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La Familia Cristiana


Enviado por   •  9 de Diciembre de 2012  •  4.394 Palabras (18 Páginas)  •  512 Visitas

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VIVIR Y TRANSMITIR LA FE EN FAMILIA

PERSPECTIVA DE LOS PADRES

La perspectiva de la familia respecto de la vivencia y transmisión de la fe es, creo yo, la visión que la familia tiene de si misma o cómo se ve y se mira a si misma en esto de vivir y transmitir la fe cristiana. Evidentemente, en la familia hay muchos, muchas personas, que son los verdaderos sujetos de las relaciones interpersonales: está el matrimonio, es decir, el varón y la mujer en relación de vida y amor conyugal; están los padres en conjunto, está el padre y la madre por separado, y, de una y otra forma, en relación con los hijos, con cada hijo; están luego los hijos: cada hijo respecto de los padres y entre sí, como hermanos, si los hay; y pueden estar ahí también los abuelos, de una u otra forma y cada día con más frecuencia e intensidad. Y la perspectiva de cada sujeto es distinta.

La realidad familiar es ya bastante compleja ; y más todavía, cuando hay ausencia, física o moral, de alguno de los que intervienen, de una u otra forma, en esta experiencia y proceso de “vivir y transmitir la fe”.

Cuando se habla de transmitir la fe en la familia, la más común manera de ver y entender el tema suele ser la perspectiva de la relación de padres a hijos; y se piensa, como ideal, en una conjunta, polifacética y en parte acordada relación y actuación de los padres, es decir, del matrimonio, respecto de los hijos, de cada hijo y según edades.

La sustancia del mensaje que la familia, el matrimonio como tal y como padres, va a tratar de vivir y que, desde fuera, se les puede ofrecer como ayuda fundamental, yo lo sintetizaría en estas dos afirmaciones, que tienen enorme vigor:

- “Familia sé lo que eres” (FC 17): “evangelizada y evangelizadora” (FC 39).

- “Matrimonio, sé consciente de tu vocación - “lo que eres” y “vives” – y de tu misión - lo que significas y “trasmites”, en tu familia, en iglesia y en la sociedad.

En las reflexiones introductorias hemos visto ya que el tema es muy complejo. Me limito, pues, a indicar unas pistas de acción pastoral en dos apartados:

- en el primero, ofrezco unos fundamentos o presupuestos constantes, presentes en todo el proceso de la vida conyugal y familiar;

- en el segundo, hago un recorrido, indicativo e incompleto por necesidad, de los momentos clave en el proceso de vida y relación conyugal y de relación padres-hijos. En cada uno subrayaré lo que a mí me parece más notable y decisivo.

1º. - VIVIR DESDE LAS RAÍCES.

“Ser libres y hacer hijos libres”, “ser personas y hacer personas”, “vivir y hacer vivir en la verdad”, “valorar y vivir el ser sobre el tener”, “vivir y promover la relación sobre la eficacia”, “vivir más la gratuidad y menos el negocio”, “vivir más el don que la justicia”... Estos y otros muchos slogams, profundamente humanos y cristianos, como “dejar ser” , son igualmente valiosos para la vida y relación conyugal y para la relación educativa padres-hijos. Su promoción viene, ante todo, de los propios interesados; luego, puede venir de los ámbitos parroquiales o colegiales y de cualquier persona que ame al matrimonio y a la familia. Estos principios, son manantiales permanentes de toda pastoral conyugal y familiar; y constituyen “la tierra buena” – la de diversas calidades -, en que puede germinar y crecer el grano del don de la fe en Jesucristo.

1.- Principio de subsidiariedad. No habrá que buscar que los padres colaboren con los catequistas o con el colegio de los hijos, sino al revés: intentar que los catequistas, parroquias y colegios colaboren con los padres. Cuando esta mentalidad no está clara ni encarnada en las orientaciones y actividades, sea en los padres o sea en la parroquia o colegio, la cosa va muy mal, va contra el plan de Dios .

2.- Matrimonio antes que padres. Prioridad válida para todo. Muchos matrimonios y muchos presbíteros y párrocos la tienen olvidada en la praxis pastoral; en la encomienda y compromiso de muchas acciones pastorales.

3.- “Dar y recibir” unos de otros, los diversos miembros del cuerpo, que es la iglesia. Matrimonios y padres reciben de los matrimonios, de la familia, del grupo, de una comunidad creyente, del movimiento, de la parroquia, de las “cabezas” de la iglesia local y universal. De ellos y de los otros es evangelizar y dejarse evangelizar. Cuando un miembro va sólo a dar – y se ve en los planteamientos, palabras, talante y actividades – y no a recibir a la vez, el cuerpo y ese miembro funcionan mal, están ambos enfermos. ¿Cuántos de nosotros no hemos sido largamente educados para “hablar”, “hablar bien” y “ayudar” a otros y no para “escuchar” y “dejarnos evangelizar” también por los matrimonios? Y al revés, las posturas de sólo recibir hacen gran daño al organismo.

4.- Vivir y actuar desde y para lo específico del ser y de la misión del matrimonio y de los padres, dentro del cuerpo que es la comunidad creyente o iglesia de Jesucristo.

Los elementos – o principios - vitales comunes del cuerpo son importantísimos; pero los específicos de cada miembro o grupo de miembros son insustituibles; son la forma real, única y específica, de vivir los comunes. Si falla uno, enferma el cuerpo entero. Cuando el sacerdote (clero) no sabe ni actualiza bien lo suyo específico, sino que, en la práctica, asume como propias funciones comunes o específicas de otros, la comunidad cristiana está enferma, funciona y vive mal, a veces, muy mal. La historia de la iglesia nos lo muestra de modo sangrante: cuando los clérigos hacían de laicos [señores feudales] y los laicos de clérigos [las investiduras] la iglesia de Jesús estaba gravemente enferma.

Todavía hoy, a más de 40 años del Concilio Vaticano II, queda mucho que andar en esto; sobre todo por lo que al matrimonio y la familia se refiere: ¿no se sigue pensando mayoritariamente que el ser creyente se juega más en el entorno de la iglesia-templo y locales parroquiales – “no vienen a la iglesia” se dice - que el entorno de la familia? ¡Y se escribe iglesia con mayúscula! ¿No es la familia cristiana pensada por muchos para la parroquia en vez de la parroquia en función de la familia? Las consecuencias pastorales de pensar – y actuar en consecuencia – que la estructura parroquial, tan rica canónicamente, está subordinada y orientada a la realidad teológica de la familia cristiana serían enormes, enormemente

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