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Espiritu santo


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  25.950 Palabras (104 Páginas)  •  226 Visitas

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INTRODUCCIÓN

El acontecimiento del día de Pentecostés es el acontecimiento fundante de la Iglesia. El discurso de Pedro es por así decirlo la declaración de la constitución de la Iglesia. Pedro comienza interpretando el acontecimiento como cumplimiento de la profecía para el tiempo mesiánico, según la cual el Espíritu Santo es derramado sobre una comunidad para ser profeta en medio de la tierra antes de que venga el gran día del Señor (Hechos 2: 14-21; Joel 2:28:32). Este es un momento crucial para la humanidad puesto que en los 120 ahí reunidos acontece una transformación de carácter trascendental. Hombres y mujeres nuevos están llegando a la existencia mediante el aliento de Dios que sopla nuevamente (Gálatas 6:15). Por el poder del Espíritu está siendo creada una nueva humanidad orientada hacia Dios en todo sentido: como reino de Dios, como comunión con Dios, como una fraternidad divina vestida de inmortalidad.

A través de Pedro, un miembro de la comunidad, el Espíritu Santo habla y convierte en aquel mismo día aproximadamente a 3000 personas. El día de pentecostés es el día del nacimiento del pueblo de la Nueva Alianza, el pueblo del Espíritu.

Pedro interpreta que el don del Espíritu es el signo de que Jesús (el hombre acreditado por Dios, por medio de quien Dios realizó milagros, señales y prodigios, quien fue entregado por designio salvífico de Dios y quien fue resucitado por Dios) ha sido entronizado a la derecha de Dios y constituido Cristo y Señor. Lo que está sucediendo no se puede explicar sino por la muerte salvadora y la resurrección de Jesús, de los cuales ahora da testimonio su Iglesia (Hechos 2:21-33).

Para Pedro y para toda la comunidad el acontecimiento significa que el día del Señor está cerca: el reino de Dios se ha acercado. El derramamiento del Espíritu significa que Jesucristo, el resucitado, reina en las alturas con el Padre y muy pronto se le verá viniendo en gloria por segunda vez.

Aun cuando Jesús está con el Padre, los que han creído en Él no están solos. Por medio del Espíritu Santo están acompañados, dirigidos y sustentados por Dios. A partir de Pentecostés toda relación de los cristianos con Dios es una relación por medio del Espíritu Santo. Esta relación, que se manifiesta de manera profunda en el libro de los Hechos de los Apóstoles, de alguna manera se fue desvaneciendo a lo largo del tiempo. Es hora de que la Iglesia fortalezca su relación con el Espíritu.

El Espíritu Santo dio origen a la Iglesia y está presente en el nacimiento de cada cristiano. Es Él quien nos hace nacer como nuevos seres humanos y como nuevo pueblo de Dios. La Iglesia de Dios se asume como la comunidad del Espíritu. Nuestra identidad está absolutamente ligada al Espíritu de Dios. Este hecho nos impone la tarea de discernir de una manera más amplia y profunda que otras denominaciones cristianas lo que el Espíritu Santo es. La ignorancia respecto al Espíritu Santo se traduce en ignorancia de nuestra propia identidad. Es hora de profundizar en el conocimiento sobre el Espíritu.

El Espíritu Santo, definido en nuestro punto de fe, como poder de Dios, es el gran director de la historia de la salvación puesto que Él nos envía a la misión así como envió a Jesús (Lucas 4:18 y Juan 20:21-22). Si nuestra forma de realizar la misión no está teniendo los resultados esperados la causa no puede ser otra que una desviación de los lineamientos que establece el Espíritu. Es hora escuchar al Espíritu y dejarnos ser guiados absolutamente por Él para ser eficaces en la misión.

En el relato de Pentecostés, se hizo patente la nueva forma de actuación y presencia de Cristo en el mundo. Esta sería a través de su Espíritu. En el relato el protagonista no es la Iglesia sino el Espíritu Santo que llega de manera poderosa y crea un nuevo pueblo con una misión en el mundo. En virtud del Espíritu Santo nace una comunidad salvada y salvadora.

A partir de pentecostés la Iglesia es la comunidad del Espíritu Santo, que es el Espíritu de Cristo, esto es: el propio Cristo resucitado que actúa en el mundo (Romanos 8:9,10).

La Iglesia no puede ser pensada sino a partir del Cristo resucitado, el que sigue existiendo en forma de Espíritu (1ª Corintios 6:17). La Iglesia, a partir del Espíritu Santo, debe entenderse  como la fuerza y el modo de actuar mediante la cual el Señor permanece presente en la historia y prosigue su obra de instauración de un mundo nuevo. La Iglesia es el signo e instrumento del Cristo vivo, es decir, del Espíritu (1ª Corintios 12:6, 7, 27, 28).

A pesar de la centralidad del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, por diferentes razones, es el gran olvidado en todas las denominaciones cristianas, incluso en aquellas llamadas carismáticas. En algunas, como la nuestra, una de las causas se encuentra en querer mantenernos a distancia de la teología trinitaria. La reacción común cuando alguien habla sobre el Espíritu Santo con cierto énfasis, es alertarlo para que no vaya a caer en el error de atribuirle una condición de tercera persona de la deidad. Es bueno mantenerse en la ortodoxia de nuestra doctrina. Pero cuando nos preguntamos ¿Cuál es la ortodoxia respecto al Espíritu Santo? nos damos cuenta de que no contamos con una respuesta amplia y bien fundamentada.

Esta exposición tiene en primer lugar el propósito de articular algunos conocimientos bíblicos relacionados con el Espíritu Santo de manera que nos sean útiles para poner de relieve la deficiencia de ciertas prácticas en nuestra Iglesia. Lo que intentamos no es establecer una nueva doctrina sobre el Espíritu sino profundizar en lo que nuestro punto de fe declara respecto a Él. Pero aun cuando solo es una profundización sobre nuestro punto de fe, se analizan algunos contenidos que pueden resultar novedosos o polémicos. Entre otros: Se ofrecen algunas perspectivas que pueden ayudar a precisar nuestra definición del Espíritu Santo, se analiza el tema del culto desde una nueva óptica y se ofrece una perspectiva nueva sobre la relación ley-evangelio.

Para enlazar con la práctica las ideas que aquí se exponen, en la parte final ofrecemos una propuesta de trabajo para apoyar el área de edificación de la misión.

Las reflexiones que presentamos están contenidas en cuatro grandes apartados. En el primero se intenta identificar al Espíritu Santo como Dios en la creación y Dios en la historia.  En el segundo apartado se analiza el papel del Espíritu Santo en la historia de la salvación. En el tercero se hace un análisis teológico de la liturgia y del servicio. En la última parte se propone una estrategia de trabajo para apoyar la tarea de la edificación en la Iglesia.

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