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Lo Que Dice En Las Escrituras


Enviado por   •  17 de Julio de 2013  •  2.024 Palabras (9 Páginas)  •  219 Visitas

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De acuerdo a las Escrituras, Dios se hizo hombre para redimir a su pueblo elegido. En la dimensión de la eternidad, Dios planeo toda la creación, con el propósito fundamental de crearnos como seres genuinos y por siempre darle toda la gloria, adoración y honra a Nuestro Redentor Sublime el Hijo de Dios Jesucristo. Quien honra al Hijo, también honra al Padre Eterno.

[ Efesios 1; 12 ] a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperamos en Cristo.

con el propósito de nombrar a sus representantes en la tierra...para que ellos se multiplicaran o atomizaran en millones de iglesias...y sus lideres se llenaran de mucho dinero...haciéndonos la vida imposible de vivir...unas dándonos diez mandamientos y los otros prohibiéndonos que seamos felices...porque imagínate por ejemplo...nos coloco...órganos sexuales al hombre con que y a la mujer por donde...y después nos prohibe FORNICAR...que felicidad...tener conque y no poder usar debido a que te condenas al infierno...es como si te dieran peces...y te inyectan el gusto por los peces...pero te prohiben comértelos...

2) El mal no nace en el ser humano, sino en la realidad diabólica de Lucifer (Satanás), que es el padre del pecado y homicida desde el principio (Jn 8,44), mentiroso y padre de la mentira, que tienta por envidia (Sab 3), presentando a la criatura humana la posibilidad mágica de dominar a Dios, domesticar la energía divina, usurpar la divinidad y la semejanza divina. En la comida del fruto prohibido hay una dimensión de eucaristía diabólica, que trae como consecuencia todo lo contrario de la eucaristía verdadera: el pecado, la maldad y la muerte.

Dios permite el mal porque nos ha hecho libres, capaces del bien y del mal, y no nos tomaría en serio si no llevara esta responsabilidad hasta sus últimas consecuencias. El mal existe, precisamente porque Dios no lo ha creado, sino que la libertad de la criatura lo introdujo en el mundo; por eso el mal es algo exterior y extranjero.

El mal, lo que daña es pasajero. Es una «prueba», en el sentido moderno de la palabra, cuando se «pone a prueba una máquina, o cualquier elemento técnico» para asegurarse de su «valor», calidad y buen estado.

Lo mismo ocurre con el hombre que, destinado al gozo y a la felicidad, pero habiendo de pasar por la prueba... recibirá la «corona de la vida», una vez reconocido su «valor». Si cree en ello, ya desde ahora el hombre puede hallar gozo en sus pruebas, sabiendo lo que «Dios ha prometido»: se trata aquí de la virtud de la esperanza.

La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo. Esto Dios lo ha realizado ya admirablemente con ocasión de la muerte y resurrección de Cristo: en efecto, del mayor mal moral, la muerte de su Hijo, Dios ha sacado el mayor de los bienes, la glorificación de Cristo y nuestra redención.

Satanás, adversario de Dios, Lucifer, el demonio, el diablo, la serpiente, el pecado y el ángel caído.

Las consecuencias del pecado original sean hecho evidentes a través de los siglos. En primer lugar, el planeta tierra perdió su condición paradisíaca, y todo quedó afectado por el pecado, desde la relación del hombre con Dios hasta la relación del hombre con el hombre y con los animales.

En segundo lugar, según consta en la revelación bíblica, en la historia del mundo y experimentado por todos, es tristemente destacable que desde Caín ha habido una terrible y sobresaliente proliferación de la maldad, impiedad y violencia, que se han desarrollado y extendido, sin tregua, por doquier en todas las épocas y en todas partes.

Un tercer aspecto, no menos importante, es constatar la realidad de lo efímero de la vida del ser humano ante lo cual nadie puede permanecer indiferente. Desde la caída de la primera pareja, a lo largo de toda la historia, pasando por el presente y llegando hasta el futuro fin del mundo, no ha dejado, ni cesará de existir la muerte, cumplimiento fiel y justo de la sentencia de Dios a nuestros primeros padres (Gén. 2:17 úp: “...Porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”).

El pecado en general se define en la primera epístola de Juan capítulo 3, versículo 4, como: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley.” Aunque esta es una definición que nos aclara que cualquier acto que transgrede la ley moral es pecado, no agota en absoluto el término en su totalidad. Pecado fue también la actitud de Adán al querer vivir independientemente de su Creador. Éste deseo de autonomía de la criatura respecto del Dador de la vida, demuestra orgullo y soberbia y querer ser como Dios.

Como vimos, el pecado, que cometió la primera pareja, aunque original, también contiene el componente de todo pecado que consiste en transgredir la ley de amor en que se basa el carácter de Dios. Dicho pecado fue de codicia, soberbia, orgullo, desobediencia y desconfianza en Dios e implicó la ruptura de la comunión con el Creador: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.” (Gén 3:8). Y cuando Dios les llama: “¿Dónde estás tú?, sienten miedo por primera vez, son conscientes que han perdido su inocencia, y tratan de justificarse dando la culpa el hombre a la mujer, y ésta, a la serpiente (Gén. 3: 7-13).

Aunque Dios anunció su sentencia de muerte, ésta no sucede de inmediato, pues Dios es misericordioso, y da tiempo al pecador para arrepentirse. Adán todavía vivió 930 años, según se registra en Génesis 5: 5. En Génesis 3: 19 (“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.”), encontramos la confirmación del destino terrenal del hombre caído. La muerte se extiende a todos los hombres, puesto que en Adán todos pecamos. La muerte, pues, no significa, que el ser humano vaya a

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