ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Etica Para Amador

davidca1220 de Mayo de 2013

30.972 Palabras (124 Páginas)325 Visitas

Página 1 de 124

Fernando Savater

Ética para Amador

WEBLIOTECA DEL PENSAMIENTO

www.weblioteca.com.ar

Capítulo I

DE QUÉ VA LA ÉTICA

Hay ciencias que se estudian por simple interés de saber cosas nuevas; otras, para

aprender una destreza que permita hacer o utilizar algo; la mayoría, para obtener un

puesto de trabajo y ganarse con él la vida. Si no sentimos curiosidad ni necesidad de

realizar tales estudios podemos prescindir tranquilamente de ellos. Abundan los

conocimientos muy interesantes pero sin los cuales uno se las arregla bastante bien para

vivir: yo, por ejemplo, lamento no tener ni idea de astrofísica ni de ebanistería, que a

otros les darán tantas satisfacciones, aunque tal ignorancia no me ha impedido ir tirando

hasta la fecha. Y tú, si no me equivoco, conoces las reglas del fútbol pero estás bastante

pez en béisbol. No tiene mayor importancia, disfrutas con los mundiales, pasas

olímpicamente de la liga americana y todos tan contentos.

Lo que quiero decir es que ciertas cosas uno puede aprenderlas o no, a voluntad.

Como nadie es capaz de saberlo todo, no hay más remedio que elegir y aceptar con

humildad lo mucho que ignoramos. Se puede vivir sin saber astrofísica, ni ebanistería, ni

fútbol, incluso sin saber leer ni escribir: se vive peor, si quieres, pero se vive. Ahora bien,

otras cosas hay que saberlas porque en ello, como suele decirse, nos va la vida. Es

preciso estar enterado, por ejemplo de que saltar desde el balcón de un sexto piso no es

cosa buena para la salud; o de que una dieta de clavos (¡con perdón de los fakires!) y

ácido prúsico no permite llegar a viejo. Tampoco es aconsejable ignorar que si uno cada

vez que se cruza con el vecino le atiza un mamporro las consecuencias serán antes o

después muy desagradables. Pequeñeces así son importantes. Se puede vivir de muchos

modos pero hay modos que no dejan vivir.

En una palabra, entre todos los saberes posibles existe al menos uno imprescindible:

el de que ciertas cosas nos convienen y otras no. No nos convienen ciertos alimentos ni

nos convienen ciertos comportamientos ni ciertas actitudes. Me refiero, claro está , a que

no nos convienen si queremos seguir viviendo. Si lo que uno quiere es reventar cuanto

antes, beber lejía puede ser muy adecuado o también procurar rodearse del mayor

número de enemigos posible. Pero de momento vamos a suponer que lo que preferimos

es vivir: los respetables gustos del suicida los dejaremos por ahora de lado. De modo que

ciertas cosas nos convienen y a lo que nos conviene solemos llamarlo «bueno» porque

nos sienta bien; otras, en cambio, nos sientan pero que muy mal y a todo eso lo llamamos

«malo». Saber lo que nos conviene, es decir: distinguir entre lo bueno y lo malo, es un

conocimiento que todos intentamos adquirir —todos sin excepción— por la cuenta que

nos trae.

Como he señalado antes, hay cosas buenas y malas para la salud: es necesario saber

lo que debemos comer, o que el fuego a veces calienta y otras quema, así como el agua

puede quitar la sed pero también ahogarnos. Sin embargo, a veces las cosas no son tan

sencillas: ciertas drogas, por ejemplo, aumentan nuestro brío o producen sensaciones

agradables, pero su abuso continuado puede ser nocivo. En unos aspectos son buenas,

