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La Religion De Israel


Enviado por   •  2 de Abril de 2013  •  7.760 Palabras (32 Páginas)  •  379 Visitas

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La religión de Israel

Samuel Shultz, Habla el Antiguo Testamento, Capítulo IV

El acampamiento en el monte tuvo un propósito. En menos de un año, el pueblo de la alianza con Dios se convirtió en una nación. La alianza estableció con el Decálogo las leyes para una vida santificada, la construcción del Tabernáculo, la organización del Sacerdocio, la institución de las ofrendas y las observancias de las fiestas y estaciones del año, todo lo cual capacitaba a Israel para servir a Dios de una forma efectiva (Exodo 19:1 y Nums. 10:10).

LA religión de Israel fue una religión revelada. Durante siglos, los israelitas habían sabido que Dios hizo un pacto con Abraham, Isaac y Jacob, si bien experimentalmente no habían sido conscientes de su poder y manifestaciones hechas en su nombre. Dios realizó un propósito deliberado con esta alianza al liberar a Israel del cautiverio egipcio y de la esclavitud (Exodo 6:2-9). Y fue en el monte Sinaí, donde el propio Dios se reveló así mismo al pueblo de Israel.

La experiencia de Israel y la revelación de Dios en aquel acampamiento está registrada en (Ex. 19 y hasta Lev. 27.)

El pacto

Habiendo estado en cautiverio y en un entorno idolátrico, Israel a partir de entonces iba a ser un pueblo totalmente devoto de Dios. Por un acto sin precedentes en la historia, ni repetido desde entonces, quedó repentinamen¬te cambiado desde una situación de esclavitud a la de una nación libre e independiente. Allí, en el Sinaí, sobre la base de su liberación, Dios hizo un pacto por el que sería su nación sagrada.

Israel fue instruido para preparar tres días para el establecimiento de esta alianza. A través de Moisés, Dios reveló el Decálogo, otras leyes e instrucciones para la observación de fiestas sagradas. Bajo el liderazgo de Aarón, dos de sus hijos y setenta mayores, el pueblo adoró a Dios con ofrendas de fuego y de paz. Tras de que Moisés hubo leído el libro de la alianza, ellos respondieron aceptando sus términos. La aspersión de la sangre sobre el altar y sobre el pueblo selló el acuerdo. Israel tuvo la seguridad de que sería llevado a la tierra de Canaán a su debido tiempo. La condición del pacto era la obediencia. Los miembros individuales de la nación podían perder sus derechos a la alianza por la desobediencia. Sobre las llanuras de Moab, Moisés condujo a los israelitas a un público acto de renovación de todo aquello antes de su muerte (Deut. 29:1).

El Decálogo

Las diez palabras o diez mandamientos constituyen la introducción al pacto.

Los judíos difieren de Josefo al utilizar Ex. 20:2 como el primer mandamiento y los versículos 3-6 como el segundo. La división usada por los judíos desde los primeros siglos del Cristianismo, coloca el versículo 2 aparte como el primer mandamiento y combina los versículos 3-6 como el segundo. La enumeración agustina difería ligeramente de la lista citada anteriormente en que el noveno mandamiento se refiere a la avaricia y el deseo hacia la esposa del prójimo, mientras que la propiedad estaba agrupada bajo el décimo mandamiento, siguiendo el orden establecido en el Deuteronomio.

Distribuyendo los diez mandamientos en dos tablas, los judíos desde Filo hasta el presente, las dividen en dos grupos de cinco cada una. Puesto que la primera pentada es cuatro veces tan larga como la segunda, esta división puede estar sujeta a discusión. Agustín asignó tres a la primera tabla y siete a la segunda, comenzando la última con el mandamiento de honrar padre y madre. Calvino y muchos otros, que siguieron la enumeración de Josefo, utilizan la misma división en dos partes, con cuatro en la prime¬ra tabla y seis en la segunda. Esta división en dos partes por Agustín y Calvino, asigna todos los deberes hacia Dios en la primera tabla. Los deberes hacia los hombres quedan consignados en la segunda. Cuando Jesús redujo los diez mandamientos en dos en Mateo 22:34-40, pudo haber aludido a tal división.

La característica distintiva del decálogo es evidente en los primeros dos mandamientos. En Egipto eran adorados muchos dioses. Las plagas habían sido dirigidas contra los dioses egipcios. Los habitantes de Canaán también eran politeístas. Israel iba a ser distinto y único como el propio pueblo de Dios, caracterizado por una singular devoción a Dios y solo a Dios. Con¬secuentemente, la idolatría era una de las peores ofensas en la religión de Israel.

Dios entregó a Moisés la primera copia del decálogo en el monte Sinaí. Moisés rompió aquellas tablas de piedra sobre las cuales fueron escritos los diez mandamientos por el dedo de Dios, cuando comprobó que su pueblo estaba rindiendo culto al becerro de oro fundido. Tras de que Israel fuese debidamente castigado, pero salvado de la aniquilación mediante la plegaria mtercesoria de Moisés, Dios le ordenó que le proporcionase dos tablas de piedra (Deut. 10:2, 4). Sobre tales tablas, Dios escribió una vez más el decálogo. Aquellas tablas fueron más tarde colocadas en el Arca del Pacto.

Las leyes para un vivir santo

La expansión de las leyes morales y sus regulaciones adicionales para un Vivir santo, fueron instituidas para guiar a los israelitas en su conducta como “pueblo santificado por Dios” (Ex. 20-24; Lev. 11-26). La simple obediencia a esas leyes morales, civiles y ceremoniales, les distinguirían de todas las naciones que les circundaban.

Esas leyes para Israel pueden ser entendidas mejor a la luz de las culturas contemporáneas de Egipto y Canaán. El matrimonio entre hermano y hermana, que era cosa común en Egipto, quedaba prohibido. Las regulaciones concernientes a la maternidad y al nacimiento de los hijos, no solamen¬te les recordaban que el hombre es una criatura pecadora, sino que se erigía contra la perversión sexual como contraste, contra la prostitución, y el sacrificio de los niños asociado con sus ritos religiosos y con las ceremonias de los cananeos. Las leyes del alimento purificado y las restricciones concernientes al sacrificio de animales, tenían como fin evitar que los israelitas se conformaran con las costumbres egipcias, asociadas con rituales idolátricos. Los israelitas, habiendo vivido y conservado frescas las memorias y recuerdos de la esclavitud, debían ser instruidos en dejar algo para los pobres en tiempo de las cosechas, proveer para los sin ayuda, honrar a los ancianos, y rendir un constante ejemplo de justicia en todas sus relaciones humanas. Conforme se disponía de un mayor conocimiento relativo al medio religioso contemporáneo de Egipto y Canaán, es verosímil que muchas de las restricciones para los israelitas pareciesen

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