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La santidad conviene a tu casa


Enviado por   •  23 de Junio de 2020  •  Apuntes  •  881 Palabras (4 Páginas)  •  352 Visitas

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Amada iglesia de nuestro Señor Jesucristo, que fue comprada con su sangre inmaculada, los saludo con la bendita paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo, esperando que abunden en infinitas bendiciones, de lo alto, y que la serenidad de la gracia responde en sus hogares, cada día guardándolos en fidelidad hasta su venida.

En esta ocasión meditaremos en el mensaje que se titula:

lleguémonos con confianza al trono de la gracia.

Hebreos 4:16

En estas palabras podemos encontrar el valor grandioso de la verdadera oración que es un acercamiento del alma, por el Espíritu de Dios, al trono de Dios. No se trata de expresar palabras, ni de sentir deseos únicamente, sino que consiste en poner los deseos delante de Dios, en un acercamiento espiritual de nuestra naturaleza con el Señor nuestro Dios.

La oración no es una rutina, o una simple repetición de palabras bonitas o poéticas, si no que es algo mas sublime y profundo, es la interacción espiritual con aquel Rey soberano creador de todo cuanto existe. Dios que es un ser espiritual, y sabiendo que en esta esencia humana nosotros no podemos verlo, ni escucharlo por que no tenemos esos atributos físicos para efectuar esta acción, incluso si lo vemos al instante moriríamos por el resplandor de su gloria, solo podemos percibirle por medio del espíritu del hombre, aquel que percibe las cosas espirituales, que fue engendrado por aquel Espíritu Santo por medio del bautismo, en el momento de nuestra regeneración, teniendo comunión con él, habiendo sido santificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, el Espíritu presenta las peticiones del corazón y asimismo percibe las respuestas desde el tercer cielo, siendo esto una comunicación perfecta, cuyas palabras no acaban en los oídos del hombre que las emite si no que cruzando aquellas cuatro paredes alcanzan al mismo Dios todo poderoso.

 

Para que esta oración se pueda realizar es necesario la obra del Espíritu Santo, si solo fuera una vana repetición solo necesitaríamos un buen léxico, conocer muchas palabras bonitas y mucho aire para orar un buen rato, pero siendo un deseo del espíritu se necesita la comunión espiritual con el creador, quien está presente en ese lugar para ayudar en su necesidad, para consolar, para dar vida y poder.

Este momento tan hermoso, no era posible antes, pero el Rey de Reyes, siendo el mismo el cordero pascual y el Gran pontífice, penetro hasta los cielos rompiendo aquel velo que dividía al hombre de Dios, es por eso que ahora siendo hombres que no merecemos nada, por su misericordia podemos acercarnos al trono de la gracia, que en otro tiempo estuvo muy alejado de nosotros.

El Trono de la Gracia.

Al doblar nuestras rodillas, estamos al frente del Rey de reyes y Señor de señores, y en la oración venimos, no sólo a los pies de nuestro Padre, sino que también acudimos al trono del Grandioso Monarca del universo. El propiciatorio es un trono, y no debemos olvidarlo. Durante la oración debe ser siempre considerada por nosotros como una entrada a los atrios de la realeza del cielo; debemos comportarnos con humilde reverencia, en la presencia de una majestad ilustre.

Aquel que incluso la mar obedece, que por su potencia y su palabra todo fue hecho,  entendemos lo que sentía en el corazón cuando se acercaba al trono de la gracia diciendo: ALABARÉ á Jehová con todo el corazón, En la compañía y congregación de los rectos, grandes son las obras de Jehová; Buscadas de todos los que las quieren, gloria y hermosura es su obra; Y su justicia permanece para siempre, hizo memorables sus maravillas: Clemente y misericordioso es Jehová salmo 111

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