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La fe en que Dios


Enviado por   •  10 de Febrero de 2015  •  Tesis  •  1.653 Palabras (7 Páginas)  •  245 Visitas

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Tan fácil para ser cierto

La fe en que Dios puede hacer lo imposible debe motivarte a obedecer Sus sencillas instrucciones.

Febrero 25, 2013 Por: Pastor Cash Luna

2 Reyes 5:9-14 relata: Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.

Cuando Naamán, general del ejército sirio, llegó delante del profeta Eliseo a pedirle que lo sanara de la lepra, tenía expectativas diferentes a lo que le mandaron a hacer. Quizá pensó que el profeta invocaría solemnemente a Dios y habría algo como fuegos artificiales o una manifestación llamativa, pero Eliseo ni siquiera lo recibió, simplemente ¡lo envió a bañarse al río! Esa actitud enojó a Naamán quien se fue sin su milagro. Muchas veces nuestra estructura mental limitada nos cierra las puertas a lo que Dios quiere hacer. Aseguramos que no nos responde, pero sí ha respondido, lo que pasa es que Su respuesta nos desagrada porque nos da una instrucción demasiado sencilla para lo que esperábamos.

Otra cosa que vemos en la historia de Naamán es que menospreció la instrucción que recibió de Elías porque le pareció indigno que lo mandara bañarse en el Jordán si los ríos de su tierra eran tan buenos como ese. No se dio cuenta de que lo importante no eran las aguas sino la palabra que el profeta le dio. Lo mismo sucede ahora cuando pensamos que tenemos mejores opciones que obedecer las instrucciones de Dios. Nos estorban nuestras estructuras mentales, nuestras expectativas, aquello que aprendimos antes de iniciarnos en la lectura de las Sagradas Escrituras. Nos creemos diestros y capaces, somos arrogantes al pensar que podemos salir adelante sin Dios. Aunque, por supuesto, estamos equivocados. ¡Escucha al Señor, sigue Sus instrucciones!

A Naamán lo convencieron sus criados diciéndole que lo intentara, ya que si estaba dispuesto a hacer algo más difícil, nada perdía con obedecer una instrucción tan sencilla. Él los escuchó y sanó. Es increíble que a veces no somos capaces de obedecer una instrucción porque es muy fácil de realizar. Al contrario, si te mandan hacer algo difícil, lo crees y lo haces. No tienes fe en que realizar algo fácil puede resolver una situación difícil. Somos capaces de hacer lo difícil, pero no de creer lo fácil. Cuando nos dicen que para sanar solo deben imponernos manos, creemos que es charlatanería, porque tener fe implica morir a nosotros mismos y confiar en el poder de nuestro Dios. Para derribar las murallas de Jericó lo único que tenían que hacer los israelitas era darle vueltas a la ciudad durante siete días. Seguramente el ejército enemigo se burlaba, pero al final de la séptima vuelta del séptimo día, ¡los muros cayeron!

David derrotó a Goliat con una simple piedra porque tenía fe. Una mujer con flujo de sangre sanó con solo tocar el manto de Jesús. Gedeón venció a los enemigos de Israel con trescientos hombres. Siempre lo más sencillo, lo que el Señor mandaba era la opción que obró las maravillas. Obedecer la instrucción que pensamos demasiado fácil es nuestra prueba de fe. ¿Por qué no ves más milagros en tu vida? Porque dudas al escuchar que lo que debes hacer es muy sencillo. Tu estructura mental te traiciona y dices: “Es imposible que suceda”.

Naamán quería que el profeta tuviera autoridad sobre la lepra pero no sobre él, pero para ver poderosas obras en tu vida debes tener la humildad para obedecer las órdenes más sencillas. Para poder hacerlo, debemos volver a tener el corazón de un niño que confía y vive intensamente sus sueños. ¡Es fácil ver milagros si creemos en ellos! Seguramente cuando Jesús le dijo a Sus discípulos que para sanar enfermos solamente debían tocarlos y declarar sanidad, ellos se sorprendieron de lo fácil que sería. El Señor nunca ofreció métodos difíciles, porque espera que creamos en lo sencillo y poderoso. Nuestro Padre nos dejó la mente para pensar y el corazón para creer. El milagro estará cerca cuando

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