Jueves Santo
Gabyteza15 de Agosto de 2013
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Jueves santo
JUDAS ISCARIOTE
NARRADOR: JUDAS HABÍA CREÍDO FIRMEMENTE EN JESÚS. ANTE SUS PALABRAS ACERCA DEL FIN PRÓXIMO. NO VEÍA ACERCARSE EL REINO Y SÍ VENIR LA MUERTE, Y PIENSA DE ESTE MODO.
JUDAS: Señor, me encuentro terriblemente confundido. El maestro me ha confundido, nos anuncia y nos promete un reino. Sin embargo permite ser ungido por una mujer, según él, es para honrar el día de su sepultura. ¿Entonces, él va a morir? Y todavía se dedica a predicar y a curar enfermos. ¡Bah! ¡Qué desperdicio de tiempo!
Por que no establece el reino que nos ha anunciado, después él puede predicar el tiempo que le quede según él.
No quiero pensar, pero sospecho que no habrá tal reino. ¡Tal vez nos ha engañado!
Jesús muy bien pudo haber aprovechado la buena disposición del pueblo en el Domingo de Ramos, para declararse a sí mismo el Mesías, pero no sucedió tal cosa.
Es inútil seguir en la causa, el barco se hunde, esto se acaba, porque niega a declararse Rey a si mismo, no, no lo entiendo.
¡OH! Sí, eso es, a lo mejor él espera reunirse con los sumos Sacerdotes y Doctores de la Ley, para que delante del concilio, y tanto personaje, se declare así mismo el Mesías. ¿Pero, como lograrlo?, el único medio es traicionarlo y eso no puede ser.
NARRADOR: JUDAS LLORÓ PORQUE A PESAR DE LA TRAICIÓN QUE ESTÁ A PUNTO DE COMETER SE NEGABA ROTUNDAMENTE LLEGAR HASTA ESE PUNTO.
SANTO SAUMERIO
NARRADOR: CAIFÁS REÚNE EL SANTO CONCILIO. CELEBRAN LA SANTA LITURGIA PARA QUE EL DIOS ÚNICO LES ILUMINE PORQUE VEN SU PODER AMENAZADO Y MEDITAN LA MUERTE DE JESÚS.
EN EL TEMPLO SE ENCUENTRAN ANÁS Y CAIFÁS Y LOS SACERDOTES, ORANDO Y CANTANDO EN HONOR DE DIOS. DESPUÉS DE LA ORACIÓN SIGUE EL SANTO SAUMERIO.
AL TERMINAR LOS SAGRADOS RITOS; UN SACERDOTE LLAMADO AGGAI DIRIGIÉNDOSE A CAIFÁS LE DICE:
AGGAI: La ciudad está alborotada. Ya se ha arrestado a un grupo de rebeldes y pronto llegarán más tropas romanas de Cesaría.
SAMUEL: Según nuestros informes Jesús de Nazaret aprovechará la fiesta de la Pascua para declararse así mismo el hijo de David. El populacho ya le llama el profeta. Apelo a nuestro sumo Pontífice Caifás.
JOSE DE ARIMATEA: No lo creo, yo he visto a Jesús; le he oído predicar, habla de la bondad, de las virtudes y de la pobreza.
AGGAI: Así como de los vicios del rico y la hipocresía del respetable.
JOSE DE ARIMATEA: Todos conocemos las virtudes del respetable, podemos imaginarnos lo que un maestro sincero como Jesús debe pensar de ellas.
AGGAI: ¿Qué hacemos? ¿Porque este hombre realiza muchas señales?, si le dejamos que siga así, todos creerán en él; vendrán los romanos y destruirán nuestro lugar santo.
CAIFAS: Vosotros no sabéis nada, ni caéis en cuenta que es mejor, que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación.
PONCIO PILATO
NARRADOR: MIENTRAS TANTO EN LA CIUDAD DE BECETA DONDE SE ALZABA LA SOBERBIA E INEXPUGNABLE CIUDADELA ANTONIA, QUE HERODES, EL GRANDE REEDIFICO EN HONOR DE MARCO ANTONIO, Y CUYO NOMBRE RESPETARON AUGUSTO Y TIBERIO. FORTALEZA DE MÁRMOL BLANCO. A SUS CUATRO EXTREMOS SE ALZABAN CUATRO TORRES, MUDOS CENTINELAS QUE AMENAZABAN ETERNAMENTE A LOS AMEDRENTADOS HIJOS DE JERUSALÉN.
