La Trinidad

Jean Mouroux, Creo en Ti, Estructura personal de la fe, J. Flors, Barcelona 1963, 120 pp., 19x10.

Jean Mouroux, nació en Dijon en el año 1901 y murió en la misma ciudad en 1973. Forma parte de todo un grupo de teólogos que tuvieron un papel importante en la renovación de la teología católica en los años anteriores al Concilio Vaticano II. Busca por medio de sus escritos un diálogo, entre la Iglesia y el mundo, con el objeto de presentar el mensaje cristiano de forma más viva y abierta a las necesidades del hombre y de la sociedad.

Su libro, “Creo en Ti, Estructura personal de la fe”, viene a ser una especie de bosquejo o punto de partida para una exposición más sistemática de una teología de la fe, hace referencia a los diferentes puntos de vista desde donde puede construirse una teología de la fe.

El primero de ellos es analítico y abstracto, tanto si se trata de la génesis como de la estructura de la fe, el segundo es sintético y concreto ya que se estudia la fe como totalidad concreta y se trata de dar relieve a su estructura existencial, esta segunda visión, será el eje transversal del libro, en donde el autor intenta afrontar sucesivamente la fe, en sus principios objetivos (testimonio), en su momento subjetivo (la adhesión) y su desarrollo. Lo que se intenta es estudiar la fe como actividad concreta y subrayar su estructura personal.

El primer capítulo, titulado, “En las fuentes de la fe, el Dios personal.” Hace referencia a una exposición ordenada, en donde la formula agustiniana, Credere Deum, credere in Deum, credere Deo, será el punto de partida para definir que en la fe, Dios es el objeto, el fin y el testigo, y de esa manera concluir que los principios objetivos de la fe son de orden personal.

Mouroux, presenta en el en el segundo capítulo una exposición sistemática del acto de fe, como respuesta de la persona humana al Dios personal manifestado en la persona de Jesucristo, el acto de fe dirá el autor, es a su vez un acto simple y una totalidad concreta, porque cuando el hombre responde a Dios con su creo, no es posible la confusión. Por el acto de fe, el hombre responde a la iniciativa de Dios que se autocomunica a través de la revelación, como don de Dios para el hombre y para la fe a la que se dirige.

En el tercer capítulo, tomando como punto de partida el carácter esencialmente personal del acto de fe, se desarrolla una exposición de las dificultades o problemas que puede darse en esta respuesta libre del hombre ante la automanifestación de Dios. Analiza tres situaciones concretas el problema del infiel, del místico y del testigo, estas realidades vienen a ser respuestas personales, ante la manifestación de Dios.

En la parte final del libro, se desarrolla el carácter eclesial de la fe, situando al lector en el hecho de que la palabra anunciada es verdadera palabra de Dios y no

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