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Hechos Religiosos


Enviado por   •  18 de Mayo de 2014  •  451 Palabras (2 Páginas)  •  306 Visitas

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El hombre religioso es aquél para quien el conjunto de cuanto hay aparece a la luz de la presencia de una realidad absolutamente superior, absolutamente no reducible a una cosa más del mundo (o sea, situada del todo más allá y por encima del mundo, o completamente trascendente y que sin embargo, de ser así —o, más bien, precisamente debido a que es así—, afecta al ser del nombre en su centro mismo y de una manera plena y definitiva.

Algunos fenomenólogos de la religión utilizan por esto, en vez de Dios, el término Misterio. La presencia del Misterio marca en cierto modo, como decíamos, el significado de todo el resto de la realidad. Es lo que se quiere decir cuando se caracteriza también al hombre religioso como quien reconoce un ámbito de lo sagrado o, mejor, como aquel que ha experimentado el paso al interior de ese ámbito. Lo sagrado no es precisamente un trozo del mundo distinto de lo profano, sino todo el mundo que antes era profano, vivido contando con la presencia iluminadora del Misterio. Y aun entonces lo habitual es que el hombre religioso reconozca actividades y objetos menos interiores al ámbito sagrado que otros.

La trascendencia del Misterio impide por principio que pueda ser abarcado por el hombre o que pueda presentarse a éste totalmente encerrado en los límites de un fragmento del mundo. Sólo cabe hablar de él descubriendo su efecto en la existencia. El hombre religioso experimenta el Misterio hay huellas literarias de esto desde Sumer y Egipto hasta hoy— ante todo como tremendo y fascinante. El Misterio sobrecoge y aterra por su inmensidad y, aun mas por ser lo totalmente otro, lo absolutamente otro respecto del mundo y del hombre.

Uno de los elementos más interesantes de la descripción de la experiencia del hombre religioso es que comprende que la relación que se ha establecido entre el Misterio y él no ha podido surgir de su iniciativa, sino de la decisión —algo así como una llamada— del Misterio mismo" El Todopoderoso se inclina hacia el sujeto, desde su trascendencia, porque así lo quiere. Jamás las fuerzas solas del hombre habrían bastado para que conquistara él el derecho al encuentro con el Misterio. Este es el origen de la caracterización del Misterio como Dios personal: el Absoluto posee de algún modo voluntad y amor. Ante el encuentro con el Misterio cabe rechazarlo y hasta huirlo, o bien pueden adoptarse dos actitudes —la primera apenas distinguible del rechazo—: la actitud mágica y la actitud religiosa. La actitud religiosa consiste, en cambio, en el reconocimiento del Misterio como tal. Lo cual significa, fundamentalmente, situar el centro de la existencia no en sí mismo, sino en el Absolutamente Otro.

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