Mensaje para maestros de instituciones católicas

El Salvador, Santa Ana 15 de Mayo de 2019.

Queridos compañeros.

Reciban un cordial y afectuoso saludo, con amor fraterno me dirijo a ustedes con ocasión de la próxima celebración de la pascua juvenil que tendrá lugar en el Gimnasio  santaneco el 30 de mayo, una celebración que nos compromete a dar testimonio,  primero porque “somos una pequeña iglesia... y en ella peregrinamos como hijos y hermanos hacia la eternidad” (Mons. Bergoglio, año 2000), la cual nos debe motivar a vivir la alegría de la pascua de Cristo Jesús Señor nuestro con esperanza firme de poder algún día alcanzar la pascua eterna en el  cielo, satisfechos de habernos entregado a la construcción del Reino de Dios, especialmente en nuestro lugar de trabajo, más bien dicho, lugar en el que podemos santificarnos.

Después de haber recorrido el hermoso camino de la cuaresma en nuestra institución, queremos celebrar el gran misterio de redención, la pascua. Es primer año que realizaremos esta actividad de forma magna;  nuestra tarea en la institución, debe ir más allá de las clases en los salones, como educadores católicos debemos anunciar el mensaje redentor de Dios que hemos iniciado en la cuaresma  y que culmina en la meditación del misterio más grande de la iglesia, en el que se centra nuestra fe, la resurrección de Jesús. Un motivo de celebración solemne, que lleve a nuestros jóvenes a tener un encuentro con Jesús resucitado más que un Jesús sufriente, muerto y crucificado que ya celebramos. Para ello no podemos limitarnos a “seguir haciendo lo de siempre” (Mons. Bergoglio, 2001), si no a usar nuestra creatividad para anunciar a nuestros chicos que Jesús está vivo, y quiere habitar sus corazones.

Hoy más que nunca, es urgente anunciar a nuestros chicos a un Dios vivo, creíble y real, testimoniado por nosotros maestros, que tenemos en nuestras manos la oportunidad grande de anunciar el amor que les tiene y guiarlos por el camino verdadero que es Jesús. “Educar nunca ha sido fácil” (Benedicto XVI, 2010), pero pese a las dificultades, podemos responder a nuestra vocación a la que fuimos llamados por Dios con un corazón generoso, entusiasmados por el Espíritu Santo que nos anima a dar testimonio de Cristo Vivo y transmitir no solo conceptos si no una vida plena, a propiciar con “creatividad” una  educación integral para nuestros chicos.

Por lo tanto compañeros, hermanos, les invito a que nos unamos en primer lugar  a la alegría de la iglesia, con la celebración de la pascua, a motivar a nuestros chicos a participar de esta celebración con actitud alegre y con la fuerza de jóvenes que quieren encontrarse como los discípulos de Emaús, con el Señor vivo, que se parte y se da para ellos en la celebración de la Eucaristía exhortándoles según el corazón de  Cristo nuestro Maestro por excelencia, desde “la grandeza de la vocación que hemos recibido” (Mons. Bergoglio, 2004) y motivándonos primero nosotros mismos, para luego transmitir deseos de participación en esta actividad.

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