EL ESPAÑOL PONCIO PILATO. SOLDADO MERCENARIO EN QUIEN TIBERIO TENÍA PUESTA TODA SU CONFIANZA A QUIEN HABÍA UNIDO EN CASAMIENTO CON UNA PARIENTE LEJANA BELLA, RICA Y NOBLE DE NOMBRE CLAUDIA PROCULA.
LE CONCEDIÓ EL GOBIERNO DE JUDEA. PILATO ERA HOMBRE DE ACCIÓN; VALIENTE HASTA LA TEMERIDAD. SU SUEÑO ERA LIGERO. DORMÍA CON EL ESCUDO COLGADO A LA CABECERA DE LA CAMA, EL CASCO, LA CORAZA Y LA ESPADA SOBRE LA MESA DE NOCHE. ¡SABÍA QUE EL PUEBLO DE JERUSALÉN LE ODIABA! Y POR ESO SIEMPRE ESTABA ALERTA. Y ESTA ES LA NOCHE EN QUE LA CIUDAD ESTABA ATESTADA DE FORASTEROS Y EN QUE LA GENTE CORRÍA Y SE APIÑABA POR EL CAMINO.
¡PONCIO COMENZÓ A RECELAR Y SE PASEA EN SU CAMERÍN SU ROSTRO DENOTA UNA PREOCUPACIÓN MUY GRANDE!
¡ALLÁ, EN LA CIUDAD SE ESCUCHA UN GRAN MURMULLO! PONCIO LLAMA A SU FIEL SERVIDOR.
PONCIO PILATO: ¡Flavio! ¡Flavio!.
FLAVIO: ¡Si, Señor!
PONCIO PILATO: ¡Flavio!, indudablemente ocurre algo extraño en la ciudad. Tú que posees el hebreo, como un rabino de Jericó; quiero que te disfraces de judío y vayas a ver qué ocurre en ella.
FLAVIO: ¡Bien señor!
NARRADOR: FLAVIO, ESPÍA FAVORITO; SALUDÓ Y SALIO A CUMPLIR LAS ÓRDENES DE SU SEÑOR. MIENTRAS, ÉL SE PASEA NERVIOSO EN LA ESTANCIA DE SU PALACIO, SE ACERCA A LA VENTANA A VER QUÉ SUCEDE PUES EL MURMULLO LLEGA CON MÁS FUERZA A SUS OÍDOS Y TAN ABSORTO ESTÁ EN SUS PENSAMIENTOS QUE NO SIENTE LA LLEGADA DE SU ESPOSA.
CLAUDIA: Poncio…
PONCIO PILATO: ¡Claudia! ¿Qué haces aquí?
CLAUDIA: ¿Desde cuando la esposa del Gobernador tiene que anunciarse?
PONCIO PILATO: ¡Claudia, mía!
CLAUDIA: Desde hace varias noches un desasosiego habita en mi pecho y hace que mi corazón se agite de una manera extraña. ¡Como si tuviera el presentimiento de que algo malo te ocurrirá a ti o a mí!
PONCIO PILATO: ¡Venga!, la mujer más hermosa de toda Jerusalén.
CLAUDIA: Poncio…
PONCIO PILATO: ¿Qué es lo que le ocurre a mi mujer?
CLAUDIA: ¡En este momento nada!. ¡Nada me preocupa más que mi esposo! ¡cuando éste me tiene entre sus brazos!. ¿Qué ocurre?
Estabas tan absorto, cuando entré, mirando a la lejanía. ¡Un murmullo sordo sube desde la ciudad!
Hace unas horas vi salir del palacio a Flavio, disfrazado de judío. ¿Qué pasa? ¿Es algo grave?
PONCIO PILATO: ¡Nada, nada mi querida esposa!. Es precisamente por ese murmullo, por lo que Flavio bajo a la ciudad. ¡Quise que investigara el porqué de esa agitación!
CLAUDIA: ¿No querrá el pueblo levantarse en armas?
PONCIO PILATO: ¡No! el pueblo nos tiene miedo. Los romanos los han amedrentado.
CLAUDIA: Pero, entonces, ¡ese murmullo…!