2

ETICA PARA AMADOR

Fernando Savater

pero en otros malas: nos convienen y a la vez no nos convienen. En el terreno de las

relaciones humanas, estas ambigüedades se dan con aún mayor frecuencia. La mentira es

algo en general malo, porque destruye la confianza en la palabra —y todos necesitamos

hablar para vivir en sociedad— y enemista a las personas; pero a veces parece que puede

ser útil o beneficioso mentir para obtener alguna ventajilla. O incluso para hacerle un

favor a alguien. Por ejemplo: ¿es mejor decirle al enfermo de cáncer incurable la verdad

sobre su estado o se le debe engañar para que pase sin angustia sus últimas horas? La

mentira no nos conviene, es mala, pero a veces parece resultar buena. Buscar gresca con

los demás ya hemos dicho que es por lo común inconveniente, pero ¿debemos consentir

que violen delante de nosotros a una chica sin intervenir, por aquello de no meternos en

líos? Por otra parte, al que siempre dice la verdad —caiga quien caiga— suele cogerle

manía todo el mundo; y quien interviene en plan Indiana Jones para salvar a la chica

agredida es más probable que se vea con la crisma rota que quien se va silbando a su

casa. Lo malo parece a veces resultar más o menos bueno y lo bueno tiene en ocasiones

apariencias de malo. Vaya jaleo.

Lo de saber vivir no resulta tan fácil porque hay diversos criterios opuestos respecto a

qué debemos hacer. En matemáticas o geografía hay sabios e ignorantes, pero los sabios

están casi siempre de acuerdo en lo fundamental. En lo de vivir, en cambio, las opiniones

distan de ser unánimes. Si uno quiere llevar una vida emocionante, puede dedicarse a los

coches de fórmula uno o al alpinismo; pero si se prefiere una vida segura y tranquila, será

mejor buscar las aventuras en el videoclub de la esquina. Algunos aseguran que lo más

noble es vivir para los demás y otros señalan que lo más útil es lograr que los demás

vivan para uno. Según ciertas opiniones lo que cuenta es ganar dinero y nada más,

mientras que otros arguyen que el dinero sin salud, tiempo libre, afecto sincero o

serenidad de ánimo no vale nada. Médicos respetables indican que renunciar al tabaco y

al alcohol es un medio seguro de alargar la vida, a lo que responden fumadores y

borrachos que con tales privaciones a ellos desde luego la vida se les haría mucho más

larga. Etc.

En lo único que a primera vista todos estamos de acuerdo es en que no estamos de

acuerdo con todos. Pero fíjate que también estas opiniones distintas coinciden en otro

punto: a saber, que lo que vaya a ser nuestra vida es, al menos en parte, resultado de lo

que quiera cada cual. Si nuestra vida fuera algo completamente determinado y fatal,

irremediable, todas estas disquisiciones carecerían del más mínimo sentido. Nadie

discute si las piedras deben caer hacia arriba o hacia abajo: caen hacia abajo y punto. Los

castores hacen presas en los arroyos y las abejas panales de celdillas hexagonales: no hay

castores a los que tiente hacer celdillas de panal, ni abejas que se dediquen a la ingeniería

hidráulica. En su medio natural, cada animal parece saber perfectamente lo que es bueno

y lo que es malo para él, sin discusiones ni dudas. No hay animales malos ni buenos en la

naturaleza, aunque quizá la mosca considere mala a la araña que tiende su trampa y se la

come. Pero es que la araña no lo puede remediar...

Voy a contarte un caso dramático. Ya conoces a las termitas, esas hormigas blancas

que en África levantan impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros

como la piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la coraza

3

WEBLIOTECA DEL PENSAMIENTO

www.weblioteca.com.ar

quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve de caparazón colectivo

contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas que ellas. Pero a veces uno de esos

hormigueros se derrumba por culpa de una riada o de un elefante (a los elefantes les

gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer). En seguida, las

termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su dañada fortaleza a toda prisa. Y

las grandes hormigas enemigas se lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender

a su tribu e intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento

pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando frenar todo lo posible

su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus asaltantes las van despedazando. Las

obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan de cerrar otra vez el termitero derruido...

pero lo cierran dejando fuera a las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus

vidas por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo menos? ¿No

es justo decir que son valientes?

Cambio de escenario, pero no de tema. En la Ilíada, Homero cuenta la historia de

Héctor, el mejor guerrero de Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su

ciudad a Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aun sabiendo que éste es más

fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir su deber, que

consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos del terrible asaltante. Nadie duda

de que Héctor es un héroe, un auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del

mismo modo que las termitas-soldado, cuya gesta millones de veces repetida ningún

Homero se ha molestado en contar?

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (193 Kb)
Leer 123 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com