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MI RELACION CON EL ESPIRITU SANTO


Enviado por   •  28 de Diciembre de 2015  •  Apuntes  •  1.875 Palabras (8 Páginas)  •  2.693 Visitas

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¿CÓMO ESTA MI RELACIÓN CON EL ESPÍRITU SANTO? 

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¿CÓMO ESTA MI RELACION CON EL ESPIRITU SANTO?

Sábado 18 y Domingo 19 de Junio 2011

Hace una semana vimos que para andar en lo sobrenatural, necesitamos la ayuda perfecta que nos ofrece únicamente el Espíritu Santo. Vimos que para obtener esta ayuda necesitamos coinonia, es decir íntima relación con el Espíritu de Dios. Deseo repetir la definición de coinonia, porque hay una palabra que quiero resaltar. Coinonia es compañerismo, amistad, participación, contribución, hermandad, compartir algo con alguien, en otras palabras relación, en este caso con el Espíritu Santo.

El Espíritu de Dios está interesado en relacionarse conmigo, Dios desde el comienzo del hombre ha estado interesado en involucrarse con nosotros. Quiero que usted piense en una relación, no importa cuál sea, puede ser con de padres a hijos, esposos, novios, amigos, con su jefe, cualquiera sea la relación hay principios que se manifiestan en ellas. No deseo hablar mucho de las relaciones pero si quiero identificar algo fundamental para que una relación sea exitosa, esto básico es el cambio. Para que una relación crezca y fructifique debemos estar dispuestos a cambiar, cuando uno empieza por ejemplo un matrimonio, las dos personas vienen con costumbres distintas, y si no estamos dispuestos a cambiar los conflictos destruirán la relación.  Por esto algo fundamental en mi relación con el Espíritu Santo, es tener claro que al andar con Él, mi temperamento será sujeto a transformación y mi carácter a cambios que seguramente no me van a gustar porque irán en contra de la carne.  Quiero resaltar esto porque si no tengo claro que para ver los frutos y los dones del Espíritu necesito ser cambiado y debo ser consciente que hay cosas que definitivamente no le agradan y que incluso entristecen al Espíritu Santo, lo que no me va a permitir andar en lo sobrenatural.

Las relaciones se evalúan todos los días, por eso los invito a que evaluemos nuestra relación con el Espíritu Santo y que usted hoy pueda resaltar con su ayuda en que área necesita trabajar, para que él pueda usarnos con sus dones. Primero veamos los tipos de relación que existen y tratemos de identificar en cuál de ellas estamos nosotros con el Espíritu Santo:

  1. Relación superficial: No hay mucha confianza, solo se trata a nivel de saludo básico.
  2. Relación informal: Transmitimos lo que otros han dicho sin ofrecer un comentario oficial sobre el hecho. Relación tipo noticiero.
  3. Relación de ideas: Comienza la relación real, comparte sus ideas, planes, convicciones, asuntos personales, pero con ciertas restricciones, hay respeto por la otra persona.
  4. Relación de emociones: Le cuenta usted sus emociones, expresa sus temores, anhelos, deseos, ya existe mucha confianza.
  5. Relación completa: Existe completa transparencia, total confianza, hay mucha intimidad, y se comparte todo sin barreras. Comparte sus emociones, sentimientos, no hay temor a ser rechazados. El nivel máximo para tener identidad con alguien.

Después de analizar mí grado de relación con el Espíritu Santo y enfocándonos en que el último tipo de relación es la que busca Dios conmigo, veamos que apaga o entristece al Espíritu Santo, estas son cosas a las que estoy enfrentado de manera diaria.

Vayamos a  Efesios 4:25-32, “Por lo tanto, dejando la mentira, hable cada uno a su prójimo con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. «Si se enojan, no pequen.» No dejen que el sol se ponga estando aún enojados, ni den cabida al diablo. El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados. Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan. No agravien al Espíritu Santo de Dios, con el cual fueron sellados para el día de la redención.  Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.

Segundo punto de mi examen, ¿cómo estoy frente a la mentira? La sociedad,  para quedar bien unos con otros,  ha configurado una serie de mentiras que van desde las llamadas “mentiras blancas” hasta las llamadas “mentiras piadosas”. Una de las mentiras camufladas son las llamadas “publicitarias”. Cuantas cosas como cierta nos presenta una propaganda que nunca da el resultado esperado.  En nuestro diario andar parece que fuéramos presionados para decir mentiras (Juan 8:44, “Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio éste ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira!”)

Tercer punto a considerar, si hoy le pidiera a la gente que me describiera con una palabra, ¿cuál sería ésta? Tal vez me dirían don o doña Picapiedra, y me identifican así porque soy  una persona que responde con tres piedras en la mano.  Mire que este pasaje de Efesios dice si te enojas no peques, o airaos pero no pequéis.