PONCIO PILATO: ¡A juzgar el griterío y las luces parece que celebran algo!. ¡Alguna fiesta!
CLAUDIA: ¡Pero, qué pueden celebrar esas gentes!
PONCIO PILATO: Nada me sorprendería que lo hicieran por el nacimiento de un Dios. ¡Estos Nazarenos!
CLAUDIA: Poncio…
PONCIO PILATO: ¿Sí?
CLAUDIA: Flavio acaba de entrar al palacio, parece muy demacrado.
PONCIO PILATO: ¿Qué dices?
CLAUDIA: Me atrevería a asegurar que casi era espanto lo que dibujaba su rostro.
PONCIO PILATO: ¡¡¡ Ja, ja, ja, ja !!! De un hombre como Flavio ¡¡¡ ja, ja, ja !!! ¡Vamos, mujer!
CLAUDIA: ¡No te rías!, ¡es la verdad!
PONCIO PILATO: ¡Bien!, si le has visto entrar, pronto estará aquí.
CLAUDIA: Poncio…
PONCIO PILATO: ¿SÍ?
CLAUDIA: Mi presentimiento…
PONCIO PILATO: ¿Qué tiene tu presentimiento?
CLAUDIA: No quiero escuchar lo que Flavio va a decirte. Es algo acerca de mi zozobra.
PONCIO PILATO: No vas a sugestionarte ahora. ¿Verdad?
CLAUDIA: No claro que no… Pero…
PONCIO PILATO: ...¡Calla!, que aquí llega ya Flavio.
NARRADOR: FLAVIO ENTRA, VIENE DEMACRADO Y CON LA ANGUSTIA PINTADA EN SU EXPRESIÓN, Y PONCIO MIRÁNDOLE LE DICE:
PONCIO PILATO: ¡Flavio! Entra, ¿Pero qué te ocurre? ¿Por qué vienes tan conmovido?
FLAVIO: Señor…
PONCIO PILATO: ¡Parece que hubieras visto algo insólito!.
FLAVIO: ¡Insólito sí!, Esa es la palabra que califica lo que ha presenciado esta tarde.
PONCIO PILATO: ¿Bueno qué es lo que ocurre, pues?
FLAVIO: ¡Señor…! He visto a un hombre al cual no han llegado en prodigios todos los Dioses del Olimpo.
PONCIO PILATO: ¿Qué dices? ¡¡¡ Ja, ja, ja, ja !!!
FLAVIO: Sí señor. No te reirías, si como yo, le hubieras visto.
PONCIO PILATO: ¡¡¡ Ja, ja, ja, ja !!! Bueno, dime; ¿Quién es ese hombre en quien reconoces virtudes mayores que las de los Dioses?
FLAVIO: Señor… Ese hombre se llama Jesús de Nazaret.
PONCIO: Vamos Flavio. ¿Por fin acabaras de decirme lo que has visto?
FLAVIO: Señor, indudablemente ese hombre pertenece a la familia de los dioses, sus palabras penetran hasta el fondo del alma. ¡cuando llegó al templo arrojo a los vendedores que habían profanado el lugar, diciéndoles! -¡No hagáis de la casa de mi padre una cueva de ladrones!-
PONCIO PILATO: ¡Vamos¡, !Debe ser valiente ese hombre si se atrevió a correr a tantos¡
FLAVIO: ¡Mucho! Un hombre cuya mirada es irresistible. De pie en las gradas del templo, ha dicho cosas extraordinarias. unos hombres le presentaron a una mujer hallada en adulterio, según la ley de moisés , debe morir a pedradas. Dijeron le; “Tu que sabes tanto, ¿Qué opinas que hagamos con esta culpable?” Y él con voz tan dulce, que quien la escucha no puede olvidarla dijo:
“El que este libre de pecado que tire la primera piedra” .Y en vez de arrojársela, se les calló de las manos y huyeron. Entonces , tomando las manos de la mujer le dijo “mujer ¿dónde están los que querían matarte ?” vete y no peques más.
PONCIO PILATO: ¡Bien inteligente debe de ser ese Jesús!. ¡Al fin ha aparecido alguien que puede dejar confusos a los doctores del Sinedrio¡
FLAVIO: Como los fariseos le perseguían por todas partes para aprenderle se le acercaron y le dijeron “Tú que sabes tanto dinos si es justo pagar el tributo al Cesar”
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