadas sus manifestaciones de hambre, desnudez, desprotección, insalubridad, ignorancia, abandono, intemperie y otras tantas circunstancias que lo caracterizan como un prototipo de la agresión del subdesarrollo. Así es, los efectos del subdesarrollo en el sentido económico, político y social, con toda la acumulación de la pobreza sobre la mayoría de la población latinoamericana genera el crecimiento inquietante de este fenómeno social del “muchacho de la calle” o “muchacho en riesgo”.
Un estudio realizado por el Foro Juvenil sobre “Promoción en salud con jóvenes en situación de riesgo”, define dicha situación desde cuatro aspectos que para ellos coinciden con los principales agentes de socialización:
Pertenencia a familias desestructuradas y/o con escasa capacidad de acompañar el crecimiento de estos adolescentes.
La deserción precoz del sistema educativo o la tendencia a que esto acontezca.
La no participación en forma estable en el mercado laboral.
La falta de espacios integradores para estos chicos, lo que determina que la mayor parte del tiempo lo pasen en la calle, en compañía de sus pares.
Y cabría preguntarnos: ¿en riesgo de qué? Podríamos responder diciendo que están en riesgo por estar sometidos a las distintas formas de violencia con que las sociedad los amenaza, en riesgo de vivir la vida entera excluidos del sistema, en riesgo de no poder desarrollar a pleno sus potencialidades y sus valores, en riesgo de no alcanzar ese derecho de todo ser humano que sin duda significa llevar adelante un proyecto de vida que los pueda conducir hacia una verdadera realización personal.
Sin pretender llevar a cabo un análisis demasiado pormenorizado, ya que no es la principal intención de nuestra reflexión, intentaremos acercarnos a la realidad del joven excluido, aproximándonos a algunos aspectos que están presentes en dicha situación y que consideramos de importancia en la temática.
1.1- El contexto de los excluidos
En
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