El carácter de Jesús nos revela a un hombre manso, humilde y dócil en todas sus manifestaciones (Mateo 11:29, “Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma”) Supimos de su enojo solamente cuando tuvo que enfrentar la injusticia, la hipocresía y sobre todo cuando convirtieron la Casa de Dios en cueva de ladrones. A veces pensamos que no somos personas iracundas porque creemos que la expresión de esta se limita a los gritos o golpes. La ira se camufla en la amargura, en el odio, envidia, sarcasmo, intolerancia, crítica. Si usted ve todas estas expresiones con detenimiento se dará cuenta que el origen de ellas es el egoísmo. Me molesto y respondo mal porque siento que violaron mis derechos, lo que me demuestra que estamos sólo interesado en nosotros, pero se nos olvida que Jesús dijo en Marcos 9:36, “Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga”.

Dos principios para romper la ira y trabajar en ella: uno, es  negarse a sí mismo, y lo que le quiero decir no es dejar de decir las cosas, es tener dominio propio para decir las cosas después de evaluar si en mi prima el egoísmo.

El segundo principio es aprender a perdonar rápido, así no dejaré que la noche llegue sin arreglar una diferencia pendiente. Si me acuesto bravo con alguien, la biblia dice que le abro una puerta a Satanás para que él haga conmigo lo que quiera.

Todo esto implica transformación en mi temperamento, cambio en mi carácter, Dios puede hacerlo mire por ejemplo a Moisés, él fue un hombre de un carácter incontrolado, capaz de matar a un egipcio antes de conducir al pueblo de Israel, pero luego llego a ser el hombre más manso sobre la tierra. Uno de los “hijos del trueno”, llamado Juan fue  transformado en el apóstol del amor. El impetuoso Pedro, en un hombre “humillado bajo la poderosa mano de Dios” y que decir de Pablo, después de ser perseguidor se convirtió en un perseguido, que cambio la espada del soldado por la espada del Espíritu. El Espíritu Santo nos transforma para no cometer el pecado del enojo.

Cuarto punto a considerar, si se volviera a presentar el robo de una huaca, y los ladrones fueran los congresistas, ¿qué pediría usted? Mínimo 20 años de cárcel, ¿pero si los ladrones fueran de nuevo unos pobres soldados? Tal vez diríamos, no solo son unos pobre soldados. Ojo con esto, pues estamos siendo subjetivos en algo que solo es objetivo como un principio de Dios, no robar. ¿Cómo estoy frente al robo? Me llevo las cosas de la oficina para la casa,  permito que mis hijos se queden con cosas que traen del colegio que no son suyas (borrador, lapiceros, reglas, etc), gasto más de media hora en Facebook, chat en mi tiempo de trabajo, le debo a alguien 2000 pesos o menos y no se los he devuelto porque pienso que es muy poco, soy puntual en mis citas o la gente me tiene que esperar, cobro comisiones por cosas que son parte de mi responsabilidad.

Quinto punto, pensemos por un momento y tratemos de evaluar nuestras palabras. Los expertos dicen que las mujeres hablan 25 a 30 mil palabras por día, mientras que el hombre 12 a 15 mil. De ese total de palabras, cuántas usamos para elogiar a nuestras esposas, esposos, hijos, empleados, jefes, padres, amigos, etc. Cuántas usamos para hablar bien de los demás, de nosotros mismos, cuántas palabras usamos para alabar, exaltar a Dios (Santiago 3:9-11, “Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios.10 De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.11 ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada?”) ¿Qué transforma mis palabras? Colosenses 3:16-17, “Que habite en ustedes la palabra de Cristo con toda su riqueza: instrúyanse y aconséjense unos a otros con toda sabiduría; canten salmos, himnos y canciones espirituales a Dios, con gratitud de corazón. Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él”

Sexto y último punto, de 1 a 10 anote que tan rápido es para perdonar, siendo 1 muy lento y 10 súper rápido. El número que yo haya puesto acá, es el número que Dios emplea en mi perdón, ¿sabía esto? .  Pedro le pregunta a Jesús, “¿Cuantas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?” La respuesta de Jesús, “hasta setenta veces siete” y esta respuesta será siempre nuestro punto de referencia para perdonar a otros. Con esto Jesús nos ilustró la importancia de practicar el perdón para descongestionar al corazón de todo vestigio de amargura, rencor, envidia y cualquier pecado parecido que interrumpa mi amor fraternal con mi hermano.

Si no puedo perdonar a mi hermano que peque contra mí, no puedo pretender que la presencia del Espíritu me infunda  su poder, gracia, llenura y fortaleza como siervo de Dios. El ejemplo de Jesús debe constituirse en obligada consulta, pues  estando colgado en  un viejo y tosco madero, con unos clavos gruesos y a lo mejor oxidados por el tiempo o  la lluvia sosteniendo su maltrecho y herido cuerpo, exclamó: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. La tristeza del Espíritu se pone de manifiesto en el corazón de alguien que llamándose cristiano no sea capaz de perdonar a su hermano que peque contra él.

No entristezcamos más al Espíritu de Gracia. Una relación genuina y duradera implica que estemos dispuestos a cambiar y ser transformados. Pidamos hoy al Espíritu de Dios nos transforme, pero no olvidando que el cincel que el usará para que yo sea distinto serán las personas que me rodean (Proverbios 27:17, “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre”

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