“La religión como contradicción humana”
gracielaguilar49Ensayo2 de Mayo de 2019
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“La religión como contradicción humana”
En la época de Erasmo de Rotterdam (1469-1536) el humanismo estaba en su mayor esplendor. Esta resaltaba al hombre como protagonista principal del mundo, el centro de la vida y el conocimiento. Pero era una época muy compleja, ya que por otro lado, padecía los excesos de las pasiones y contradicciones humanas.
En esta sociedad, la iglesia jugaba un papel dominante, pero ya en competencia con los monarcas y aristócratas nacientes del absolutismo. También habían aparecido nuevas clases sociales poderosas como los comerciantes, y miembros de otros sectores.
Erasmo, era un religioso y teólogo, que conocía bien su sociedad y sus sectores más importantes. Conocía muy bien la iglesia, desde sus jerarquías más altas, a sus miembros más humildes. Y estaba familiarizado con los teólogos, y otros intelectuales.
Las comparaciones que hace Erasmo en su obra “Elogio a la locura” entre la conducta cristiana de esa sociedad y especialmente la del clero con la vida de los apóstoles, y la vida de Jesús, muestran la decadencia en la jerarquía de la Iglesia. La cual era la encargada de mantener los valores del evangelio. Por tal motivo, Erasmo ataca como blanco principal esta contradicción en la funciones de los clérigos, teólogos y obispos.
La misión de los teólogos fue y sigue siendo la de interpretar las escrituras y de esta manera ayudar a fomentar la fe de los creyentes, pero en la época de Erasmo muchos teólogos se ocupaban de asuntos intelectuales lejanos a su verdadera función, asuntos que además trataban generalmente con un lenguaje rebuscado, que, en vez de esclarecer, oscurecía. Por tanto al atacar a los teólogos, Erasmo también mostraba una de las fallas principales de la iglesia, denunciando la tergiversación de las escrituras que los teólogos causaban. Pues, lejos de fomentar la fe en los fieles, estas confusiones y enredos provocaban el debilitamiento de la misma, en las personas que mayormente eran pobres.
Luego Erasmo los critica más directamente, pero esta vez refiriéndose al método o la falta de método, ya que en vez de ceñirse a las escrituras, para hacer su tarea de aplicar la exégesis a las cuestiones allí expuestas, explicaban esas cuestiones a su capricho, según su antojo o intereses. También critica los mismos temas o problemas que los teólogos solían discutir, temas y ejercicios que no tenían, solución que pudiera ser hallada por ningún hombre. Sin embargo, los teólogos se vanagloriaban de solucionarlos mediante la especulación.
Claramente los teólogos no imitaban a Jesús, ni a sus apóstoles; y menos seguian sus mandamientos, basados en la sencillez y la humildad. Estos teólogos estaban muy lejos de vivir la religión a la cual pretendían servir.
Por otra parte, muchos de los obispos y sacerdotes, cuya labor era acompañar y guiar al rebaño de los fieles en el camino de la fe, también se ocupaban de actividades lejanas a su labor y dejaban a la gente a la deriva. Erasmo critica su negligencia, porque muchas veces sólo hacían el mínimo esfuerzo por orientar a los fieles. Porque el amor a las cosas del mundo, como sus riquezas y tierras, les hacía incurrir hasta la gravedad en faltas como la avaricia y la soberbia, además del engaño hacia las personas, todo para aprovecharse materialmente de su posición, con lo cual empeoraba la situación de corrupción de gran parte del clero.
Los teólogos no estaban actuando como teólogos, los obispos no eran tampoco obispos, los curas no eran curas, si es que respetamos el origen de esos términos. Todo esto convertía a la iglesia en una institución contradictoria, pues sus diversos representantes, amparados y aprovechándose de su posición dentro de ella, no cumplían con sus funciones originales a las cuales habían sido encomendados.
El mensaje de Erasmo a los teólogos, filósofos, religiosos y autoridades eclesiásticas podría ser una invitación a regresar al sentido original de sus vocaciones. Pero creo que no basta con palabras para cambiar la conducta humana, de que sirve hacerlos reflexionar sobre su error si no tienen la mínima intención de cambiar. Sería como la anécdota de un niño que se ve al espejo y llora porque tiene la cara sucia, pero no se lava la cara y se va así como esta. Creo que sería más fácil pasar un camello por una aguja, a que estos religiosos se miraran en el espejo del verdadero y original cristianismo. Porque en si es la vida de Jesús y la de sus apóstoles el modelo que debían y deben seguir los que pertenecen de una u otra forma a la iglesia. Para los cristianos, el fundamento de sus ocupaciones, de sus ideales y en fin, de sus vidas, debía basarse en ese modelo que se caracterizaba por practicar el amor, por mostrar una dedicación a los pobres, por su humildad, y las demás virtudes evangélicas, que son como las banderas del cristianismo.
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